sábado, 26 de marzo de 2016

EL REINO DE DIOS - LECTURA

EL REINO DE DIOS
Como creyente católico, tengo que hacerme muchas preguntas frente a mi realidad y mis hermanos de fe en la creencia religiosa que nos une, y voy a comenzar  haciéndome una pregunta: ¿por qué la gente confunde Jesús, Jesucristo y Cristo? Tal vez la respuesta sea un poco popular: Jesús es el Dios que se hizo hombre y se encarnó en una persona histórica que por su liderazgo cambió la mentalidad de sus seguidores y partió la historia de la humanidad en antes de él y después de él. Jesucristo es la realidad humana de Dios y la realidad del Espíritu Santo que nos deja una enseñanza conjunta del hecho de la muerte y de la resurrección. Y Cristo es el que a partir de la experiencia de la resurrección vive hoy con sus creyentes. Pero a pesar de esta breve explicación como dicen los literatos de hoy para dumies, cabría hacernos otra pregunta: al fin ¿qué quiso Jesucristo?
Al final del análisis de lo que quiso Jesucristo es que todos fuéramos buenas personas y tuviéramos misericordia con el necesitado. Pero  viendo semejante reto, Leonardo Boff en su libro Jesucristo el Liberador argumenta: “Inicialmente Jesús no comenzó predicándose a sí mismo, ni a la Iglesia, predicó el reino de Dios. El Reino de Dios es la realización de la utopía fundamental del corazón humano de total transfiguración de este mundo, libre de todo lo que aliena como ser el dolor, el pecado, la desunión y la muerte. El viene y anuncia: ¡se acabó el plazo de la espera, el Reino está próximo. No solo promete esa nueva realidad sino que comienza ya a realizarla y a mostrarla como posible en este mundo. Por lo tanto, no realizarla y mostrarla como posible en este mundo. Vino a confirmar una buena noticia: este mundo siniestro tendrá un buen fin: humano y divino”. (Leonardo, 1.977). Creo que todo lo planteado por el escritor brasileño es clave si uno como creyente entiende que el Reino de Dios no fue planteado para una persona en particular, sino para todos los creyentes y no creyentes en el proyecto de Jesús de Nazaret. Boff argumenta que el Reino de Dios es una utopía de sentimientos, de sueños o de pensamientos como los que tuvo Abraham al querer sacrificar en holocausto a su hijo Isaac para demostrarle a Yahvé su amor y su fe por el creador (Génesis 22, 1ss), lógico, es una utopía hablar con esperanza de un reino de justicia, pero vemos como por ejemplo en Colombia, la justicia es el factor más grande de desequilibrio social porque el común y corriente de las personas viven con miedo por la guerra, por la delincuencia, por la corrupción, por la falta de salud. Entonces surge una idea: ¿podrá haber un reino de bondad en medio de tanta injusticia? La respuesta es negativa, entonces, lo que se propuso Jesús podría afirmarse que fracasó, porque tantos creyentes  y seguidores de su propuesta viven como si no les importara lo enseñado por el Mesías en su proyecto. Ahora, el reino propuesto por Jesús tiene muchas oportunidades, este proyecto es realizable con nuestros pensamientos y acciones cotidianas. Para ello, tenemos el referente histórico del Jesús que vivía en toda la Palestina antigua y que cada vez más surge como una alternativa frente a tanta corrupción e injusticia en nuestros contextos, porque las enseñanzas del Dios que se hizo humano para entender nuestra realidad, nos permite seguirlo y proclamar desde su lógica el Reino de Dios.
Este reino de Dios planteado por Jesús de Nazaret, significaba para sus seguidores de su época una esperanza en el fin del mundo, que la destrucción de todo mal sea física o moral, la superación de todas las alienaciones humanas, del pecado, del odio, de la desunión, del dolor y de la muerte. El reino de Dios sería la manifestación de la soberanía y del señorío de Dios sobre este mundo siniestro, dominado por las fuerzas satánicas en lucha contra las fuerzas del bien (Leonardo, 1.977, pág. 71) Sin duda alguna, en el contexto de Jesús, el hecho de esperar un Mesías liberador que los protegiera del terror romano y del terror judaico, tenían esa esperanza planteada por el Maestro y a la cual muchos le apostaron pero que poco a poco se fue diluyendo gracias a la lógica de pensamiento de los discípulos y apóstoles con los cuales Jesús de Nazaret intentó implantar su reino de Dios.
Ahora, el reino de Dios en nuestros contextos se evidencia y se puede tomar por ejemplo desde lo escrito por Mateo en su evangelio: “los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva” Mateo 11, 3 – 5. Todo esto argumentado por la experiencia comunitaria del evangelista, sin duda alguna dará pie para que se inaugure una nueva realidad para el hombre y su realidad. Entonces en nuestros contextos de hoy argumenta Boff: “Quien consiga cambios radicales e introducir semejantes cambios será el Liberador de la humanidad” (Leonardo, 1.977) Hoy, nuestra realidad del reino de Dios se hace presente a cada instante como lo plantea Lucas el evangelista en su libro: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que de la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, y para proclamar el año de gracia del Señor” Lucas 4, 18 – 19. Desde esta lógica, Lucas que es quien escribe desde la misericordia nos presenta que la misión de Jesús es liberadora, no importa la circunstancia en la que se encuentre hoy. Gracias a esta acción liberadora del reino de Dios, todas aquellas personas que sufren pero que tienen la esperanza de su salvación la obtendrán con la misma fe de aquellos que decidieron subir  al techo al paralitico cuando Jesús se encontraba en Cafarnaúm como lo expresa Marcos en su evangelio (Marcos 2, 1 – 12). Entonces, la Buena Noticia del Reino de Dios asusta a todos aquellos que por diferentes circunstancias ven, sienten y palpan al que sufre y al cual muchas veces no ayudan; pero es la misma realidad del Espíritu de Dios que se hace presente en nuestros contextos, realidad reflejada en personas como por ejemplo el Papa Francisco, quien decretó el año de la misericordia como signo presente y real de lo que propuso el que nació en Nazaret al inicio de nuestra era y conocido como el hijo del carpintero, ese carpintero que le enseñó los caminos polvorientos y truculentos por los que debía pasar a lo largo de la vida, una vida llena de alegría pero también de sin sabores, porque esto último se vio reflejado en el abandono de su amigos cercanos pero que otro grupo lo amaba hasta la muerte como lo eran las mujeres. De ahí, el hecho de que las mujeres fueran fundamentales para el hecho del camino de la cruz y de la resurrección, y hoy cobran gran importancia, porque ellas son parte de ese grupo de pobres que buscan al igual que los que reclaman justicia, libertad, salud y muchas otras peticiones, que se pueden ver claramente como el reino de Dios, ese reino que no es una utopía sino una realidad en cada persona creyente o no creyente en Jesús de Nazaret.
Desde esta percepción, Joseph Ratzinger entendido por mi como uno de los más ortodoxos del catolicismo, en su libro Jesús de Nazaret plantea que el reino de Dios se tiene a cada instante en las circunstancias de vida y cita varios ejemplos: “Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios, se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios; convertíos y creed la Buena Noticia” (Marcos 1, 14 – 15). Sin duda alguna, la expresión: está cerca el Reino de Dios es una fuerte arremetida a razonar cada uno de los actos humanos, porque desde la lógica de la razón es como se entra en el Reino de Dios, es decir, se necesita un cambio radical en nuestros pensamientos y en nuestro actuar; es fundamental una conversión a la propuesta de Jesús de Nazaret, propuesta que invita a dejar de estar en la orilla de las comodidades como lo estaban siempre los discípulos del Maestro e irnos a la otra orilla como el mismo lo planteaba, esa otra orilla es donde está el necesitado, el que sufre, a los que Jesús llamaba pobres y que hoy somos todos. Este debería ser el propósito del Reino de Dios hoy, pero me voy a permitir tomar textualmente unas letras del libro mencionado anteriormente del benemérito Benedicto XVI: “Un dato estadístico puede confirmar que la expresión Reino de Dios aparece en el Nuevo Testamento 122 veces; de ellas, 99 se encuentran en los tres evangelios sinópticos y de estas 90 están en boca de Jesús de Nazaret. En el evangelio de Juan y en los demás escritos del Nuevo Testamento el término tiene sólo un papel marginal. Se puede decir que, mientras el eje de la predicación de Jesús antes de la Pascua es el anuncio de Dios, la Cristología es el centro de la predicación apostólica después de la Pascua. ¿Significa esto un alejamiento del verdadero anuncio de Jesús? ¿es cierto lo que dice Rudolf Bultmann de que el Jesús histórico no tiene cabida en la teología del Nuevo Testamento, sino que por el contrario debe ser tenido aún como un maestro judío que, aunque deba ser considerado como uno de los presupuestos esenciales del Nuevo Testamento, no forma parte personalmente de él?. Otra variante de estas concepciones que abren una fosa entre Jesús y el anuncio de los apóstoles se encuentra en la afirmación que ya se ha hecho famosa del modernista católico Alfred Loisy: “Jesús anunció el Reino de Dios y ha venido la Iglesia”. Son palabras que dejan transparentar ciertamente ironía, pero también tristeza: en lugar del tan esperado Reino de Dios, del mundo nuevo transformado por Dios mismo, ha llegado algo que es completamente diferente ¡y qué miseria!: la Iglesia. (Joseph, 2007). Yo humildemente diría la Iglesia no es la culpable de esa miseria a la que se refiere Loisy, son algunos líderes religiosos del cristianismo que, tomaron como brazo de batalla el Reino de Dios planteado por Jesús de Nazaret para explotar al pobre con esta realidad y hacerse ricos en nombre del reino de Dios.

RODRIGO LUIS CASTAÑO VERGARA Lucas 4, 18 - 19


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