DEUTERONOMIO
Es uno de los libros más majestuosos,
más fascinantes y significativos del Antiguo Testamento. Se cita 195
veces en el Nuevo Testamento. En referencias es excedido a los
salmos, a Isaias, a Génesis y a Exodo en ese orden. De hecho, Jesús
lo citó en tres ocasiones en las tentaciones (Mateo 4:1.11; cf. Deut.
8:3; 6:13, 16). Él incluso citó Deut. 6:5 cuando está preguntado cuál era el
mandamiento más grande.
TITULO: Deuteronomio
significa "la segunda ley," o "Repetición de la Ley." Esta
basada en una interpretación equivocada de la traducción de Hebreos 17:18, la
cual correctamente es una " copia de esta ley." EL titulo en Hebreo
es 'ellah had devarim, "Estas son las palabras," de las
primeras dos palabras del original. Deuteronomio es mas que una repetición de
la ley encontrada en los libros anteriores de Moisés. En este libro las leyes
son mas explícitas, interpretadas, explicadas y aplicadas para la vida diaria
del pueblo judío. Quizá el mejor titulo del libro debería ser solo
"Palabras".
AUTOR: El libro consiste casi
enteramente en los discursos de despedida de Moisés mientras él dirigía al
pueblo de Israel momentos antes que ellos cruzaran hacia la tierra prometida.
La evidencia interna y externa es fuerte para Moisés como el autor de este
libro junto con todos los primeros cinco libros del viejo testamento (Deut.
1:1; 31:9, 22, 24ff; Éxodo 17:14; 24:4, 7; Números 33:2). El autor tiene un
conocimiento de primera mano de los detalles y de la historia y geografía del
éxodo. Solamente Moisés podía decir de los detalles de los acontecimientos en
el capítulo tres. Alguien los centenares de la escritura de años más adelante
no sería familiar con tales detalles. Moisés era con un hombre instruido que
sabe leer y escribir y habría sido familiar los tratados del este cercanos y su
forma de escritura. Los elementos egipcios también favorecen Moisés como el
autor. Ningún Egiptólogo ha detectado nunca un anacronismo o cualquier rastro
de la edad o las circunstancias no confinadas al día de Moisés. La convicción
judía muy antigua de que Moisés era el autor se expresa en el título
alternativo para Deuteronomio "El quinto libro de Moisés." Moisés es
declarado ser el narrador del libro entero. (1:1; 5:1; 27:11; 29:2; 31:1; 31:30;
33:1). El es definitivamente el autor responsable del libro. El dirigió,
controlo y fue el responsable de todo lo que estaba en el texto original. Hay
una marcada unidad y una consistencia en sus escritos. El tema obligatorio es
la adoración de Jehová. Con excepción de Cristo, Moisés es el intérprete más
grande de esa adoración. Cristo no solamente es citado en el libro, sino
que se lo atribuyó a Moisés (Mat. 19:7–9; Juan 5:45–47; cf.
Deut 18:18). Así lo dice Lucas, Pedro, Pablo y Santiago en el Nuevo Testamento.
Probablemente fue Josué quien escribió el obituario de Moisés en
Deuteronomio 34. Es mas, la arqueología ha probado que Moisés pudo haber
sido el autor. No hay nada en el libro que indique algo que corresponda a otros
tiempos que no sean los de Moisés. De hecho, contiene todo lo que uno pueda
esperar de la pluma de Moisés.
Mucho se ha escrito sobre la hipótesis
documental o la teoría del Pentateuco, que lleva a cabo la visión que algún
redactor desconocido, o los redactores pasaron a través de los libros antiguos
y de las varias piezas abstraídas. Los autores agregan que el nombre de Moisés
fue dado como el autor para dar estatus a los libros. Es altamente imaginativo
pero carece de credibilidad porque la literatura no se produce en esta manera.
Es artificial y conduce a lo absurdo y al principio falso de la evolución de la
religión para las fórmulas en la formación del Pentateuco. La hipótesis
documental contradice las declaraciones llanas del Antiguo y Nuevo Testamentos
que Moisés es el autor del Pentateuco. Un alocado ha dicho: "si los cinco
libros de Moisés no fueron escritos por Moisés, deben haber sido escritos por
alguien llamado Moisés." Una de las mejores discusiones para la profesión
de escritor de Moisés es la evidencia interna que presenta palabras arcaicas y
construcciones obsoletas como objeto exponiendo a Moisés como autor. Moisés
tenía ayudantes como Eleazar el sacerdote y éste consideraría de variaciones
leves en estilo. Aunque ha pasado con las guerras, calamidades, esfuerzos de
los enemigos de destruirlo, puso a un lado y perdió por siglos, todavía tiene
el sentido de lo original y de un texto digno de confianza. La profesión de
escritor de Moisés ha tenido la tradición intacta unánime de la propiedad judía
y cristiana hasta años recientes. Correcto, nadie ha probado que Moisés no
escribió estos cinco libros. La hipótesis documental como presentado
originalmente ha deteriorado casi totalmente entre los estudiantes el estudio
del Pentateuco.
Los capítulos 28,30 son una de las profecías
más asombrosas de la Biblia porque predice la historia entera de la gente
judía. Incluso señala al tiempo en que dejan de ser una nación y se dispersan
sobre la faz de la tierra (28:64; 30:1.6). Con los cuadros gráficamente vivos
de la palabra Moisés describe para ellos qué resultaría si él cambiara Jehová
al servicio y a los ídolos de sus vecinos. Por lo tanto, Israel vagó por muchos
siglos como gente sin una tierra. Moisés miraba lejos en el futuro y vio a
gente dispersada en tierras del cautiverio, y entonces él vio a Dios
reunirlos a ellos otra vez a una restauración final.
Es significativo que Moisés nunca es
elogiado hasta después de su muerte en armonía con su humildad (34:10). Es muy
razonable concluir que este trabajo es el resultado de una conexión histórica
verdadera entre el hombre y el libro que lleva su nombre como autor. Refleja
claramente la personalidad de Moisés, de los datos geográficos de Egipto, del
desierto de Sinaí y del ajuste histórico que esperaríamos en su contenido. Es
un gran libro de un gran autor.
LUGAR: El pueblo de Israel está situado en
la tierra del ultimo campamento en el desierto en los llanos de Moab
durante el intervalo de cuarenta días antes de cruzar la Jordania para comenzar
la conquista de Canaan. El ajuste de la comprobación es igual que la abertura
de Josué en el desierto. El libro entero ocurre en los llanos de Moab. Los que
salieron de Egipto han vagado en el desierto por casi 38 años (Números
16:1.17:13; 20:1; Deut. 1:19.46). Ahora estaban en el mismo punto que hacia 38
años antes. Al principio del cuadragésimo año estaban en Cades-barnea por una
segunda vez (Num. 20:1.21:35 ), y ahora tenemos ante nosotros el ultimo
mes en la vida de Moisés. ¿Qué tendrá que decir el gran líder a su
gente? ¿Cuál será su voluntad y último testamento?
FECHA: c. 1406 antes de Cristo y cubre mas o
menos cuarenta años.
TEMA: El tema de Deuteronomio se dispone en
las palabras "posee" y "posesión." Éstas son exhortaciones
e instrucciones referentes a la posesión de la tierra prometida. Estamos en el
borde de ir a través del río de Jordania y de tomar la posesión de la tierra.
El énfasis del convenio en Deuteronomio está en el establecimiento en la tierra
prometida. Éste es un convenio de la posesión de la tierra. En este convenio
ampliado, hay también la disposición para el exilio si la gente rechaza a
Yahvé para servir a los ídolos.
PALABRAS CLAVE: "Recuerda,"
"posee," "obedecer"
PROPÓSITO: Deuteronomio es una
exposición en forma modificada de las instrucciones y de las leyes a una
segunda generación de Israelitas que creció en el viaje por el desierto.
Toda la primera generación está muerta ahora, a excepción de Josué, Caleb y
Moisés. Moisés morirá antes de cruzar Israel sobre el Jordán. Es
básicamente una revisión de la ley antes de cruzar a la tierra prometida. Este
libro ayuda al pueblo a ajustarse a un nuevo líder y a una nueva vida en
el convenio en una tierra nueva. Describe a la audiencia que oyó estos mensajes
predicados como "todo el Israel." Sin embargo, los lectores serían el
pueblo después de que se hayan instalado en la tierra. El libro sirve como
recordatorio del propósito de Dios para Israel y cómo deben vivir como su gente
en la tierra nueva.
VERSOS CLAVE: 10:12–13
"Ahora, pues, Israel, ¿qué pide
Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Yahvé tu Dios, que andes en todos sus
caminos, y que lo ames, y sirvas a Yahvé tu Dios con todo tu corazón y con toda
tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo
te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?"
ESTILO: Esto es sobre todo
un libro de oratoria que consiste de los sermones o de los discursos que
contienen la ley y la historia redentora. Contiene los mensajes de despedida
dados por Moisés mientras que él repasa la historia de la gente elegida. Los
tres discursos principales son precedidos por una breve introducción (1:1.5) y
seguidos por un epilogo (34) que dé el panegírico de Moisés. Sirve como
"puente" entre la primera y segunda generación de Israelitas.
Deuteronomio se escribe en un estilo constante con la exposición de la ley
civil, moral y religiosa, y es didáctico. Tiene el tono de un padre mayor que
habla a sus niños que les recuerda la importancia de la obediencia. Transporta
la impresión de un viejo hombre reprendiendo a sus niños para la desobediencia.
Él esta ansioso que recuerden el convenio y sean fieles al SEÑOR Dios cuando él
quiere irse más lejos para recordárselos. Hay también la fuerza del
reconocimiento como líder responsable y respetado con su integridad intacta.
OPCIÓN DEL DIOS DE ISRAEL: Yahvé eligió a Israel
para ser su propia posesión (Deu. 7:6.8). El concepto de la
"elección" de Israel en el Antiguo Testamento es comunicado lo más a
menudo posible por el verbo "para elegir." El SEÑOR Dios expresó su
opción creando a una nueva gente, es decir, su propia gente peculiar. Cuando
pensamos en la elección divina, no debemos pensar en el Dios que elige de una
nación ya existente mientras que rechazan todas las otras. A través del trabajo
del rescate, Dios creó una nueva gente. Él comenzó desde la basura con una
nueva familia, Abraham, y creó una nueva nación, Israel, basado en un nuevo
convenio. Génesis 3 a 11 demuestra que todas las naciones de la tierra habían
llegado a ser corruptas más allá de la imaginación (Gen 6:5ff, 11). Con Abraham
y sus descendientes, Dios hacía algo enteramente nuevo. Él creaba a su propia
gente especial a que él eligió amar más bien que destruyendo totalmente
la tierra. Aquí está una familia que ahora ha crecido en una nación que no
especuló sobre Dios. Le conocían de sus experiencias con él. Habían
experimentado su liberación de Egipto y él les exigió su obediencia y
adoración. Ese gran acto de la fe y de la obediencia se expresa en el
gran Shema en 6:4.5.
¿Por qué el SEÑOR eligió Israel? El
convenio comienza con amor, "porque el SEÑOR le ama" (7:8). Era un
acto de la tolerancia (7:6.11).
Esta es la razón por la cual el
mandamiento en Josué de destruir totalmente a sus enemigos era tan crítico. Es
extraño para nosotros en el vigésimo siglo. Sin embargo, habría sido la muerte
de una nueva nación si Israel no hubiera obedecido a Dios Yahvé eligió Israel, y él es el Dios de Israel. Él
no ha entrado en un convenio con ninguna otra nación. Sin embargo, la tensión
de Deuteronomio es que Israel tiene presente los peligros de contaminar su fe
con la idolatría de los canaanitas. El peor pecado que Israel podía cometer
contra Dios era covertirse a otros dioses. El castigo para la idolatría eran
terrible y severo. Dios no toleraría la idolatría debido a la relación especial
que tenia con su gente. La peor falta de Israel de obedecer la ley de Dios era
la idolatría y como castigo la destrucción del reino y exilio de la
tierra prometida .
El politeísmo es absolutamente
increíble. Se toma como concedido en Deuteronomio y Josué que los canaanitas
eran gente reprobada. La destrucción completa de los canaanitas era
necesaria para prevenir la corrupción de Israel. La pureza de la lealtad y de
la adoración de Israel no podría ser preservada a menos que estos caracteres
pervertidos fueran aniquilados. Números 25:1 son un buen recordatorio de lo qué
sucedió cuando Israel jugó con la idolatría de Moab. No puede permitirse
repetir el mismo error (Deut. 7:1.5).
Por otra parte, no nos olvidemos del
propósito de este convenio. Israel debía ser una nación misionera. Dios
bendeciría todas las familias de la tierra a través de Israel (Gen 12:3).
"Porque eres pueblo santo á Jehová tu Dios, y Yahvé te ha escogido para
que le seas un pueblo singular de entre todos los pueblos que están sobre la
haz de la tierra." (Deu. 14:2). Israel perteneció al SEÑOR de una
manera peculiar, con los derechos personales de ellos como su posesión
personal. A través de Israel el Mesías vendría. Israel era el almacén de la
revelación divina y ella llevaría el mensaje de Dios a todas las naciones. La
gente judía no era mejor, ni más sabia, ni más fuerte que cualquier otra
nación. Para el momento en que viniera Cristo ella era la gente mejor preparada
para llevar las buenas noticias a las naciones (no-Judias) gentiles. La nación
entera era testigo a las naciones (Exodo 19:5, 6; Amos 3:2).
Todo Dios pidió de Israel era que ellos
lo amaran y lo sirvieran con todo el corazón y alma. El guardar de sus
mandamientos era simplemente la expresión del amor. Si lo amamos, haremos lo
que él dice que hagamos. Si lo amamos, guardaremos sus mandamientos.
DEUTERONOMIO Y LOS PACTOS DEL CERCANO
ORIENTE
Los últimos eruditos ha acentuado la
consistencia del pacto en Deuteronomio y los tratados del cercano oriente
durante los siglos 13 y 14 antes de Cristo. Los Hebreos utilizan las mismas
palabras para hacer un tratado o convenio internacional y el de Yahvé y
su gente. La mayoría de estos tratados se descubrieron entre 1500 y 600
antes de Cristo. Nos estamos ocupando de este mismo marco de tiempo en
Deuteronomio. Las ideas y los términos demuestran una relación notable entre
las partes de los tratados y el convenio de Dios y su pueblo. La nueva relación
con Dios fue llamada un pacto. Este convenio era un paso decisivo en la
creación de la nación de Israel.
Los convenios antiguos se asemejan a
los tratados en lo que se refiere a su lenguaje retórico, estructura e
ideología. El propósito de un tratado era asegurar la lealtad entera del
vasallaje al otro socio en el tratado. El estilo retórico es una
característica de Deuteronomio. La terminología es repleta con palabras como
"miedo," "amor," "atender a la voz de,"
"seguimiento." De hecho, "la voz rebelde, peca" al igual
que el pueblo del pacto.
La semejanza más llamativa es la
estructura de la los tratados y los convenios en el Antiguo Testamento. Había
seis porciones en un tratado: Un preámbulo que nombra al autor del tratado, un
prólogo histórico definiendo la relación entre las partes, las estipulaciones
que describen las responsabilidades mutuas, el documento del tratado que debía
ser leído en intervalos regulares, una lista de los dioses que atestiguaron el
tratado, y sus maldiciones resultantes, de las bendiciones y de las amenazas si
el tratado es violentado. Por supuesto, el Antiguo Testamento omitió la lista
de dioses porque Yahvé cortaba el
convenio con su gente elegida. Por lo menos cuatro de estos elementos se
encuentran en Deuteronomio: el prólogo, las estipulaciones, el documento del
tratado y las bendiciones.
Por otra parte, ambos comienzan con
historia e insistencia respecto a la gracia y a la misericordia del autor del
pacto. La amabilidad se demuestra a menudo al pueblo vasallo. Aquí vemos a
menudo a Yahvé recordándole a su misericordia. Las estipulaciones vienen
después que el SEÑOR les ha recordado a su pueblo lo que él ha hecho para
ellos. Por supuesto, las bendiciones se prometen para la obediencia y las
maldiciones si el tratado es violentado. Dios ha entrado en un convenio con
Israel y él espera que sean obedientes y leal a él. El exilio de la tierra
prometida es la maldición si son desobedientes y van detrás de ídolos. Los
profetas fueron enviados de Dios para llevar juicios proféticos cuando el pueblo
desobedeciere. Dios guardó a su gente con tolerancia y misericordia.
Otros ejemplos del motivo del tratado se sugieren en Exodo 19,24; Josué 24 y I
Samuel 12.
Es digno de notar que estos tratados
fueron transmitidos a las generaciones subsecuentes como documentos
inviolables. Fueron sellados y colocados en lugares seguros por ejemplo en los
templos. Éste es probablemente la evidencia más fuerte contra un proceso
evolutivo de la escritura y de desarrollar los primeros cinco libros de la
Biblia, y especialmente Deuteronomio.
UN PROFETA COMO MOISES: Deuteronomio 18:15.19
da el aseguramiento de Israel que Dios no los abandonará, pero los
dirigirá y conducirá. Jesús es el profeta por excelencia. Él entendía este
profecía como se refiere de si mismo en Juan 5:46, y el Apóstol Pedro
también lo entendía así al referirse a Jesús (Hechos 3:22.26). El habla
inequívocamente del Mesías, Jesucristo.
PRINCIPIOS DE MORAR:
1. Los principios
generales en Deuteronomio son eternos. Justamente como Jesús encontró fuerza en
la palabra de Dios para hacer frente al Tentador, así nosotros podemos
encontrar fuerza espiritual en la cara de la oposición mientras aplicamos la
palabra de Dios en nuestras vidas. Se ordenó a la gente que escribiera ciertas
porciones de las escrituras en sus portones y los memorizara. Podemos
escribirlo en las tarjetas, inscripción en los carteles, placas, escuchar ellos
en los cassettes como recordatorios constantes para leer y prestar atención a
la palabra de Dios. La cosa importante es conseguirla antes de nosotros y en
nuestros corazones así que podemos habitar en ella.
2. Jesús dijo que los
dos grandes mandamientos de la ley eran amar al SEÑOR Dios y amar a su prójimo.
Éste es el corazón de Deuteronomio. El amor es la llave de la vida con Dios. Le
debemos nuestros corazones porque él primero nos amó.
3. Dios se ha revelado
en los hechos de la historia. Él se refiere sobre las situaciones humanas,
tuyas y mías.
4. Jehová encontró que
Israel estaba fuera de su gracia. Gracia es la única explicación para la nación
de Israel. También esta es la única explicaron que podemos darnos de su amor a
nosotros.
5. El énfasis de
Deuteronomio esta en la relación existente entre la verdadera fe y una vida
santa. El cristianismo no es una póliza de seguros que nos garantice que vamos
a ir al cielo. Es acerca del propósito eterno de Dios para nosotros conforme a
su voluntad con su Hijo. Obtener nuestra salvación es justo la primera
fase, por lo tan importante que es. Mucho de nuestro mal
cristianismo es el resultado de nuestra predicación de seguros contra
incendios. El SEÑOR nos ha redimido y él exige nuestra lealtad a
él.
6. "El Señor,
Nuestro Dios, Uno es." La unidad del Dios Triuno esta presente. El es
"uno" como una unidad con distinciones de las tres divinas personas
en la Trinidad.
7. Cuales son aquellos
canaanitas en nuestras vidas que debemos quitar? Esta usted espiritualmente
"casado" con algunos valores culturales modernos violando los valores
de Dios?
8. El peor pecado sigue
siendo la idolatría. El castigo fue severamente terrible para Israel. Fue la
falta de Israel de obedecer el mandato de Jehová de destruir a los canaanitas
que los condujo para llegar a una total idolatría, y en última instancia
a la destrucción del reino y exilio de la tierra prometida.
Este gran libro termina con la
enfermedad mortal de Moisés. El galardonado escritor F. B. Meyer se ha
expresado en la siguiente forma:
A los 120, su ojo no se ha apagado, ni
su fuerza natural ha disminuido, el hombre ya envejecido subió al Monte Sinai,
y, como él vio la tierra prometida, la cual él esperaba entrar, Dios lo levantó
suavemente en la mejor tierra. En un momento, su alma había pasado dentro
del velo, y él estaba en el casa con Dios. Dios enterró su cuerpo. De su
sepulcro, ningún hombre sabe. Su restos fueron quitados de todo lo que podría
llegar a la idolatría.
La ultima visión que tenemos de Moisés
en las escrituras está en el pasaje de la Transfiguración, junto con Elijas,
hablando con Jesús sobre su próximo éxodo. Debido a su muerte y resurrección,
él nos prometió que, "voy a preparar un lugar para ustedes.
DEUTERONOMIO: es una palabra de origen griego,
que significa "segunda ley". Tal designación expresa sólo en parte el
contenido del quinto libro del Pentateuco, ya que este, más que un código de
leyes en sentido estricto, es una larga y vibrante exhortación destinada a
"recordar" a Israel el sentido y las exigencias de la Alianza. De
allí que las prescripciones concretas estén siempre acompañadas de advertencias
y reproches, de promesas y amenazas.
El Deuteronomio está estructurado como
una serie de discursos dirigidos por Moisés a los israelitas antes de su
entrada en Canaán. Esta forma literaria se explica por las circunstancias que
dieron origen a la composición del Libro. Desde tiempos muy antiguos, los
sacerdotes levíticos prolongaron la actividad de Moisés, proclamando
solemnemente en las celebraciones litúrgicas la Alianza del Señor con su Pueblo
elegido. En estas celebraciones, ellos no se limitaban a repetir una Ley fijada
para siempre, sino que la completaban y actualizaban, a fin de responder a
nuevas situaciones y necesidades. Así las leyes contenidas en los códigos
tradicionales de Israel se vieron enriquecidas con elementos originales de
importancia, que luego quedaron consignados en la legislación deuteronómica.
Entre estos aportes merecen especial atención la ley sobre la unidad del
Santuario, los criterios para discernir a los auténticos profetas y las severas
prescripciones contra la idolatría. Todo esto estaba destinado a contrarrestar
el pernicioso influjo que la religión de Baal y los cultos cananeos ejercían
sobre la fe de Israel.
La composición del Deuteronomio
atravesó por diversas etapas. Su redacción primitiva puede situarse en el siglo
VIII a.C., en los ambientes levíticos del reino del Norte. Después de la
destrucción de Samaría, estos grupos se refugiaron en Judá y el Libro quedó
depositado en los archivos del Templo de Jerusalén. En el año 622 a.C., el rey
Josías mandó reparar el Templo, y allí se encontró un "libro de la
Alianza" (2 Rey. 23.2), que fue leído en presencia del rey y dio
un nuevo impulso a la reforma religiosa iniciada por él. Este "libro
de la Alianza" era sin duda el Deuteronomio, aunque en una forma
más breve que la actual. A partir de ese momento, la legislación deuteronómica
se convirtió en objeto de asidua meditación y proporcionó un criterio de primer
orden para interpretar toda la historia de Israel. Posteriormente, la obra
original fue completada y enriquecida con nuevos aportes, hasta que pasó a
formar parte del Pentateuco.
Entre todos los escritos del Antiguo
Testamento, el Deuteronomio se destaca por su estilo peculiar. Su lenguaje es
solemne, pero al mismo tiempo directo, cálido y preocupado por suscitar una
incondicional fidelidad al Señor. Es un estilo que quiere hablar sobre todo al
corazón. La repetición incansable de ciertas palabras y giros confiere a toda
la obra una notable fuerza persuasiva.
El paso frecuente del "tú" al
"ustedes" es otra característica del estilo deuteronómico. Esta
alternancia es un procedimiento oratorio para interpelar a los oyentes: el
"tú" apunta menos a los individuos en particular que a la conciencia
de la comunidad, en la que cada uno debe verse representado y medir su propia
responsabilidad.
El Deuteronomio traza para Israel un
programa de vida, inspirado en la predicación de los Profetas, en los escritos
sapienciales y en las tradiciones históricas del Pentateuco, desde los tiempos
patriarcales hasta la entrada en la Tierra prometida. El Dios que aquí se
manifiesta no es una divinidad fría y distante, sino el Dios misericordioso que
está cerca de su Pueblo y le revela su Ley, porque lo ama y espera ser amado
con la misma intensidad. De esa manera, el Deuteronomio marca un jalón decisivo
en el camino hacia la revelación definitiva de Dios en el Nuevo Testamento,
donde el Apóstol san Juan afirma: "Dios es amor, y el que
permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él" (1
Jn. 4. 16).
PRIMER DISCURSO DE
MOISÉS
El Deuteronomio se presenta como el
testamento espiritual de Moisés. Poco antes de su muerte, él reúne por última
vez al pueblo y pronuncia sus palabras de despedida. En su primer discurso,
Moisés evoca la experiencia común vivida en el desierto. Esta experiencia está
llena de enseñanzas. En los acontecimientos de su propia historia, Israel debe
ver el signo más elocuente del amor del Señor, que lo eligió gratuitamente. Y
también debe reconocer el poder de su Dios, que lo liberó de todos los
peligros. Así, antes de proclamar la voluntad divina expresada en la Ley, el
legislador expone los hechos que fundamentan la autoridad del Señor y su
derecho a reclamar una absoluta fidelidad.
En esta evocación histórica, se destaca
la suerte corrida por la primera generación de israelitas en el desierto. Por
su pecado de incredulidad, ellos fueron condenados a morir sin entrar en la
Tierra prometida. También este hecho debe servir de advertencia. El amor del
Señor es exigente. La fidelidad a él abre el camino de la felicidad; la
infidelidad separa al Pueblo de su Dios, única fuente de vida, y lo lleva
necesariamente a la ruina.
UBICACIÓN GEOGRÁFICA DEL DISCURSO
1 1 Estas son las palabras que
Moisés dirigió a todo Israel, al otro lado del Jordán, en el desierto, en la
Arabá, frente a Suf, entre Parán, Tofel y Labán, Jaserot y Dizahab. 2 –Desde el
Horeb hasta Cades Barné, hay once días de camino por las montañas de Seír–. 3
En el cuadragésimo año, el primer día del undécimo mes, Moisés habló a los
israelitas, como el Señor se lo había ordenado.
4 Después de haber derrotado a Sijón,
rey de los amorreos que residía en Jesbón, y a Og, rey de Basán, que residía en
Astarot y Edrei, 5 al otro lado del Jordán, en territorio de Moab, Moisés
comenzó a exponer esta Ley, diciendo:
MIRADA HISTÓRICA RETROSPECTIVA: LA
PARTIDA DEL HOREB
6 El Señor, nuestro Dios, nos habló en
el Horeb en estos términos: "Ya han estado bastante tiempo en esta
montaña. 7 Den vuelta y pónganse en camino, para ir a la montaña de los
amorreos y a todas las regiones vecinas: La Arabá, la Montaña, la Sefelá, el Négueb
y la costa marítima –es decir, la tierra de Canaán– y el Líbano, hasta el Gran
Río, el río Éufrates. 8 Yo pongo el país delante de ustedes: vayan a tomar
posesión de la tierra que el Señor juró dar a sus padres, a Abraham, a Isaac y
a Jacob, y a sus descendientes después de ellos".
LA INSTITUCIÓN DE LOS JUECES
9 En aquel tiempo, yo les dije:
"Yo solo no puedo hacerme cargo de todos ustedes. 10 El Señor, su Dios,
los ha multiplicado de tal manera, que hoy ustedes son numerosos como las
estrellas del cielo. 11 ¡Que el Señor, el Dios de sus padres, los haga aún mil
veces más numerosos y los bendiga, como lo ha prometido! 12¿Cómo podré,
entonces, cargar yo solo con el peso de todos ustedes y ocuparme también de sus
litigios? 13 Designen para cada una de sus tribus a hombres sabios, prudentes y
experimentados, y yo los pondré al frente de ustedes".
14 Ustedes me respondieron: "Tu
propuesta nos parece buena". 15 Entonces tomé de entre los jefes de las
tribus a unos hombres sabios y experimentados y los puse al frente de ustedes
como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez hombres, y como escribas
para las tribus. 16 Al mismo tiempo, di esta orden a los jueces: "Escuchen
a sus hermanos y hagan justicia, cuando tengan un pleito entre ellos o con un extranjero.
17 No sean parciales en los juicios: escuchen a los humildes lo mismo que a los
poderosos. No se dejen intimidar por nadie, porque el juicio pertenece a Dios.
Y cuando se les presente un caso demasiado difícil, diríjanse a mí, para que yo
lo resuelva". 18 Así les indiqué aquella vez todo lo que ustedes debían
hacer.
LA LLEGADA A CADES BARNÉ
19 Después partimos del Horeb, y
comenzamos a recorrer el desierto inmenso y temible que ustedes han visto.
Íbamos hacia la montaña de los amorreos, como el Señor, nuestro Dios, nos lo
había ordenado, y llegamos a Cades Barné.
LA EXPLORACIÓN DE CANAÁN
20 Entonces yo les dije: "Ya han
llegado a la montaña de los amorreos, que nos da el Señor, nuestro Dios. 21 El
Señor, tu Dios, pone este país delante de ustedes: sube a tomar posesión de él,
según te lo ha dicho el Señor, el Dios de tus padres. No temas ni te
acobardes". 22 Pero ustedes se acercaron a mí para decirme: "Enviemos
delante de nosotros algunos hombres para que exploren la región y nos informen
sobre el camino que debemos tomar y sobre las ciudades a las que debemos
entrar".
23 La idea me pareció buena, y yo
designé a doce de ustedes, uno por cada tribu. 24 Ellos se dirigieron hacia la
región montañosa y llegaron al valle de Escol. Después de haber inspeccionado
la montaña, 25 regresaron trayendo en sus manos frutos de esa región, y nos
presentaron este informe: "La tierra que nos da el Señor, nuestro Dios, es
excelente".
El temor y la protesta de los
israelitas
26 Pero ustedes se negaron a subir y se
rebelaron contra la orden del Señor, su Dios. 27 Se pusieron a murmurar en sus
carpas, diciendo: "El Señor nos aborrece; por eso nos hizo salir de Egipto
para entregarnos a los amorreos y destruirnos. 28 ¿Adónde iremos? Nuestros
hermanos nos dejaron sin aliento, cuando nos dijeron: ‘Son gente más grande y
más alta que nosotros; las ciudades son enormes y están provistas de murallas
que se elevan hasta el cielo. Allí vimos también a los anaquitas’".
La exhortación de Moisésa confiar en el
Señor
29 Entonces yo les dije: "No se
acobarden ni les tengan miedo. 30 El Señor, su Dios, que va delante de ustedes,
combatirá por ustedes, como lo hizo en Egipto ante sus propios ojos, 31 y
también en el desierto, donde tú viste que el Señor, tu Dios, te conducía como
un padre conduce a su hijo, a lo largo de todo el camino que recorriste hasta
llegar a este lugar". 32 Y a pesar de todo, ustedes no tuvieron confianza
en el Señor, su Dios, 33 que los precedía durante la marcha para buscarles un
lugar donde acampar: de noche en el fuego, mostrándoles el camino que debían
seguir, y de día en la nube.
La indignación del Señory el castigo
del pueblo
34 Al oír lo que ustedes decían, el
Señor se irritó y pronunció este juramento: 35 "Ni uno solo de los hombres
de esta generación perversa verá la hermosa tierra que yo juré dar a sus
padres. 36 El único que podrá verla es Caleb, el hijo de Iefuné. A él y a sus
hijos les daré la tierra que sus pies han pisado, porque él ha sido siempre
fiel al Señor".
37 Y por culpa de ustedes, el Señor se
indignó también contra mí, y me dijo: "Tampoco tú entrarás. 38 El que
entrará es Josué, tu ayudante. Infúndele valor, porque él deberá poner a Israel
en posesión de la tierra. 39 Y también entrarán los niños –esos que según
ustedes iban a ser presa del enemigo– los hijos de ustedes, que aún no saben
distinguir lo bueno de lo malo; a ellos les daré la tierra y ellos la poseerán.
40 En cuanto a ustedes, den vuelta y avancen hacia el desierto, en dirección al
Mar Rojo".
41 Ustedes me dijeron: "Hemos
pecado contra el Señor. Pero ahora estamos dispuestos a subir y a combatir como
el Señor, nuestro Dios, nos ha ordenado". Cada uno de ustedes se equipó
con sus armas, creyendo que era fácil subir a la montaña. 42 Pero el Señor me
dijo: "Ordénales que no suban a combatir, porque yo no estoy más en medio
de ellos. Si lo hacen, serán derrotados por sus enemigos".
43 Yo les transmití la advertencia,
pero ustedes no me escucharon y, rebelándose contra la palabra del Señor,
tuvieron la osadía de escalar la montaña. 44Entonces los amorreos que habitan
en esa montaña les salieron al encuentro, los persiguieron como abejas, y los
derrotaron en la región de Seír hasta llegar a Jormá. 45 Cuando ustedes
regresaron, se pusieron a llorar delante del Señor, pero él no los escuchó ni
les hizo caso. 46 Y así tuvieron que permanecer en Cades durante tanto tiempo.
El paso por Edóm y Moab
2 1 Después dimos vuelta y nos
pusimos en camino hacia el desierto, en dirección al Mar Rojo, como me lo había
dicho el Señor. Durante muchos días estuvimos dando vueltas alrededor del
macizo de Seír, 2 hasta que por fin el Señor me dijo: 3 "Basta ya de dar
vueltas alrededor de esta montaña. Ahora diríjanse hacia el norte. 4 Comunica
esta orden al pueblo: Ustedes van a pasar por la región de Seír, donde viven
sus hermanos, los descendientes de Esaú, los cuales desconfían de ustedes. Pero
atiendan bien: 5 no los provoquen, porque yo no les daré nada de su territorio,
ni siquiera el espacio que ocupa la huella de una pisada, ya que el macizo de
Seír se lo he dado en posesión a Esaú. 6 Cómprenles con dinero el alimento que
necesitan para comer, y páguenles también el agua que beban. 7 Porque el Señor,
tu Dios, te ha bendecido en todas tus empresas, y te ha protegido mientras
caminabas por este gran desierto. Ya hace cuarenta años que el Señor, tu Dios,
está contigo y nunca te faltó nada".
8 Por la ruta de la Arabá, que viene de
Elat y de Esión Guéber, bordeamos la región de Seír, donde viven nuestros
hermanos, los descendientes de Esaú. Luego dimos vuelta y tomamos el camino del
desierto de Moab. 9 Entonces el Señor me dijo: "Tampoco ataques a Moab ni
lo provoques a la guerra, porque no te daré ninguna fracción de su territorio,
ya que la posesión de Ar se la he dado a los descendientes de Lot".
–10 Antiguamente habían estado allí los
emíes, un pueblo fuerte, numeroso y de elevada estatura como los anaquitas.
11Tanto ellos como los anaquitas eran tenidos por gigantes, pero los moabitas
los llaman emíes. 12 En Seír, en cambio, primero estuvieron los hurritas; pero
los descendientes de Esaú los desposeyeron y los exterminaron, instalándose en
lugar de ellos, como lo hizo Israel con la tierra que el Señor le dio en
posesión–.
13 "Y ahora, ordenó el Señor,
reanuden la marcha y crucen el torrente Zéred".
La llegada a la Transjordania
Entonces pasamos el torrente Zéred. 14
Desde que salimos de Cades Barné hasta que cruzamos el torrente Zéred,
transcurrieron treinta y ocho años: el tiempo suficiente para que muriera toda
aquella generación de guerreros, como el Señor se lo había jurado. 15 Porque el
Señor puso su mano sobre ellos, hasta hacerlos desaparecer por completo del
campamento.
16 Cuando ya no quedó en medio del
pueblo ninguno de aquellos guerreros –porque todos habían muerto– 17 el Señor
me habló en estos términos: 18 "Ahora vas a pasar por Ar, que está en las
fronteras de Moab, 19 y luego te vas a enfrentar con los amonitas. No los
ataques ni los provoques, porque yo no te daré en posesión ninguna fracción de
su territorio, ya que se lo he dado en posesión a los descendientes de
Lot".
–20 También este era considerado un
país de gigantes. En efecto, allí habitaron antiguamente los gigantes que los
amonitas llaman zamzumíes. 21 Eran un pueblo fuerte, numeroso y de elevada
estatura como los anaquitas; pero el Señor los destruyó por medio de los
amonitas, que los desposeyeron y se establecieron en lugar de ellos. 22 Lo
mismo había hecho con los descendientes de Esaú, que habitan en Seír, cuando
por medio de ellos destruyó a los hurritas; de esta manera, aquellos
desposeyeron a los hurritas y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy.
23 En cuanto a los avitas, que habitaban en los poblados hasta Gaza, fueron
exterminados por los caftoritas, provenientes de Caftor, los cuales se
establecieron en lugar de ellos–.
24 Luego el Señor añadió:
"Reanuden la marcha y crucen el torrente Arnón. Yo te entrego a Sijón, rey
de Jesbón, el amorreo, con todo su país. Prepárate para iniciar la conquista y
provócalo a la guerra. 25 A partir de este momento, haré que el pánico y el
terror se apoderen de todos los pueblos que están bajo el cielo: el que oiga
hablar de ti, temblará y se estremecerá de espanto".
LA CONQUISTA DEL REINO DE SIJÓN
26 Desde el desierto de Quedemot envié
mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con la siguiente propuesta de paz:
27"Déjame pasar por tu país. Iré por el camino, sin desviarme ni a la
derecha ni a la izquierda. 28 Véndeme las provisiones necesarias para comer, y
dame también, a cambio de dinero, agua para beber. Te pido solamente que me
dejes pasar, 29 como ya me han dejado los descendientes de Esaú, que viven en
Seír, y los moabitas de Ar. Así podré cruzar el Jordán y llegar a la tierra que
nos da el Señor, nuestro Dios".
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, se negó a
dejarnos pasar por su territorio, porque el Señor, tu Dios, había ofuscado su
espíritu y endurecido su corazón, a fin de ponerlo en tus manos, como lo está
todavía hoy. 31 Entonces el Señor me dijo: "He decidido entregarte a Sijón
con todo su país. Empieza la conquista apoderándote de su territorio". 32
Sijón nos salió al paso con todas sus tropas, dispuesto a librarnos batalla en Iasá.
33 Pero el Señor lo puso en nuestras manos y lo derrotamos, a él con sus hijos
y todas sus tropas. 34 Nos apoderamos de todas sus ciudades y las consagramos
al exterminio, sacrificando a hombres, mujeres y niños, sin dejar ningún
sobreviviente. 35 Nos reservamos como botín solamente el ganado y los despojos
de las ciudades conquistadas. 36 Desde Aroer, en la ribera del Arnón
–incluyendo la ciudad que está en el valle– hasta Galaad, no hubo para nosotros
ninguna ciudad inexpugnable: el Señor, nuestro Dios, nos entregó todo. 37 Pero
no te acercaste al país de los amonitas: toda la ribera del torrente laboc, las
ciudades de la montaña y todos los lugares que el Señor, nuestro Dios, te había
prohibido.
La conquista del reino de Og
3 1 Después dimos vuelta y subimos
en dirección a Basán. Entonces Og, rey de Basán, nos salió al paso con todo su
ejército, dispuesto a presentarnos batalla en Edrei. 2 Pero el Señor me
advirtió: "No le tengas miedo, porque yo lo pondré en tus manos con todo
su ejército y sus dominios. Trátalo de la misma manera que trataste a Sijón, el
rey de los amorreos que habitaba en Jesbón".
3 Efectivamente, el Señor, nuestro
Dios, puso también en nuestras manos a Og, rey de Basán, con todo su ejército,
y lo derrotamos hasta tal punto que no le quedó ni un solo sobreviviente.
4Aquella vez nos apoderamos de todas sus ciudades. Las conquistamos todas, sin
exceptuar ninguna: las sesenta ciudades del distrito de Argob, que pertenecía al
reino de Og, en Basán. 5 Todas ellas eran ciudades defendidas por altas
murallas, puertas y cerrojos, sin contar las ciudades de los perizitas, que
también eran muy numerosas. 6 Y las consagramos al exterminio, como habíamos
hecho con Sijón, rey de Jesbón, matando en cada ciudad a hombres, mujeres y
niños. 7 Pero nos reservamos como botín el ganado y los despojos de las
ciudades.
8 Así conquistamos, en aquella ocasión,
el territorio de los dos reyes amorreos de la Transjordania, desde el Arnón
hasta el monte Hermón 9 –al cual los sidonios llaman Sirión y los amorreos
Senir– 10 incluidas todas las ciudades del altiplano, todo Galaad y todo Basán,
hasta Salcá y Edrei, ciudades del reino de Og, en Basán. 11 En cuanto a Og, rey
de Basán, él era el único sobreviviente de la raza de los gigantes, como puede
apreciarse por su sarcófago, que todavía se encuentra en Rabat de los amonitas:
es un sarcófago de basalto, que mide cuatro metros y medio de largo por cuatro
de ancho, según la medida común.
La distribución de la Transjordania
12 Una vez que tomamos posesión del
país, yo entregué a las tribus de Rubén y de Gad el territorio que se extiende
desde Aroer, en el valle del Arnón, hasta la mitad de las montañas de Galaad,
con sus ciudades. 13 Y cedí a media tribu de Manasés el resto de Galaad y todo
Basán –el reino de Og– incluyendo el distrito de Argob. Ahora bien, todo Basán
es lo que hoy se llama Tierra de Gigantes. 14 Pero Jaír, hijo de Manasés, se
apoderó del distrito de Argob, hasta la frontera de Gesur y de Maacá, y puso su
nombre a esa parte de Basán, que hasta hoy se sigue llamando Jaír. 15 A Maquir
le di Galaad. 16 A las tribus de Rubén y de Gad les cedí el territorio que va
desde Galaad hasta el Arnón, con la mitad del torrente como frontera, y hasta
el torrente laboc, que sirve de límite con los amonitas; 17 y además, la Arabá,
con el Jordán como frontera desde Genesaret hasta el mar de la Arabá o mar de
la Sal, al pie de las laderas del Pisgá, hacia el oriente.
Instrucciones de Moisésa las tribus de
la Transjordania
18 En aquel tiempo, yo les di esta
orden: "El Señor, su Dios, los ha puesto en posesión de esta tierra.
Ustedes, los guerreros, tomen sus armas y avancen al frente de sus hermanos,
los israelitas. 19 Solamente sus mujeres, con los niños y el ganado –yo sé que
ustedes tienen mucho ganado– se quedarán en las ciudades que les di, 20 hasta
que el Señor, su Dios, conceda el descanso a sus hermanos, como lo hizo con
ustedes, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor les dará al
otro lado del Jordán. Luego cada uno podrá volver a la herencia que les he
asignado".
21 Entonces hice esta advertencia a
Josué: "Tú has visto con tus propios ojos todo lo que hizo el Señor,
nuestro Dios, con estos dos reyes. De la misma manera tratará el Señor a todos
los reinos por donde vas a pasar. 22 No les teman, porque el que combate por
ustedes es el Señor, tu Dios".
Moisés excluido de la Tierra prometida
23 Y en esa ocasión, yo dirigí al Señor
esta súplica: 24 "Señor, tú que has comenzado a mostrar a tu servidor tu
grandeza y tu mano poderosa, porque no hay ningún dios en el cielo o en la
tierra capaz de realizar las obras y los portentos que tú realizas: 25 déjame
ir a ver la hermosa tierra que está del otro lado del Jordán, esa hermosa
montaña, y el Líbano". 26 Pero por culpa de ustedes, el Señor se irritó
contra mí y no me escuchó, sino que me dijo: "¡Basta! no vuelvas a
hablarme de ese asunto. 27 Sube a la cima del Pisgá y extiende tu mirada hacia
el oeste y el norte, hacia el sur y el este, y contempla esa tierra, porque tú
no cruzarás el Jordán. 28 Da a Josué las debidas instrucciones, infúndele valor
y anímalo, porque él lo cruzará al frente de este pueblo y lo pondrá en
posesión de la tierra que ahora vas a ver."
29 Y nos quedamos en el valle que está junto
a Bet Peor.
Exhortación de Moisés:la Ley del Señor,
sabiduría de Israel
4 1 Y ahora, Israel, escucha los
preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así
ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor,
el Dios de sus padres. 2 No añadan ni quiten nada de lo que yo les ordeno.
Observen los mandamientos del Señor, su Dios, tal como yo se los prescribo. 3
Ya han visto con sus propios ojos lo que hizo el Señor en Baal Peor: él
aniquiló a todos los que siguieron al Baal de Peor. 4 Ustedes, en cambio, los
que permanecieron fieles al Señor, su Dios, viven todavía. 5 Tengan bien
presente que ha sido el Señor, mi Dios, el que me ordenó enseñarles los
preceptos y las leyes que ustedes deberán cumplir en la tierra de la que van a
tomar posesión. 6 Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios
y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oír todas estas leyes, dirán:
"¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!". 7 ¿Existe
acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor,
nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos? 8¿Y qué gran
nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo
en presencia de ustedes?
La revelación de Diosen el monte Horeb
9 Pero presta atención y ten cuidado,
para no olvidar las cosas que has visto con tus propios ojos, ni dejar que se
aparten de tu corazón un sólo instante. Enséñalas a tus hijos y a tus nietos.
10El día en que estabas delante del Señor, tu Dios, en el Horeb, él me dijo:
"Reúneme al pueblo y yo les haré oír mis palabras, para que aprendan a
temerme mientras vivan sobre la tierra, y enseñen a sus hijos a hacer otro
tanto". 11Ustedes se acercaron y permanecieron al pie de la montaña,
mientras la montaña ardía envuelta en un fuego que se elevaba hasta lo más alto
del cielo, entre negros nubarrones y una densa oscuridad. 12 El Señor les habló
desde el fuego, y ustedes escuchaban el sonido de sus palabras, pero no
percibían ninguna figura: sólo se oía la voz. 13 Así les reveló su alianza y
les mandó que la cumplieran: las diez Palabras que él mismo escribió en dos
tablas de piedra. 14 En aquella oportunidad, él me ordenó que les diera
preceptos y leyes para que ustedes los pusieran en práctica en la tierra de la
que van a tomar posesión.
Advertencia contra la idolatría
15 Tengan cuidado de ustedes mismos.
Cuando el Señor les habló desde el fuego, en el Horeb, ustedes no vieron
ninguna figura. 16 No vayan a pervertirse, entonces, haciéndose ídolos de
cualquier clase, que tengan figura de hombre o de mujer, 17 de animales que
viven en la tierra o de aves que vuelan por el espacio, 18 de reptiles que se
arrastran por el suelo, o de peces que viven en las aguas, debajo de la tierra.
19 Y cuando levantes los ojos hacia el cielo y veas el sol, la luna, las
estrellas y todo el Ejército de los cielos, no te dejes seducir ni te postres
para rendirles culto. Porque ellos son la parte que el Señor, tu Dios, ha dado
a todos los pueblos que están bajo el cielo. 20 A ustedes, en cambio, los tomó
y los hizo salir de Egipto –ese horno donde se funde el hierro– para que fueran
el pueblo de su herencia, como lo son en el día de hoy.
21 Pero por culpa de ustedes, el Señor
se indignó contra mí y juró que yo no pasaría el Jordán ni entraría en la
hermosa tierra que él te da como herencia. 22 Sí, yo moriré en este país antes
de pasar el Jordán, pero ustedes lo van a cruzar y van a tomar posesión de esa
hermosa tierra. 23 Tengan cuidado, entonces, de no olvidar la alianza que el
Señor, su Dios, ha establecido con ustedes, y no se fabriquen ningún ídolo que
tenga la figura de todo aquello que el Señor les prohibe. 24 Porque el Señor,
tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso.
Perspectivas de castigoy conversión del
pueblo
25 Y si después de haber tenido hijos y
nietos y de haber vivido largo tiempo en el país, ustedes se pervierten y se
hacen ídolos de cualquier clase, si cometen lo que es malo a los ojos del
Señor, su Dios, y provocan su indignación, 26yo les juro hoy, poniendo por
testigos contra ustedes al cielo y a la tierra, que desaparecerán muy pronto
del país que van a poseer cuando crucen el Jordán. No vivirán allí mucho
tiempo, porque serán exterminados por completo: 27 el Señor los dispersará entre
los pueblos y no quedarán más que unos pocos, diseminados en medio de las
naciones adonde él los conduzca. 28 Allí ustedes servirán a dioses hechos por
la mano del hombre, dioses de madera y de piedra, que no ven ni oyen, no comen
ni sienten.
29 Entonces buscarás al Señor, tu Dios,
y lo encontrarás, si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. 30 Y
cuando estés angustiado, porque te habrán sucedido todas estas cosas –al cabo
de los años– volverás al Señor, tu Dios, y lo escucharás. 31 Porque el Señor,
tu Dios, es un Dios misericordioso, que no te abandonará, ni te destruirá, ni
se olvidará de la alianza que estableció con tus padres mediante un juramento.
La predilección de Dios por su Pueblo
32 Pregúntale al tiempo pasado, a los
días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si
de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó
una cosa semejante. 33 ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el
fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? 34 ¿O qué dios intentó venir a
tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios,
combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas,
como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos
ojos?
35 A ti se te hicieron ver todas estas
cosas, para que sepas que el Señor es Dios, y que no hay otro dios fuera de él.
36 Él te hizo oír su voz desde el cielo para instruirte; en la tierra te mostró
su gran fuego, y desde ese fuego tú escuchaste sus palabras. 37 Por amor a tus
padres, y porque eligió a la descendencia que nacería de ellos, el Señor te
hizo salir de Egipto con su presencia y su gran poder; 38 desposeyó a naciones
más numerosas y fuertes que tú; te introdujo en sus territorios y te los dio
como herencia, hasta el día de hoy. 39 Reconoce hoy y medita en tu corazón que
el Señor es Dios –allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra– y no
hay otro. 40 Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así
serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra
que el Señor, tu Dios, te da para siempre.
Las ciudades de refugio
41 Moisés destinó tres ciudades
situadas al este del Jordán, 42 para que en ellas se refugiara el homicida que
hubiera matado a alguien involuntariamente, sin haberlo odiado antes: buscando
asilo en una de esas ciudades, salvaría su vida. 43 Estas ciudades eran: para
los rubenitas, Béser, que estaba situada en el desierto, en el altiplano; para
los gaditas, Ramot de Galaad; y para los manasitas, Golán de Basán.
SEGUNDO DISCURSO DE
MOISÉS
Este segundo discurso introduce más
directamente la promulgación de la legislación deuteronómica. Una vez más, la
atención se orienta hacia los hechos del pasado: la promesa del Señor a los
Patriarcas, la salida de Egipto, el don de la Ley en el Sinaí y la travesía del
desierto. En la meditación de su propia historia, Israel debe encontrar los
motivos para mantenerse fiel a la Alianza. Él es el Pueblo de Dios, pero no
puede gloriarse de su condición privilegiada: la elección de que ha sido objeto
es una gracia, un testimonio del amor paternal de Dios. Y ese amor exige una
entrega filial, que excluye todo compromiso con los pueblos paganos y sus
dioses.
El Deuteronomio enseña un amor
expresado en obras, que abarca todos los sectores de la vida humana. Aunque la
Ley del Señor contiene muchos preceptos, hay uno que es el primero y principal,
el que fundamenta y da sentido a todos los demás: "Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas" (6. 5). De este mandamiento, que sólo se practica
auténticamente cuando va acompañado del amor al prójimo (Lev. 19. 18), Jesús
hará depender "toda la Ley y los Profetas" (Mt. 22. 40).
Proemio histórico del discurso
44 Esta es la Ley que Moisés expuso a
los israelitas, 45 y estas son las normas, los preceptos y las leyes que les
dictó después que salieron de Egipto, 46 cuando todavía se encontraban al otro
lado del Jordán, en el valle que está cerca de Bet Peor. Allí tenía su
territorio Sijón, el rey amorreo que habitaba en Jesbón. Pero al salir de
Egipto, Moisés y los israelitas lo derrotaron 47 y se apoderaron de su
territorio. Lo mismo hicieron con el país de Og, rey de Basán. Así conquistaron
los países de los dos reyes amorreos de la Transjordania; 48desde Aroer, en la
orilla del torrente Arnón, hasta el Monte Sirión –o sea, el Hermón– 49 incluida
toda la Arabá, al este del Jordán, hasta el mar de la Arabá, al pie de las
laderas del Pisgá.
La promulgación del Decálogo
5 1 Moisés convocó a todo Israel y
les dijo: Escucha, Israel, los preceptos y las leyes que yo promulgo hoy en
presencia de todos ustedes. Apréndanlos para ponerlos en práctica
cuidadosamente. 2 El Señor, nuestro Dios, hizo una alianza con nosotros en el
Horeb. 3 No la hizo con nuestros padres, sino con nosotros, los que hoy estamos
aquí, todos con vida. 4 En la montaña les habló cara a cara, desde el fuego, 5
mientras yo hacía de intermediario entre el Señor y ustedes para anunciarles su
palabra, porque ustedes, atemorizados por el fuego, no habían subido a la
montaña.
El Señor dijo:
6 Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice
salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.
7 No tendrás otros dioses delante de
mí.
8 No te harás ninguna escultura y
ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o
debajo de la tierra, en las aguas. 9 No te postrarás ante ellas ni les rendirás
culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad
de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me
aborrecen; 10 y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y
cumplen mis mandamientos.
11 No pronunciarás en vano el nombre
del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en
vano.
12 Observa el día sábado para
santificarlo, como el Señor, tu Dios, te lo ha ordenado. 13 Durante seis días
trabajarás y realizarás todas tus tareas, 14 pero el séptimo día es día de
descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo ni tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni
ningún otro de tus animales, ni tampoco el extranjero que reside en tus
ciudades. Así podrán descansar tu esclavo y tu esclava, como lo haces tú. 15
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor te hizo salir de allí con
el poder de su mano y la fuerza de su brazo. Por eso el Señor, tu Dios, te
manda celebrar el día sábado.
16 Honra a tu padre y a tu madre, como
el Señor, tu Dios, te lo ha mandado, para que tengas una larga vida y seas
feliz en la tierra que el Señor, tu Dios, te da.
17 No matarás.
18 No cometerás adulterio.
19 No robarás.
20 No darás falso testimonio contra tu
prójimo.
21 No codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni desearás su casa, su campo, su esclavo, su esclava, su buey, su
asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
22 Estas son las palabras que el Señor
les dirigió en la montaña, cuando todos ustedes estaban reunidos. Él les habló
con voz potente, desde el fuego, la nube y una densa oscuridad. No añadió nada
más, sino que escribió esas palabras en las dos tablas de piedra que me
entregó.
Moisés, mediador entre Dios y el pueblo
23 Cuando oyeron la voz que salía de
las tinieblas, mientras la montaña ardía envuelta en llamas, todos ustedes,
jefes de tribu y ancianos, se acercaron a mí 24 y me dijeron: "El Señor,
nuestro Dios, nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz, que
salía desde el fuego. Hoy hemos visto que Dios puede hablar con los hombres sin
que por eso mueran. 25 Pero ahora, ¿por qué tendremos que morir, consumidos por
este gran fuego? Si seguimos escuchando la voz del Señor, nuestro Dios,
seguramente moriremos. 26 ¿Hay acaso algún hombre que pudo sobrevivir después
de haber oído la voz del Dios viviente que le hablaba desde el fuego, como la
hemos oído nosotros? 27 Por eso, acércate y escucha lo que dice el Señor,
nuestro Dios, y luego repítenos todo lo que él te diga. Nosotros lo
escucharemos y lo pondremos en práctica".
28 Cuando el Señor oyó las palabras que
ustedes me dirigieron, me advirtió: "He oído las palabras que te dijo este
pueblo. Todo lo que han dicho está muy bien. 29 ¡Ojalá que siempre estén
dispuestos como ahora a temerme y a cumplir mis mandamientos! Así ellos y sus
hijos serán siempre felices. 30 Ahora ve a decirles que regresen a sus carpas.
31 Tú, en cambio, quédate aquí junto a mí, y yo te indicaré los mandamientos,
los preceptos y las leyes que deberás enseñarles, a fin de que los pongan en
práctica en la tierra que les daré en posesión".
Exhortación a cumplir los mandamientos
32 Pongan cuidado en practicar lo que
el Señor, su Dios, les ha ordenado, sin desviarse ni a la derecha ni a la
izquierda. 33 Vayan por el camino que el Señor, su Dios, les ha trazado, para
gozar de una larga vida en la tierra de la que van a tomar posesión.
El más importante de los mandamientos
6 1 Este es el mandamiento, y estos
son los preceptos y las leyes que el Señor, su Dios, ordenó que les enseñara a
practicar en el país del que van a tomar posesión, 2 a fin de que temas al
Señor, tu Dios, observando constantemente todos los preceptos y mandamientos
que yo te prescribo, y así tengas una larga vida, lo mismo que tu hijo y tu
nieto. 3 Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de
bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel,
como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido.
4 Escucha, Israel: el Señor, nuestro
Dios, es el único Señor. 5 Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6Graba en tu corazón estas palabras que
yo te dicto hoy. 7 Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en
tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 8 Átalas a tu
mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. 9 Escríbelas en
las puertas de tu casa y en sus postes.
10 Cuando el Señor, tu Dios te
introduzca en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus padres, a
Abraham, a Isaac y a Jacob –en ciudades grandes y prósperas que tú no
levantaste; 11 en casas colmadas de toda clase de bienes, que tú no acumulaste;
en pozos que tú no cavaste; en viñedos y olivares que tú no plantaste– y cuando
comas hasta saciarte, 12 ten cuidado de no olvidar al Señor que te hizo salir
de Egipto, de un lugar de esclavitud. 13 Teme al Señor, tu Dios, sírvelo y jura
por su Nombre.
Exhortación a la fidelidad
14 No vayan detrás de otros dioses, de
los dioses de los pueblos que están alrededor de ustedes. 15 Porque el Señor,
tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso, y si su enojo se enciende
contra ti, te exterminará de la tierra. 16No provoquen al Señor, su Dios, como
lo hicieron en Masá. 17 Observen cuidadosamente los mandamientos del Señor, su
Dios, y las instrucciones y los preceptos que él te dio. 18 Practica lo que es
recto y bueno a los ojos del Señor, para ser feliz e ir a tomar posesión de la
hermosa tierra que él prometió con un juramento a tus padres. 19 Porque el
Señor expulsará a todos los enemigos que encuentres a tu paso, como te lo ha
anunciado.
20 Y cuando tu hijo te pregunte el día
de mañana: "¿Qué significan esas normas, esos preceptos y esas leyes que
el Señor nos ha impuesto?", 21 tu deberás responderle: "Nosotros
fuimos esclavos del Faraón en Egipto, pero el Señor nos hizo salir de allí con
mano poderosa. 22Él realizó, ante nuestros mismos ojos, grandes signos y
tremendos prodigios contra Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa. 23
Él nos hizo salir de allí y nos condujo para darnos la tierra que había
prometido a nuestros padres con un juramento. 24 El Señor nos ordenó practicar
todos estos preceptos y temerlo a él, para que siempre fuéramos felices y para
conservarnos la vida, como ahora sucede. 25 Y esta será nuestra justicia:
observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor,
nuestro Dios, como él nos lo ordenó".
Israel, pueblo elegido
7 1 Cuando el Señor, tu Dios, te
introduzca en la tierra de la que vas a tomar posesión, él expulsará a siete
naciones más numerosas y fuertes que tú: a los hititas, los guirgasitas, los
amorreos, los cananeos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. 2 El Señor,
tu Dios, los pondrá en tus manos, y tú los derrotarás. Entonces los consagrarás
al exterminio total: no hagas con ellos ningún pacto, ni les tengas compasión.
3No establezcas vínculos de parentesco con ellos, permitiendo que tu hija se
case con uno de sus hijos, o tomando una hija suya por esposa de tu hijo. 4 De
lo contrario, ella apartará de mí a tu hijo y lo hará servir a otros dioses.
Entonces el Señor se irritará contra ustedes y en seguida los exterminará. 5
Por eso, trátenlos de este modo: derriben sus altares, destruyan sus piedras
conmemorativas, talen sus postes sagrados y prendan fuego a sus ídolos. 6
Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios: él te eligió para que
fueras su pueblo y su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra.
La gratuidad de la elección
7 El Señor se prendó de ustedes y los
eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pueblos. Al contrario, tú
eres el más insignificante de todos. 8 Pero por el amor que les tiene, y para
cumplir el juramento que hizo a tus padres, el Señor los hizo salir de Egipto
con mano poderosa, y los libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de
Egipto. 9Reconoce, entonces, que el Señor, tu Dios, es el verdadero Dios, el
Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones, mantiene su alianza y su
fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos; 10 pero que no
tarda en dar su merecido a aquel que lo aborrece, a él mismo en persona,
haciéndolo desaparecer.
La bendición prometidaa la fidelidad
11 Por eso, observa los mandamientos,
los preceptos y las leyes que hoy te ordeno poner en práctica. 12 Porque si
escuchas estas leyes, las observas y las practicas, el Señor, tu Dios, mantendrá
en tu favor la alianza y la fidelidad que juró a tus padres. 13 Él te amará, te
bendecirá y te multiplicará. Bendecirá el fruto de tu seno, el fruto de tu
suelo –tu trigo, tu vino y tu aceite– y las crías de tus ganados y rebaños, en
la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus padres. 14Serás más
bendecido que todos los demás pueblos. Nadie será estéril entre ustedes, ni los
hombres, ni las mujeres, ni los animales. 15 El Señor apartará de ti toda
enfermedad, y no te infligirá ninguna de esas plagas malignas que envió sobre
Egipto, y que tú ya conoces. Las tendrá reservadas, en cambio, para aquellos
que te odian. 16 Destruye entonces a todos esos pueblos que el Señor, tu Dios,
pone en tus manos. No les tengas compasión ni sirvas a sus dioses, porque eso
sería para ti una trampa.
Exhortación a confiar en el poder de
Dios
17 Y si alguna vez te preguntas:
"¿Cómo voy a desposeer a esas naciones, si son más numerosas que
yo?", 18 no les tengas miedo. Recuerda cómo trató el Señor, tu Dios, al Faraón
y a todo Egipto: 19 los grandes portentos que has visto con tus propios ojos y
los signos que él realizó, cuando con mano poderosa y brazo fuerte te hizo
salir de Egipto. Así tratará el Señor, tu Dios, a todos los pueblos que temes
enfrentar. 20 Más aún, él hará cundir el pánico en medio de ellos, hasta que
todos queden exterminados, incluso los sobrevivientes y los que intenten
permanecer ocultos.
21 No tiembles delante de ellos, porque
en medio de ti está el Señor, tu Dios, el Dios grande y temible, 22 que irá
eliminando poco a poco a las naciones que encuentres a tu paso. No podrás
exterminarlas de un solo golpe, porque de lo contrario, los animales salvajes
se multiplicarían en perjuicio tuyo. 23 Pero el Señor, tu Dios, te las
entregará, y sembrará entre ellas una gran confusión, hasta destruirlas. 24 Él
pondrá a sus reyes en tus manos, y tu harás desaparecer sus nombres de la
tierra. Ninguno te podrá resistir, hasta que los extermines por completo.
Advertencia contra la idolatría
25 Ustedes, por su parte, prendan fuego
a las estatuas de sus dioses. Y no codicies la plata y el oro de que están
recubiertas, ni te quedes con ellos, para no caer en una trampa. Porque eso es
una abominación para el Señor, tu Dios. 26 No introduzcas en tu casa nada abominable,
porque también tú te harías digno de ser consagrado al exterminio. Detesta todo
eso y considéralo abominable, porque está consagrado al exterminio.
La protección divina en el desierto
8 1 Pongan cuidado en practicar
íntegramente el mandamiento que hoy les doy. Así ustedes vivirán, se
multiplicarán y entrarán a tomar posesión de la tierra que el Señor prometió a
sus padres con un juramento. 2 Acuérdate del largo camino que el Señor, tu
Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años. Allí él te
afligió y te puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres
capaz o no de guardar sus mandamientos. 3 Te afligió y te hizo sentir hambre,
pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían,
para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale
de la boca del Señor. 4 La ropa que llevabas puesta no se gastó, ni tampoco se
hincharon tus pies durante esos cuarenta años.
5 Reconoce que el Señor, tu Dios, te
corrige como un padre a sus hijos. 6 Observa los mandamientos del Señor, tu
Dios; sigue sus caminos y témelo.
Las tentaciones de los israelitasen la
Tierra prometida
7 Sí, el Señor, tu Dios, te va a
introducir en una tierra fértil, un país de torrentes, de manantiales y de
aguas profundas que brotan del valle y de la montaña; 8 una tierra de trigo y
cebada, de viñedos, de higueras y granados, de olivares, de aceite y miel; 9 un
país donde comerás pan en abundancia y donde nada te faltará, donde las piedras
son de hierro y de cuyas montañas extraerás cobre. 10 Allí comerás hasta
saciarte y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra fértil que él te dio.
11 Pero ten cuidado: no olvides al
Señor, tu Dios, ni dejes de observar sus mandamientos, sus leyes y sus
preceptos, que yo te prescribo hoy. 12 Y cuando comas hasta saciarte, cuando
construyas casas confortables y vivas en ellas, 13 cuando se multipliquen tus
vacas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten
todas tus riquezas, 14 no te vuelvas arrogante, ni olvides al Señor, tu Dios,
que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, 15 y te condujo por ese
inmenso y temible desierto, entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No
olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar
para ti agua de la roca, 16 y en el desierto te alimentó con el maná, un
alimento que no conocieron tus padres. Así te afligió y te puso a prueba, para
que tuvieras un futuro dichoso. 17 No pienses entonces: "Mi propia fuerza
y el poder de mi brazo me han alcanzado esta prosperidad". 18 Acuérdate
del Señor, tu Dios, porque él te da la fuerza necesaria para que alcances esa
prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus padres, como de hecho
hoy sucede. 19 Pero si llegas a olvidarte del Señor, tu Dios, y vas detrás de
otros dioses, si los sirves y te postras delante de ellos, yo les aseguro
solemnemente que ustedes perecerán. 20 Perecerán como esas naciones que el
Señor va destruyendo delante de ustedes, por no haber escuchado la voz del Señor,
su Dios.
La victoria, obra del Señor
9 1 Escucha, Israel. Hoy vas a
cruzar el Jordán, para desposeer a naciones más numerosas y fuertes que tú, y a
grandes ciudades defendidas por murallas que se alzan hasta el cielo. 2 Son los
anaquitas, un pueblo numeroso y de elevada estatura. Tú ya los conoces y has
oído decir de ellos: "¿Quién es capaz de enfrentar a los anaquitas?".
3 Pero ten presente que desde hoy el Señor irá delante de ti como un fuego
devorador, y los destruirá. Él los someterá a ti para que puedas desposeerlos y
hacerlos desaparecer rápidamente, como el Señor te lo ha prometido.
4 Y cuando el Señor, tu Dios, los
arroje lejos de ti, no digas en tu corazón: "A causa de mi justicia, el
Señor me ha puesto en posesión de esta tierra". Porque sólo por la
perversidad de esas naciones, el Señor, tu Dios, las despoja ante ti. 5 No son
ni tu justicia ni la rectitud de tu corazón las que te harán tomar posesión de
esa tierra. Todo lo contrario: es a causa de la maldad de esas naciones que el
Señor las despoja ante ti, para cumplir la promesa que él juró a tus padres, a
Abraham, a Isaac y a Jacob. 6 Reconoce, entonces, que el Señor no te da la
posesión de esa hermosa tierra a causa de tu justicia, porque tú eres un pueblo
obstinado.
Recuerdo de las rebeldías pasadas
7 Acuérdate de esto, no lo olvides: has
irritado en el desierto al Señor, tu Dios. Desde el día en que salieron de
Egipto hasta que llegaron a este lugar, ustedes han sido rebeldes al Señor. 8
Ya en el Horeb lo irritaron, y él se indignó tanto que estuvo a punto de
destruirlos. 9 Eso sucedió cuando yo subí a la montaña para recibir las tablas
de piedra, las tablas de la alianza que el Señor hizo con ustedes. Yo estuve
arriba, en la montaña, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. 10
Entonces el Señor me entregó las dos tablas de piedra, escritas por el dedo de
Dios, donde estaban todas las palabras que él les dirigió en la montaña, desde
el fuego, el día de la asamblea.
11 Al cabo de esos cuarenta días,
cuando el Señor me entregó las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,
12 me dijo: "Baja de la montaña ahora mismo, porque tu pueblo, ese que
sacaste de Egipto, se ha pervertido. Ellos se apartaron rápidamente del camino
que yo les había trazado y se han fabricado una estatua de metal fundido".
13 Después agregó: "Ya veo que este es un pueblo obstinado. 14 Por eso,
déjame que los destruya y que borre de la tierra hasta su nombre. De ti, en
cambio, suscitaré una nación más numerosa y fuerte que ellos".
15 Yo me di vuelta y bajé de la
montaña, que ardía envuelta en llamas, llevando en mis manos las tablas de la
alianza. 16 Entonces vi que ustedes habían pecado contra el Señor, su Dios,
haciéndose un ternero de metal fundido y apartándose rápidamente del camino que
él les había trazado. 17 Por eso tomé las dos tablas de piedra, las arrojé
violentamente, y las hice añicos en presencia de todos.
La intercesión de Moisés
18 Luego me postré delante del Señor, y
permanecí cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber, como lo había hecho
la vez anterior. Lo hice a causa de todos los pecados que ustedes habían
cometido, haciendo lo que es malo a los ojos del Señor y provocando su enojo.
19 Porque yo sentía un gran temor ante la ira y la indignación del Señor que se
había desatado contra ustedes, hasta el punto de querer aniquilarlos. Pero él
me escuchó una vez más. 20 El Señor estaba tan irritado contra Aarón que quería
destruirlo, y en aquella oportunidad también intercedí por él. 21 Y a esa obra
del pecado, a ese ternero que ustedes habían fabricado, lo tomé, lo quemé y lo
molí, hasta convertirlo en polvo muy fino, y después lo arrojé en el torrente
que baja de la montaña.
Nuevas infidelidades de Israel
22 Además, ustedes irritaron al Señor
en Taberá, en Masá y en Quibrot Hataavá. 23 Y cuando el Señor les ordenó que
salieran de Cades Barné, diciéndoles: "Suban a tomar posesión de la tierra
que yo les he dado", ustedes se rebelaron contra la orden del Señor, su
Dios; no le tuvieron confianza ni le obedecieron. 24 ¡Rebeldes! Eso es lo que ustedes
han sido para con el Señor, su Dios, desde el día en que los conocí.
Nueva intercesión de Moisés
25 A pesar de todo, yo me postré
delante del Señor y así estuve cuarenta días y cuarenta noches, porque el Señor
amenazaba con destruirlos. 26 Entonces intercedí ante el Señor con estas
palabras: "Señor, no destruyas al pueblo que es tu herencia, ese pueblo
que tú has rescatado por tu grandeza, y que hiciste salir de Egipto con mano
poderosa. 27 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, y no
tengas en cuenta la obstinación de este pueblo, ni su maldad, ni su pecado. 28
De lo contrario, se dirá en el país de donde nos hiciste salir: ‘El Señor es
impotente para introducirlos en la tierra que les había prometido, y por el
odio que les tiene, los sacó para hacerlos morir en el desierto’. 29 Después de
todo, ellos son tu pueblo y tu herencia, y tú los libraste con tu gran fuerza y
tu brazo poderoso".
Las tablas de la Ley depositadas en el
Arca
10 1 En aquel tiempo, el Señor me
dijo: "Talla dos tablas de piedra iguales a las primeras y sube a la
montaña para encontrarte conmigo. Construye también un arca de madera. 2 Yo
escribiré en esas tablas las mismas palabras que estaban escritas en las que tú
rompiste. Después las depositarás en el arca".
3 Hice un arca de madera de acacia,
tallé dos tablas de piedra iguales a las primeras y subí a la montaña con las
dos tablas en la mano. 4 Entonces el Señor escribió en ellas lo mismo que había
escrito antes: las diez Palabras que había promulgado en la montaña, desde el
fuego, el día de la asamblea. Cuando me las entregó, 5 yo me di vuelta, bajé de
la montaña y deposité las tablas en el arca que había construido. Allí están
todavía, como el Señor me lo ordenó.
La elección de los levitas
6 Los israelitas partieron de los pozos
de Bené Iaacán y se dirigieron hacia Moserá. Allí murió y fue enterrado Aarón,
y su hijo Eleazar lo sucedió en el ejercicio del sacerdocio. 7 Luego siguieron
avanzando hasta Gudgodá, y de allí fueron a Jotbá, una región donde abundan los
torrentes.
8 Entonces el Señor puso aparte a la
tribu de Leví para que transportara el Arca de la Alianza del Señor, para que
estuviera en su presencia y lo sirviera, y para que bendijera en su Nombre,
como lo ha venido haciendo hasta ahora. 9 Por eso Leví no tiene parte ni
herencia entre sus hermanos: el Señor es su herencia, como él mismo se lo ha
declarado.
Moisés, intercesor y guía del pueblo
10 Yo estuve en la montaña cuarenta
días y cuarenta noches, como lo había estado la vez anterior, y también esa vez
me escuchó el Señor. Él no quiso destruirte, 11 sino que me dijo: "Ve
ahora mismo a ponerte al frente del pueblo, para que entren a tomar posesión de
la tierra que juré dar a sus padres".
La fidelidad al Señor
12 Y ahora, Israel, esto es lo único
que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y sigas todos sus caminos, que ames
y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, 13
observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien.
14 Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo más alto del cielo, la tierra y
todo lo que hay en ella. 15 Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos
de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia,
prefiriéndolos a todos los demás pueblos.
16 Por eso, circunciden sus corazones y
no persistan en su obstinación, 17 porque el Señor, su Dios, es el Dios de los
dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no
hace acepción de personas ni se deja sobornar. 18 Él hace justicia al huérfano
y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento. 19 También ustedes
amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto. 20 Teme al Señor,
tu Dios, y sírvelo; vive unido a él y jura por su Nombre. 21 Él es tu gloria y
tu Dios, y él realizó en tu favor esas tremendas hazañas de que fuiste testigo.
22 Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y
ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.
Acontecimientos aleccionadores para
Israel
11 1 Amarás al Señor, tu Dios, y
observarás siempre sus prescripciones, sus preceptos, sus leyes y sus
mandamientos. 2 Ustedes –y no sus hijos, que no han conocido ni experimentado
la lección del Señor– son los que conocen hoy su grandeza, el poder de su mano
y la fuerza de su brazo; 3 los signos y las obras que realizó en Egipto contra
el Faraón, rey de Egipto, y contra todo su país; 4 lo que hizo con el ejército
egipcio, con su caballería y sus carros de guerra, cuando se lanzaron en
persecución de ustedes y él desencadenó contra ellos las aguas del Mar Rojo, y
los hizo desaparecer hasta el día de hoy; 5 lo que hizo por ustedes en el
desierto, hasta que llegaron a este lugar; 6 y la manera como trató a Datán y a
Abirón, los hijos de Eliab, el rubenita, cuando la tierra abrió sus fauces y
los devoró junto con sus familias, sus carpas, y todos sus secuaces, en medio
de todo Israel. 7 Sí, son ustedes los que han visto, con sus propios ojos, la
gran obra que realizó el Señor.
Promesas y amenazas
8 Observen todos los mandamientos que
hoy les prescribo. Así tendrán la fuerza necesaria para ir a conquistar el país
del que ustedes van a tomar posesión, 9 y podrán vivir largo tiempo en la
tierra que el Señor juró dar a sus padres y a su descendencia, tierra que mana
leche y miel.
10 Porque la tierra que tú vas a tomar
en posesión no es como Egipto, el país de donde ustedes salieron. Allí
sembrabas tu semilla, y luego tenías que regar con tu pie, como se riega una
huerta. 11En cambio, la tierra que vas a tomar en posesión es una región de
montañas y valles regados por la lluvia del cielo, 12 y está bajo el cuidado
constante del Señor, tu Dios. Sobre ella permanecen fijos los ojos del Señor,
tu Dios, desde el comienzo hasta el fin del año. 13 Y si ustedes obedecen fielmente
los mandamientos que hoy les impongo, amando al Señor, su Dios, y sirviéndolo
de todo corazón y con toda el alma, 14 yo enviaré lluvia a la tierra en el
momento oportuno –lluvia de otoño y de primavera– y podrás recoger tu trigo, tu
vino nuevo y tu aceite. 15 Haré crecer en tus campos pasto para tu ganado, y
comerás hasta saciarte.
16 Pero tengan cuidado, no sea que sus
corazones se dejen seducir, y ustedes se extravíen, sirviendo a otros dioses y
postrándose delante de ellos. 17 Porque entonces la ira del Señor arderá contra
ustedes: él cerrará el cielo y ya no habrá más lluvia; el suelo dejará de dar
sus frutos, y ustedes no tardarán en desaparecer de esta tierra fértil que les
da el Señor.
18 Graben estas palabras en lo más
íntimo de su corazón. Átenlas a sus manos como un signo, y que sean como una
marca sobre su frente. 19 Enséñalas a tus hijos, inculcándoselas cuando estés
en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 20 Escríbelas
en las puertas de tu casa y en sus postes. 21 Así, mientras haya cielo sobre la
tierra, durarán tus días y los de tus hijos en el suelo que el Señor juró dar a
tus padres.
22 Porque si observan realmente todo
este mandamiento que yo les doy, amando al Señor, su Dios, siguiendo siempre
sus caminos y siendo en todo fieles a él, 23 el Señor desposeerá delante de
ustedes a todas esas naciones, y así podrán conquistarlas, aunque sean más
grandes y fuertes que ustedes. 24Todos los lugares donde pongan la planta de
sus pies, les pertenecerán. Y estas serán sus fronteras: desde el desierto, el
Líbano y el río Éufrates, hasta el mar occidental. 25 Nadie podrá resistirles,
porque el Señor, su Dios, sembrará el pánico y el terror en todo el territorio
por donde ustedes pasen, como él mismo les ha prometido.
La alternativa propuesta por el Señor a
Israel
26 Yo pongo hoy delante de ustedes una
bendición y una maldición. 27 Bendición, si obedecen los mandamientos del
Señor, su Dios, que hoy les impongo. 28Maldición, si desobedecen esos
mandamientos y se apartan del camino que yo les señalo, para ir detrás de
dioses extraños, que ustedes no han conocido. 29 Y cuando el Señor, tu Dios, te
introduzca en la tierra de la que vas a tomar posesión, pondrás la bendición
sobre el monte Garizín y la maldición sobre el monte Ebal. 30 Estas montañas se
encuentran, como es sabido, al otro lado del Jordán, detrás del camino del
oeste, en el país de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal,
cerca de la encina de Moré. 31 Porque ustedes van a cruzar el Jordán para ir a
tomar posesión de la tierra que les da el Señor, su Dios. Cuando la posean y
vivan en ella, 32 cumplan fielmente todos los preceptos y leyes que hoy les
impongo.
LA LEGISLACIÓN
DEUTERONÓMICA
Los discursos anteriores han aclarado
el sentido y el valor de la Alianza. Ahora el Deuteronomio determina cómo se
debe vivir esa Alianza en las circunstancias concretas de la existencia
individual y social. Pero esta legislación dista mucho de ser un tratado
rígidamente jurídico. Las diversas prescripciones están expuestas en un tono
pausado, cálido y sugestivo. Sobre todo, se trata de inculcar el amor a la Ley.
No es cuestión de imponerla desde afuera, sino de arraigarla en lo más profundo
del corazón. Su finalidad esencial es hacer de Israel una comunidad de "hermanos".
La idea de la unidad domina todo el Deuteronomio: un Dios, un Pueblo, un
Templo, una Tierra y una Ley.
Otro rasgo característico de esta
legislación es el espíritu humanitario que la anima. La honda preocupación por
defender a los más débiles -personificados en el huérfano, la viuda y el
extranjero, debido a la incapacidad de estos para hacer valer sus derechos-
pone bien de manifiesto ese sentimiento de humanidad, que se extiende incluso a
los animales y a las plantas (20. 19-20; 22. 6-7; 25. 4). Esto es lo que da una
vigencia siembre actual al Deuteronomio, más allá de las diferencias culturales
y sociales que separan su época de la nuestra.
El Santuario único
12 1 Estos son los preceptos y las
leyes que ustedes deberán observar y poner en práctica, mientras vivan en la
tierra que el Señor, el Dios de tus padres, te da en posesión. 2Harán
desaparecer todos los lugares de culto, donde las naciones que ustedes van a
desposeer sirven a sus dioses, en las montañas, sobre las colinas y debajo de
todo árbol frondoso. 3Derriben sus altares, rompan sus piedras conmemorativas,
prendan fuego a sus postes sagrados, destruyan las imágenes de sus ídolos y
borren hasta sus nombres de aquel lugar.
4 Pero con el Señor, su Dios, ustedes
se comportarán de una manera distinta. 5 Irán a buscarlo al lugar que él elija
entre todas las tribus, para constituirlo morada de su Nombre. 6 Solamente allí
presentarán sus holocaustos y sacrificios, sus diezmos y sus dones, sus
ofrendas votivas y voluntarias, y también las primicias de sus ganados y
rebaños. 7 Allí, ustedes y sus familias comerán en la presencia del Señor, su
Dios, y se alegrarán por todos los beneficios que hayan obtenido de su trabajo,
porque el Señor, tu Dios, te bendijo.
8 Entonces no se comportarán como lo
hacemos ahora. Aquí cada uno hace lo que mejor le parece, 9 porque todavía no
han entrado en el lugar del descanso y en la herencia que el Señor, tu Dios, te
dará. 10 Pero cuando pasen el Jordán y se establezcan en la tierra que el
Señor, su Dios, les dará como herencia, cuando él les dé el descanso,
librándolos de todos los enemigos que estén a su alrededor, y ustedes se
sientan seguros, 11 llevarán al lugar que el Señor, su Dios, elija para
constituirlo morada de su Nombre, todo lo que yo les ordeno: sus holocaustos y
sacrificios, sus diezmos, sus dones, y las ofrendas escogidas que le hayan
prometido al Señor mediante un voto. 12 Y ustedes se alegrarán en la presencia
del Señor, su Dios, junto con sus hijos y sus hijas, sus esclavos y sus
esclavas, y también con el levita que viva en sus ciudades, ya que él no tendrá
posesión ni herencia entre ustedes.
Indicaciones sobre los sacrificios
13 Ten cuidado, entonces, de no ofrecer
tus holocaustos en cualquier santuario que veas. 14 Los ofrecerás únicamente en
el lugar elegido por el Señor, tu Dios, en una de tus tribus, y allí harás todo
lo que yo te ordeno. 15 Sin embargo, podrás matar animales y comer carne en
cualquiera de tus ciudades, siempre que así lo desees y en la medida en que el
Señor, tu Dios, te bendiga. Podrán comerla igualmente el impuro y el puro, como
si se tratara de un ciervo o de una gacela. 16 Pero no comerán la sangre, sino
que la derramarás en la tierra, como si fuera agua.
17 Tampoco comerás en tus ciudades el
diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, ni las primicias de tu ganado y
tus rebaños, ni lo que hayas prometido al Señor mediante un voto, ni tus
ofrendas voluntarias, ni tus dones. 18 Lo harás en presencia del Señor, tu Dios
–en el lugar elegido por él– junto con tu hijo y tu hija, tu esclavo y tu
esclava, y con el levita que viva en tu ciudad. Y en la presencia del Señor, tu
Dios, te alegrarás por todos los beneficios que hayas obtenido de tu trabajo.
19 Ten cuidado de no abandonar nunca al levita.
20 Cuando el Señor, tu Dios, ensanche
tus fronteras, como te lo ha prometido, y sientas deseos de comer carne, podrás
comer toda la que quieras. 21 Si el lugar que el Señor, tu Dios, elija para
constituirlo morada de su Nombre, se encuentra demasiado lejos, tú mismo podrás
matar, conforme a mis prescripciones, los animales del ganado mayor o menor que
el Señor, tu Dios, te dará. Y comerás en tu ciudad todo lo que quieras, 22 del
mismo modo que se come una gacela o un ciervo. Podrán comerla igualmente el
puro y el impuro; 23sólo tendrás que abstenerte de comer la sangre, porque la
sangre es la vida, y tú no debes comer la vida junto con la carne. 24 Por eso,
derramarás la sangre en la tierra, como si fuera agua. 25Así serán felices, tú
y tus hijos después de ti, porque habrás realizado lo que es bueno y recto a
los ojos del Señor, tu Dios.
26 Pero los dones que debas consagrar
al Señor y los que ofrezcas en cumplimiento de un voto, irás a llevarlos al
lugar que el Señor elija. 27 Allí harás el holocausto de la carne y de la
sangre sobre el altar del Señor, tu Dios. En cuanto a tus sacrificios, la
sangre será derramada sobre el altar del Señor, tu Dios, y tú comerás la carne.
28 Escucha atentamente todas estas cosas que yo te mando. Así serás feliz, tú y
tus hijos después de ti, porque habrás realizado lo que es bueno y recto a los
ojos del Señor, tu Dios.
Advertencia contra los cultos cananeos
29 Y cuando el Señor, tu Dios, extirpe
a las naciones que tú vas a desposeer, cuando las desalojes y te instales en su
territorio, 30 ten cuidado, no sea que caigas en una trampa. No sigas su
ejemplo después que hayan desaparecido de tu presencia, ni hagas averiguaciones
respecto de sus dioses, diciendo: "¿Cómo servían a sus dioses estas
naciones para que yo pueda hacer lo mismo?". 31No obres de esa manera con
el Señor, tu Dios. Porque él considera abominable y detesta todo lo que ellas
hacen para honrar a sus dioses, ya que llegan incluso a quemar a sus hijos y a
sus hijas en homenaje a esos dioses.
Castigo de los falsos profetas
13 1 Practiquen cuidadosamente todo
lo que yo les ordeno, sin añadir ni quitar nada.
2 Si surge en medio de ustedes un
profeta o un intérprete de sueños, que te propone un signo o un prodigio, 3 y
te dice: "Vamos detrás de otros dioses –que tú no conoces– para rendirles
culto", aunque se cumplan el signo o el prodigio, 4 no hagas caso de las
palabras de ese profeta o de los sueños de ese visionario. Porque el Señor, su
Dios, los pone a prueba para ver si ustedes lo aman realmente con todo su
corazón y con toda su alma. 5 Sigan al Señor, su Dios. Témanlo y observen sus
mandamientos, escuchen su voz, sírvanlo y sean fieles a él. 6 Y ese profeta o
ese intérprete de sueños deberá ser castigado con la muerte, por haber incitado
a la rebelión contra el Señor, tu Dios –el que te hizo salir de Egipto y te
rescató de la esclavitud– para desviarte del camino por donde él te ordenó que
fueras. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes.
Castigo de los que instigan a la
idolatría
7 Si tu hermano –el hijo de tu padre o
de tu madre– tu hijo o tu hija, la esposa que duerme en tus brazos, o tu amigo
más íntimo, trata de seducirte en secreto, diciendo: "Vamos a servir a
otros dioses", que ni tú ni tus padres conocieron 8 –los dioses de los
pueblos próximos o lejanos que están a tu alrededor, de un extremo al otro de
la tierra– 9 no cedas a sus instigaciones ni le hagas caso. Sé implacable con
él, no lo perdones ni lo encubras. 10 Tendrás que hacerlo morir
irremediablemente. Que tu mano sea la primera en levantarse contra él para
quitarle la vida, y que después todo el pueblo haga lo mismo. 11 Deberás
apedrearlo hasta que muera, porque intentó apartarte del Señor, tu Dios, que te
hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. 12 Todo Israel, cuando se
entere, sentirá temor, y no volverá a cometerse esta infamia entre ustedes.
Castigo de las ciudades apóstatas
13 Si de una de las ciudades que te dio
el Señor, tu Dios, para que vivas en ella, te llega esta noticia: 14 Gente
despreciable de tu misma raza ha logrado seducir a los habitantes de su ciudad,
diciendo: "Vamos a servir a otros dioses" –que tú no conociste– 15
investiga el caso, examínalo e infórmate debidamente. Y si es verdad que la
cosa es así, que se ha cometido semejante abominación, 16pasa sin compasión al
filo de la espada a los habitantes de la ciudad, y conságrala al exterminio
total con todo lo que hay en ella, incluido su ganado. 17 Reúne luego todos sus
despojos en medio de la plaza, e incendia la ciudad con todos esos despojos,
como un holocausto para el Señor, tu Dios. Ella se convertirá para siempre en
un montón de ruinas y nunca más será reconstruida. 18 Y no retengas nada de lo
que debe ser consagrado al exterminio. Así el Señor aplacará el ardor de su
ira, se apiadará y tendrá misericordia de ti, y te multiplicará, como lo juró a
tus padres, 19 con tal que tú escuches la voz del Señor, tu Dios, observando
los mandamientos que hoy te prescribo y haciendo lo que es recto a los ojos del
Señor, tu Dios.
Prohibición de una práctica pagana
14 1 Ustedes son hijos del Señor, su
Dios. No se hagan incisiones ni se rapen el cabello sobre la frente en homenaje
a un muerto. 2 Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, y él te
eligió para que fueras su propio pueblo, prefiriéndote a todos los demás
pueblos de la tierra.
Los animales puros e impuros
3 No comerán nada que sea abominable. 4
Ustedes podrán comer los siguientes animales: el buey, la oveja, la cabra, 5 el
ciervo, la gacela, el venado, la cabra montés, el íbice, el antílope y la
gamuza. 6 Podrán comer, asimismo, cualquier animal que tenga la pezuña partida
–es decir, dividida en dos mitades– y que sea rumiante. 7 Pero se abstendrán de
comer los animales que son solamente rumiantes y los que solamente tienen la
pezuña partida por la mitad. No comerán camello, liebre ni damán, porque aunque
son rumiantes, no tienen la pezuña partida. A estos animales deberán
considerarlos impuros. 8Tampoco comerán cerdo, porque aunque tiene la pezuña
partida, no es rumiante. También a este deberán considerarlo impuro, y no
podrán comer su carne ni tocar su cadáver.
9 De entre los animales que viven en el
agua, les estará permitido comer todos aquellos que tengan aletas y escamas. 10
Pero no podrán comer los que no tengan aletas ni escamas: a éstos deberán
considerarlos impuros.
11 Podrán comer todas las especies de
aves puras. 12 Pero se abstendrán de comer las siguientes: el águila, el
quebrantahuesos, el águila marina, 13 el milano, las diversas especies de
halcón, 14las diversas especies de cuervo; 15 el avestruz, la golondrina, la gaviota
y las diversas especies de gavilán; 16 la lechuza, el búho, el ibis, 17 el
pelícano, el buitre, el corvejón, 18 la cigüeña, las diversas especies de
garza, la abubilla y el murciélago. 19 También deberán considerar impuros a
todos los insectos con alas, 20 pero podrán comer cualquier clase de pájaros
puros.
21 No comerán ningún animal muerto. Se
lo darás al extranjero que resida en tu ciudad para que él lo coma, o se lo
venderás al extranjero que va de paso. Porque tú eres un pueblo consagrado al
Señor, tu Dios.
No harás cocer un cabrito en la leche
de su madre.
El diezmo anual
22 Cada año deberás separar la décima
parte de todo lo que hayan producido tus sembrados, 23 y en la presencia del
Señor, tu Dios, en el lugar que él elija para constituirlo morada de su Nombre,
comerás del diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y también los
primogénitos de tu ganado mayor y menor. Así aprenderás a temer siempre al
Señor, tu Dios.
24 Si el camino es demasiado largo para
que puedas transportar el diezmo –porque el lugar que el Señor elija te queda
muy lejos– cuando él te haya bendecido, 25 los cambiarás por dinero y luego
irás a ese lugar, llevando contigo el dinero. 26 Allí podrás comprar con ese
dinero todo lo que desees: ganado mayor o menor, vino o bebida fermentada, en
una palabra, cualquier cosa que sea de tu agrado. Entonces comerás en la
presencia del Señor, tu Dios, y te alegrarás junto con tu familia. 27 No
olvides al levita que vive en tus ciudades, ya que él no tiene posesión ni
herencia contigo.
El diezmo trienal
28 Al cabo de tres años, deberás
separar la décima parte de todo lo producido ese año, y lo depositarás en la
puerta de tu ciudad. 29 Entonces vendrá a comer el levita, ya que él no tiene
posesión ni herencia contigo; y lo mismo harán el extranjero, el huérfano y la
viuda que están en tus ciudades, hasta quedar saciados. Así el Señor te
bendecirá en todas tus empresas.
El séptimo año: la remisión de las
deudas
15 1 Al cabo de cada siete años,
harás una remisión. 2 La remisión consiste en lo siguiente: Todo acreedor
condonará a su prójimo el préstamo que le haya concedido. No hará ninguna
demanda a su prójimo –es decir, a su hermano– porque se ha proclamado una remisión
en homenaje al Señor. 3Podrás, eso sí, demandar al extranjero, pero deberás
liberar a tu hermano del derecho que tengas sobre él. 4 Por lo demás, no habrá
ningún pobre a tu lado, porque el Señor te bendecirá abundantemente en la
tierra que él te da como herencia, 5 con esta sola condición: que escuches su
voz, practicando cuidadosamente todo este mandamiento que hoy te prescribo. 6
Sí, el Señor, tu Dios, te bendecirá como te lo ha prometido: tú prestarás a
muchas naciones, sin tener necesidad de pedirles prestado, y dominarás a muchas
naciones sin que ellas te dominen.
7 Si hay algún pobre entre tus
hermanos, en alguna de las ciudades del país que el Señor, tu Dios, te da, no
endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. 8 Ábrele tu mano y préstale lo que
necesite para remediar su indigencia. 9 No abrigues en tu corazón estos
perversos pensamientos: "Ya está cerca el séptimo año, el año de la
remisión", mirando por eso con malos ojos a tu hermano pobre, para no
darle nada. Porque él apelaría al Señor y tú te harías culpable de un pecado.
10 Cuando le des algo, lo harás de buena gana. Así el Señor te bendecirá en
todas tus obras y en todas las empresas que realices. 11 Es verdad que nunca
faltarán pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano al
pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra.
La remisión de los esclavos hebreos
12 Si tu hermano hebreo –sea hombre o
mujer– se vende a ti, te servirá durante seis años y al séptimo año, lo dejarás
en libertad. 13 Cuando le concedas la libertad, no lo envíes con las manos
vacías. 14 Llénalo de presentes tomados de tu ganado menor, de tu era y de tu
lagar, haciéndolo partícipe de los bienes con que el Señor, tu Dios, te
bendiga. 15 Recuerda que tú fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu Dios,
te rescató. Por eso ahora te doy esta orden.
16 Pero si él te dice. "No quiero
alejarme de ti" –porque te ama, y ama también a tu familia y se siente
feliz a tu lado– 17 entonces tomarás una lezna y le perforarás la oreja contra
la puerta de tu casa: así será tu esclavo para siempre. Lo mismo deberás hacer
con tu esclava.
18 Que no te resulte penoso dejarlo en
libertad, porque el servicio que te prestó durante seis años vale el doble del
salario de un jornalero. Entonces el Señor te bendecirá en todas tus empresas.
Los primogénitos machos del ganado
19 Consagra al Señor, tu Dios, todos
los primogénitos machos de tu ganado mayor y menor. Tú no trabajarás con el
primogénito de tus vacas ni esquilarás al primogénito de tus ovejas. 20 Los
comerás cada año junto con tu familia, en la presencia del Señor, tu Dios, en
el lugar que el Señor elija. 21 Pero si es defectuoso –si es rengo, ciego o
tiene cualquier otro defecto grave– no lo sacrificarás al Señor, tu Dios. 22 Lo
comerás como se come una gacela o un ciervo. Podrán comerlo igualmente el puro
y el impuro. 23 Sólo te abstendrás de comer la sangre: la derramarás en la
tierra como si fuera agua.
Las tres Fiestas de peregrinación: la
Pascua y los Ácimos
16 1 Solemniza el mes de Abib
celebrando en él la Pascua en honor del Señor, tu Dios, porque una noche del
mes de Abib él te hizo salir de Egipto. 2 Inmola al Señor, tu Dios, como
víctima pascual, un animal del ganado mayor o menor, en el lugar que él elija
para constituirlo morada de su Nombre. 3 No comas la víctima con pan
fermentado. Durante siete días comerás pan sin levadura, que es un pan de
aflicción, porque tú saliste precipitadamente de Egipto: así te acordarás
siempre del día en que saliste de Egipto. 4 Esos siete días la levadura no
deberá verse en todo tu territorio, y tampoco quedarán para el día siguiente
restos de la carne sacrificada al atardecer del primer día. 5 No inmoles la
víctima pascual en cualquiera de las ciudades que el Señor, tu Dios, te dará. 6
La inmolarás únicamente en el lugar que él elija para constituirlo morada de su
Nombre, y lo harás al atardecer, cuando se ponga el sol, a la misma hora en que
saliste de Egipto. 7 Cocerás y comerás la víctima en el lugar que el Señor, tu
Dios, elija, y a la mañana siguiente emprenderás el camino de regreso a tu
casa. 8 Durante seis días comerás pan sin levadura, y el séptimo día harás una
asamblea litúrgica en honor del Señor, tu Dios. Ese día no realizarás ningún
trabajo.
La Fiesta de las Semanas
9 Cuenta siete semanas a partir del
momento en que empieces a cosechar, 10 y al término de ellas celebrarás la
fiesta de las Semanas en honor del Señor, tu Dios, llevando tus ofrendas
voluntarias, en la medida en que el Señor, tu Dios, te bendiga. 11 Te alegrarás
en la presencia del Señor, tu Dios –en el lugar que él elija para constituirlo
morada de su Nombre– junto con tu hijo y tu hija, con tu esclavo y tu esclava,
con el levita que viva en tu ciudad, y con el extranjero, el huérfano y la
viuda que estén contigo. 12 Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y observa
fielmente estas prescripciones.
La Fiesta de las Chozas
13 Celebra durante siete días la fiesta
de las Chozas, apenas termines de recoger los frutos de tu era y de tu lagar.
14 Te alegrarás durante la fiesta, junto con tu hijo y tu hija, con tu esclavo
y tu esclava, y con el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que vivan
en tu ciudad. 15 Siete días estarás de fiesta en honor del Señor, tu Dios, en
el lugar que él elija. Porque el Señor, tu Dios, te bendecirá en todas tus
cosechas y en todas tus obras, para que seas plenamente feliz.
Resumen sobre las Fiestas
16 Tres veces al año, todos los varones
se presentarán delante del Señor, tu Dios, en el lugar elegido por él: en la
fiesta de los Ácimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de las Chozas.
Nadie se presentará delante del Señor con las manos vacías. 17 Cada uno dará lo
que pueda, conforme a la bendición que el Señor, tu Dios, te haya otorgado.
Los jueces
18 En cada una de las ciudades que el
Señor, tu Dios, te dé para tus tribus, pondrás jueces y escribas que dicten
sentencias justas en favor del pueblo. 19No tergiversarás el derecho; no harás
acepción de personas ni te dejarás sobornar. Porque el soborno ciega los ojos
de los sabios y pervierte las palabras de los justos. 20 Tu deber es buscar la
justicia, sólo la justicia, para que tengas vida y poseas la tierra que el
Señor, tu Dios, te da.
Advertencias contra las desviaciones
cultuales
21 No plantarás ninguna clase de árbol,
para tenerlo como poste sagrado, junto al altar que dediques al Señor, tu Dios.
22 Tampoco erigirás piedras conmemorativas, porque el Señor, tu Dios, las
detesta.
17 1 No sacrificarás al Señor, tu
Dios, ningún animal del ganado mayor o menor que tenga un defecto o cualquier
clase de imperfección, porque eso es una abominación para el Señor, tu Dios.
2 Si en medio de ustedes, en una de las
ciudades que el Señor, tu Dios, te dará, hay un hombre o una mujer que hace lo
que es malo a los ojos del Señor, tu Dios, y quebranta su alianza, 3 porque va
a servir a otros dioses y a postrarse delante de ellos –delante del sol, la
luna o todo el Ejército del cielo– contrariamente a lo que yo te he mandado, 4
y el hecho llega a tu conocimiento, realiza una minuciosa investigación. Y si
es verdad que la cosa es así, que se ha cometido semejante abominación en
Israel, 5 saca a las puertas de tu ciudad al hombre o a la mujer que hayan
cometido ese delito, y apedréalos hasta que mueran.
6 Para que alguien sea condenado a
muerte se requiere el testimonio de dos o más testigos. Nadie será condenado a
muerte en base al testimonio de uno solo. 7 Los testigos serán los primeros en
levantar la mano contra él para hacerlo morir, y después todo el pueblo hará lo
mismo. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes.
Los jueces levitas
8 Si te resulta demasiado difícil
juzgar un pleito por homicidio, por reclamación de derechos, por lesiones, o
cualquier otra causa que se haya suscitado en tu ciudad, subirás hasta el lugar
que el Señor, tu Dios, elija, 9 y te presentarás a los sacerdotes levitas y al
juez en ejercicio. Tú les expondrás el caso, y ellos te harán conocer la
sentencia. 10Deberás ajustarte a lo que ellos te digan en el lugar que elija el
Señor, tu Dios, procediendo en todo conforme a sus instrucciones. 11 Procederás
de acuerdo con la decisión que ellos tomen y con la sentencia que pronuncien,
sin apartarse de lo que ellos te indiquen ni a la derecha ni a la izquierda. 12
El que obre presuntuosamente, desoyendo al sacerdote que está allí para servir
al Señor, tu Dios, o al juez, ese hombre morirá. Así harás desaparecer el mal
de Israel. 13 Y cuando el pueblo se entere, sentirá temor y dejará de obrar con
presunción.
Los reyes
14 Cuando entres en el país que el
Señor, tu Dios, te dará, cuando lo tomes en posesión y vivas en él, si alguna
vez dices: "Voy a poner un rey para que me gobierne, como todas las
naciones que están a mi alrededor", 15 pondrás un rey elegido por el
Señor, tu Dios, que pertenezca a tu mismo pueblo. No podrás someterte a la
autoridad de un extranjero, de alguien que no pertenezca a tu pueblo.
16 El rey no deberá tener muchos
caballos ni hacer que el pueblo regrese a Egipto, con el pretexto de aumentar
su caballería; porque el Señor, tu Dios, ha dicho: "No regresen nunca más
por ese camino". 17 Tampoco tendrá muchas mujeres, para que su corazón no
se desvíe, ni acumulará oro y plata en cantidad excesiva. 18 Cuando tome
posesión del trono real, hará escribir en un libro, para su uso personal, una
copia de esta Ley, conforme al texto que conservan los sacerdotes levitas. 19
La tendrá a su lado y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a
temer al Señor, su Dios, observando todas las palabras de esta Ley y poniendo
en práctica estos preceptos. 20 De esa manera, no se sentirá superior a sus
hermanos, y no se apartará de estos mandamientos, ni a la derecha ni a la
izquierda. Así prolongarán los días de su reinado, él y sus hijos, en medio de
Israel.
El sacerdocio levítico
18 1 Los sacerdotes levitas –o sea,
toda la tribu de Leví– no tendrán parte ni herencia con los israelitas: ellos
se alimentarán de las ofrendas destinadas a los sacrificios y de la herencia
del Señor. 2 Por lo tanto, esta tribu no poseerá una herencia en medio de sus
hermanos: su herencia es el Señor, como él mismo se lo ha declarado.
3 Los derechos de los sacerdotes sobre
las personas que ofrecen en sacrificio un animal del ganado mayor o menor son
los siguientes: se dará al sacerdote la espalda, las quijadas y el estómago. 4
También le darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y las
primicias de la esquila de tu ganado menor. 5 Porque el Señor, tu Dios, eligió
al sacerdote y a sus hijos, entre todas tus tribus, para que siempre estuviera
en su presencia y oficiara en nombre del Señor.
6 Si un levita que reside en cualquier
parte del Israel, se traslada por voluntad propia de una de tus ciudades al
lugar que elija el Señor, su Dios, 7 podrá oficiar allí en nombre del Señor
como todos sus hermanos levitas que están en la presencia del Señor. 8 Y comerá
una porción igual a la de ellos, además de lo que obtenga por la venta de sus
bienes patrimoniales.
Los profetas
9 Cuando entres en la tierra que el
Señor, tu Dios, te dará, no aprendas a practicar las abominaciones que cometen
esas naciones. 10 Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su
hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la
hechicería. 11 Tampoco habrá ningún encantador, ni consultor de espectros o de
espíritus, ni evocador de muertos. 12 Porque todo el que practica estas cosas
es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones, él
desposeerá a esos pueblos delante de ti. 13 Tú serás irreprochable en tu trato
con el Señor, tu Dios. 14 Porque las naciones que vas a desposeer escuchan a
los astrólogos y adivinos, pero a ti el Señor no te permite semejante cosa.
15 El Señor, tu Dios, te suscitará un
profeta como yo; lo hará surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a
él a quien escucharán. 16 Esto es precisamente lo que pediste al Señor, tu Dios,
en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: "No quiero seguir
escuchando la voz del Señor, mi Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de
lo contrario moriré". 17 Entonces el Señor me dijo: "Lo que acaban de
decir está muy bien. 18 Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta
semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le
ordene. 19 Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi
Nombre, yo mismo le pediré cuenta. 20 Y si un profeta se atreve a pronunciar en
mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de
otros dioses, ese profeta morirá". 21 Tal vez te preguntes: "¿Cómo
sabremos que tal palabra no la ha pronunciado el Señor?". 22 Si lo que el profeta
dice en nombre del Señor no se cumple y queda sin efecto, quiere decir que el
Señor no ha dicho esa palabra. El profeta ha hablado temerariamente: no le
temas.
Las ciudades de refugio y el derecho de
asilo
19 1 Cuando el Señor, tu Dios, haya
extirpado a las naciones cuyo territorio te entrega, y cuando tú las hayas
desposeído y vivas en sus ciudades y en sus casas, 2 deberás poner aparte tres
ciudades en medio del territorio que el Señor, tu Dios, te dará en posesión. 3
Medirás convenientemente las distancias y dividirás en tres partes el país que
el Señor, tu Dios, te dará como herencia, para que allí pueda refugiarse el que
haya cometido un homicidio. 4 Pero sólo en el caso siguiente: el homicida podrá
salvarse huyendo a una de esas ciudades si mató a su prójimo involuntariamente,
sin haberlo odiado antes. 5 Por ejemplo, si un hombre va a cortar leña al
bosque en compañía de otro, y al empuñar el hacha para cortar un árbol, el
hierro se suelta del mango y golpea a su acompañante, provocándole la muerte,
el homicida irá a refugiarse en una de esas ciudades y así pondrá a salvo su
vida. 6Es preciso evitar que el vengador del homicidio persiga lleno de furor
al homicida, lo alcance –ya que el camino es muy largo– y le quite la vida,
siendo así que no es reo de muerte, porque nunca fue enemigo de su víctima. 7
Por eso te ordeno que pongas aparte esas tres ciudades.
8 Si el Señor, tu Dios, extiende tus
fronteras como lo juró a tus padres, y te da toda la tierra que les prometió 9
–siempre que te empeñes en cumplir íntegramente el mandamiento que hoy te
prescribo de amar al Señor, tu Dios, y seguir sus caminos– entonces, a esas
tres ciudades les añadirás otras tres. 10 Así no se derramará sangre inocente
en medio del país que el Señor, tu Dios, te da como herencia, y tú no te harás
culpable de un derramamiento de sangre.
11 Pero si alguien, impulsado por el
odio, tiende a su prójimo una emboscada, y arrojándose sobre él, lo hiere
mortalmente, y luego va a refugiarse en una de esas ciudades, 12 los ancianos
de su ciudad lo harán apresar y lo pondrán en manos del vengador del homicidio,
para que muera. 13 No le tendrás compasión, sino que harás desaparecer de
Israel todo derramamiento de sangre inocente. Así serás feliz.
Los límites de la propiedad
14 No desplazarás los límites de la
propiedad de tu vecino, los que han establecido los predecesores, en la
herencia que recibirás cuando tomes posesión de la tierra que te da el Señor,
tu Dios.
Los testigos
15 No basta un solo testigo para
declarar a un hombre culpable de crimen o delito; cualquiera sea la índole del
delito, la sentencia deberá fundarse en la declaración de dos o más testigos.
16 Si un falso testigo se levanta
contra un hombre y lo acusa de rebeldía, 17 las dos partes en litigio
comparecerán delante del Señor, en presencia de los sacerdotes y de los jueces
en ejercicio. 18Los jueces investigarán el caso cuidadosamente, y si se pone de
manifiesto que el acusador es un testigo falso y ha atestiguado falsamente
contra su hermano, 19 le harán a él lo mismo que él había proyectado hacer
contra su hermano. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. 20 Y cuando
se enteren los otros, sentirán temor y no volverá a cometerse esta infamia
entre ustedes. 21No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie.
Las instrucciones a los combatientes
20 1 Cuando salgas a combatir contra
tus enemigos y veas caballos, carros de guerra y un ejército más numeroso que
tú, no les tengas miedo: el Señor, tu Dios, el mismo que te hizo salir de
Egipto, está contigo. 2 Y cuando ya estén prontos para entrar en combate, el
sacerdote se adelantará y arengará a la tropa 3 en estos términos:
"Escucha, Israel. Ahora ustedes están próximos a entrar en batalla contra
sus enemigos. ¡Tengan valor! No teman, ni se angustien, ni tiemblen ante ellos,
4porque el Señor, su Dios, los acompaña, y él combatirá en favor de ustedes
para darles la victoria sobre sus enemigos".
5 Los escribas, por su parte, dirán a
la tropa:
"¿Alguien construyó una casa nueva
y todavía no la estrenó? Que se retire y vuelva a su casa, no sea que muera en
el combate y otro hombre la estrene.
6 ¿Alguien plantó una viña y todavía no
recogió los primeros frutos? Que se retire y vuelva a su casa, no sea que muera
en el combate y otro hombre los recoja.
7 ¿Alguien está comprometido con una
mujer y todavía no se unió a ella? Que se retire y vuelva a su casa, no sea que
muera en el combate y otro hombre se case con ella".
8 Además, los escribas harán esta
advertencia a la tropa:
"¿Alguien tiene miedo y le falta
valor? Que se retire y vuelva a su casa, no sea que transmita a sus hermanos su
propia cobardía".
9 Y cuando los escribas hayan terminado
de instruir a la tropa, los jefes de batallones se pondrán al frente de ella.
El asedio de las ciudades enemigas
10 Cuando te acerques a una ciudad para
atacarla, primero le ofrecerás la paz. 11 Si ella la acepta y te abre sus
puertas, toda la población te pagará tributo y te servirá. 12 Pero si rehusa el
ofrecimiento de paz y te opone resistencia, deberás sitiarla. 13 Cuando el
Señor, tu Dios, la ponga en tus manos, tú pasarás al filo de la espada a todos
sus varones. 14 En cuanto a las mujeres, los niños, el ganado y cualquier otra
cosa que haya en la ciudad, podrás retenerlos como botín, y disfrutar de los
despojos de los enemigos que el Señor, tu Dios, te entrega. 15 Así tratarás a
todas las ciudades que estén muy alejadas de ti y que no pertenezcan a las
naciones vecinas. 16 Pero en las ciudades de esos pueblos que el Señor, tu
Dios, te dará como herencia, no deberás dejar ningún sobreviviente. 17
Consagrarás al exterminio total a los hititas, a los amorreos, a los cananeos,
a los perizitas, a los jivitas y a los jebuseos, como te lo ordena el Señor, tu
Dios, 18 para que ellos no les enseñen a imitar todas las abominaciones que
cometen en honor de sus dioses. Así ustedes no pecarán contra el Señor, su
Dios.
19 Si para conquistar una ciudad tienes
que asediarla mucho tiempo, no destruirás sus árboles a golpes de hacha. Come
de sus frutos, pero no los cortes. ¿Acaso los árboles del campo son hombres,
para que los hagas también a ellos víctimas del asedio? 20 Podrás destruir y
cortar, en cambio, los árboles que sepas que no dan ningún fruto, a fin de
construir máquinas de asedio contra la ciudad que te oponga resistencia, hasta
que logres someterla.
Expiación del homicidio cometido por un
desconocido
21 1 Si en la tierra que el Señor,
tu Dios, te da en posesión, alguien encuentra un hombre muerto, tendido en
medio del campo, y no se sabe quién lo mató, 2 tus ancianos y tus jueces irán a
medir las distancias que hay entre la víctima y las ciudades de alrededor.
3Luego los ancianos de la ciudad más cercana tomarán una ternera que no haya
sido sometida a ningún trabajo ni haya estado bajo el yugo; 4 la llevarán hasta
un arroyo de agua perenne, a un lugar donde no se cultiva ni se siembra, y la
desnucarán junto al arroyo. 5También se harán presentes los sacerdotes levitas,
porque el Señor los eligió para que estuvieran a su servicio y para que
bendijeran en su Nombre, y a ellos les corresponde resolver los litigios y los
casos de agresión. 6 Luego los ancianos de la ciudad más cercana a la víctima
se lavarán las manos en el arroyo, sobre la ternera desnucada, 7 y pronunciarán
estas palabras: "Nuestras manos no han derramado esa sangre y nuestros
ojos no han visto nada. 8 Perdona, Señor, a tu pueblo Israel, ese pueblo que tú
rescataste, y no dejes recaer sangre inocente sobre tu pueblo Israel". Así
quedarán absueltos del delito de sangre. 9 De esta manera harás desaparecer de
entre ustedes la sangre inocente, haciendo lo que es recto a los ojos del
Señor.
El matrimonio con una prisionera de
guerra
10 Cuando salgas a combatir contra tus
enemigos, y el Señor, tu Dios, los ponga en tus manos, si tomas algunos prisioneros
11 y entre ellos ves una mujer hermosa que te resulta atrayente, y por eso la
quieres tomar por esposa, 12 deberás llevarla a tu casa. Entonces ella se
rapará la cabeza, se cortará las uñas, 13 se quitará su ropa de cautiva y
permanecerá en tu casa durante un mes entero, llorando a su padre y a su madre.
Sólo después de esto podrás unirte a ella para ser su esposo, y ella será tu
mujer. 14 Pero si más tarde dejas de quererla, le permitirás disponer de sí
misma, y no podrás venderla por dinero ni maltratarla, porque la has
violentado.
El derecho de primogenitura
15 Si un hombre que tiene dos mujeres,
ama a una y a la otra no, y las dos le dan hijos, pero el primogénito es hijo
de la mujer que no ama, 16 cuando reparta la herencia entre sus hijos, no podrá
considerar como primogénito al hijo de la mujer que ama, en perjuicio del
verdadero primogénito. 17 Él deberá reconocer como primogénito al hijo de la
mujer que no ama, dándole dos partes de todo lo que posee, porque este hijo es
el primer fruto de su vigor, y por eso le corresponde el derecho de
primogenitura.
El hijo rebelde
18 Si un hombre tiene un hijo indócil y
rebelde, que desobedece a su padre y a su madre, y no les hace caso cuando
ellos lo reprenden, 19 su padre y su madre lo presentarán ante los ancianos del
lugar, en la puerta de la ciudad, 20 y dirán a los ancianos: "Este hijo
nuestro es indócil y rebelde; no quiere obedecernos, y es un libertino y un
borracho". 21Entonces todos los habitantes de su ciudad lo matarán a
pedradas. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes, y todo Israel, cuando
se entere, sentirá temor.
El cadáver expuesto
22 Si un hombre, culpable de un crimen
que merece la pena de muerte, es ejecutado y colgado de un árbol, 23 su cadáver
no quedará en el árbol durante la noche, sino que lo enterrarás ese mismo día,
porque el que está colgado de un árbol es una maldición de Dios. Y tú no
mancharás el suelo que el Señor, tu Dios, te da como herencia.
Prescripciones diversas
22 1 Si ves extraviados al buey o a
la oveja de tu hermano, no te despreocupes de ellos y vé a devolvérselos cuanto
antes. 2 Si ese hermano no es tu vecino o no sabes quién es, encierra al animal
en tu casa y cuídalo hasta que él lo venga a reclamar. Entonces se lo
devolverás. 3 Lo mismo harás con su asno, con su ropa y con cualquier otro
objeto que pierda tu hermano y que tú encuentres: no podrás despreocuparte de
ellos.
4 Si ves caídos en el camino al asno o
al buey de tu hermano, no te despreocupes de ellos y ayúdalo a levantarlos.
5 La mujer no se pondrá ropa de hombre,
ni el hombre un vestido de mujer: el que lo hace resulta abominable a los ojos
del Señor, tu Dios.
6 Si mientras vas caminando, encuentras
en un árbol o en el suelo un nido de pájaros con pichones o con huevos, y la
madre está echada encima de ellos, no tomes a la madre con su cría. 7 Deja en
libertad a la madre y toma para ti los pichones. Así serás feliz y tendrás una
larga vida.
8 Cuando construyas una casa nueva,
pondrás una baranda alrededor de la terraza. Así no harás a tu casa responsable
de derramamiento de sangre, en el caso de que alguien se caiga de allí.
9 No sembrarás en tu viña otra clase de
plantas, porque de lo contrario toda la cosecha será sagrada: tanto el producto
de lo que siembres como el fruto de la viña.
10 No ares con un buey y un asno
juntos.
11 No vestirás ropa tejida de lana
mezclada con lino.
12 Coloca unos flecos en las cuatro
puntas del manto con que te cubres.
Las acusaciones contra una joven esposa
13 Si un hombre se casa con una mujer y
se une a ella, pero después le toma aversión, 14 la acusa falsamente y la
difama, diciendo: "Yo me casé con esta mujer, y cuando me uní a ella
comprobé que no era virgen", 15 entonces el padre y la madre de la joven
tomarán las pruebas de su virginidad, y las exhibirán ante los ancianos, en la
puerta de la ciudad. 16 El padre de la joven dirá a los ancianos: "Yo
entregué mi hija a este hombre para que fuera su esposa, pero él le ha tomado
aversión 17 y ahora la acusa falsamente, declarando que no encontró en ella las
señales de la virginidad. Aquí están las pruebas de que mi hija era realmente
virgen". Y en seguida extenderán la sábana nupcial ante los ancianos de la
ciudad. 18 Entonces estos tomarán al hombre y lo castigarán 19 por haber
difamado a una virgen israelita, condenándolo, además, a pagar cien siclos de
plata, que entregarán al padre de la joven. Ella seguirá siendo su mujer, y el
hombre no podrá repudiarla nunca más.
20 Pero si la acusación resulta
verdadera y no aparecen las pruebas de la virginidad de la joven, 21 la sacarán
a la puerta de la casa de su padre, y la gente de esa ciudad la matará a
pedradas, por haber cometido una acción infame en Israel, prostituyéndose en la
casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes.
El adulterio, la violación y el incesto
22 Si se sorprende a un hombre acostado
con una mujer casada, morirán los dos: el hombre que estaba acostado con la
mujer, y también ella. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes.
23 Si una joven virgen está
comprometida con un hombre, y otro la encuentra en la ciudad y se acuesta con
ella, 24 se hará salir a los dos a la puerta de esa ciudad y los matarán a
pedradas: a la joven por no haber pedido auxilio, a pesar de que estaba en la
ciudad; y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás
desaparecer el mal de entre ustedes. 25 Pero si el hombre encuentra en el campo
a la joven comprometida y se acuesta con ella por la fuerza, sólo morirá el
hombre que se acostó con ella. 26 A la joven, no le harás nada, porque no ha
cometido un pecado que merezca la muerte. Es un caso semejante al de un hombre
que ataca a otro y lo mata: 27 como el encuentro se produjo en el campo, tal
vez la joven pidió auxilio, pero no había nadie que la socorriera.
28 Si un hombre encuentra a una joven virgen
que no está comprometida, la toma por la fuerza y se acuesta con ella, y son
sorprendidos, 29 el hombre que se acostó con ella deberá pagar al padre de la
joven cincuenta siclos de plata y ella será su mujer. Nunca podrá repudiarla,
porque él la violó.
23 1 Ningún hombre tomará como
esposa a una mujer de su padre, ni descubrirá el borde de la manta de su padre.
Las personas excluidas de la comunidad
de Israel
2 El que tenga los testículos mutilados
o el pene cortado no será admitido en la asamblea del Señor.
3 El bastardo no será admitido en la
asamblea del Señor, ni siquiera en la décima generación.
4 El amonita y el moabita no serán
jamás admitidos en la asamblea del Señor, ni siquiera en la décima generación.
5Porque ellos no se adelantaron para ofrecerles agua y alimento, cuando ustedes
iban por el camino, a la salida de Egipto; y porque Moab contrató a Balaam,
hijo de Beor, que era de Petor en Arám Naharaim, a fin de que te maldijera. 6
Pero el Señor, tu Dios, no quiso escuchar a Balaam, sino que cambió la
maldición en bendición, porque él te ama. 7 Por eso, mientras vivas, nunca
busques su prosperidad y su bienestar. 8 En cambio, no consideres abominable al
edomita, porque es tu hermano, ni tampoco al egipcio, porque tú fuiste huésped
en su país. 9 A partir de la tercera generación, sus descendientes podrán ser
admitidos en la asamblea del Señor.
La higiene de los campamentos
10 Cuando emprendas una campaña contra
tus enemigos, evita cuidadosamente toda acción indecente. 11 Si alguno de
ustedes ha caído en estado de impureza a causa de una polución nocturna, saldrá
fuera del campamento y no volverá a entrar en él. 12 Pero al llegar la tarde se
lavará, y al ponerse el sol entrará de nuevo en el campamento.
13 Tendrás, asimismo, un lugar fuera
del campamento para hacer allí tus necesidades. 14 También llevarás una estaca
en tu equipaje, y cuando salgas afuera para hacer tus necesidades, cavarás un
hoyo con la estaca y luego lo volverás a tapar para cubrir tus excrementos. 15
Porque el Señor, tu Dios, recorrerá el campamento para protegerte y para poner
a tus enemigos en tus manos. Por eso tu campamento será un lugar santo, y el
Señor no debe ver en él nada indecente. De lo contrario se apartaría de ti.
La protección del esclavo fugitivo
16 No entregarás al esclavo que acuda a
ti huyendo de su dueño. 17 Se quedará contigo, entre los tuyos, en el lugar que
él elija, en la ciudad que más le agrade; y no lo molestarás.
La prostitución sagrada
18 Ningún hombre o mujer israelita
practicará la prostitución sagrada. 19 No llevarás a la Casa del Señor, tu
Dios, la paga de una prostituta ni el salario de un perro, cualquiera sea el
voto que hayas hecho: porque ambos son una abominación para el Señor, tu Dios.
El préstamo a interés
20 No obligues a tu hermano a pagar
interés, ya se trate de un préstamo de dinero, de víveres, o de cualquier otra
cosa que pueda producir interés. 21 Podrás prestar a interés al extranjero,
pero no a tu compatriota, para que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus
empresas, en la tierra de la que vas a tomar posesión.
El cumplimiento de los votos
22 Si haces un voto al Señor, tu Dios,
no tardes en cumplirlo, porque él no dejará de pedirte cuenta, y si no lo
cumples, cometerás un pecado. 23 Si te abstienes de hacer votos, no cometes ningún
pecado. 24 Sé un hombre de palabra, y cumple el voto que hagas espontáneamente
al Señor, tu Dios, expresándolo con tus propios labios.
Concesiones en favor de los pobres
25 Si entras en la viña de tu prójimo,
podrás comer todas las uvas que quieras, hasta quedar saciado, pero no
guardarás nada en tu bolsa. 26 Si pasas por los sembrados maduros de tu
prójimo, podrás arrancar espigas con la mano, pero no aplicarás la hoz.
El divorcio
24 1 Si un hombre se casa con una
mujer, pero después le toma aversión porque descubre en ella algo que le
desagrada, y por eso escribe un acta de divorcio, se la entregará y la
despedirá de su casa. 2 Una vez que esté fuera de su casa, si la mujer se
desposa con otro 3 y este último también la rechaza, escribe un acta de divorcio
y la despide, o bien muere, 4 su primer marido no podrá volver a tomarla por
esposa, puesto que ella ha sido mancillada. Esto sería abominable a los ojos
del Señor, y tú no puedes manchar con un pecado la tierra que el Señor, tu
Dios, te da en herencia.
Leyes humanitarias
5 Si un hombre acaba de casarse, no
saldrá a combatir ni se le impondrá ninguna otra obligación. Quedará libre por
un año para ocuparse de su casa y contentar a la mujer que tomó por esposa.
6 Nadie tomará en prenda un molino de
mano y ni siquiera la piedra movible del molino, porque ello sería tomar en
prenda la vida de una persona.
7 Si se descubre que alguien ha raptado
a uno de sus hermanos israelitas –sea que lo haya maltratado o que lo haya
vendido– el ladrón morirá. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes.
8 Cuando se produzcan casos de lepra,
cuida muy bien de hacer exactamente lo que les indiquen los sacerdotes levitas.
Pongan cuidado en practicar lo que yo les he mandado. 9 Acuérdate de lo que el
Señor, tu Dios, hizo con Miriam durante el viaje, después que ustedes salieron
de Egipto.
10 Si prestas algo a tu prójimo, no
entres en su casa a retirar la prenda. 11Quédate afuera, mientras el hombre a
quien concediste el préstamo te trae la prenda. 12 Y si es una persona de
condición humilde, no vayas a dormir con su prenda. 13 Se la entregarás al
ponerse el sol, para que pueda acostarse con su ropa. Así él te bendecirá, y tú
habrás realizado una obra de justicia a los ojos del Señor, tu Dios.
14 No explotarás al jornalero pobre y
necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna
de las ciudades de tu país. 15 Págale su jornal ese mismo día, antes que se
ponga el sol, porque él está necesitado, y su vida depende de su jornal. Así no
invocará al Señor contra ti, y tú no te harás responsable de un pecado.
16 Los padres no morirán por culpa de
los hijos ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su propio
pecado.
17 No conculcarás el derecho del
extranjero o del huérfano, ni tomarás en prenda el vestido de la viuda. 18
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu Dios, te rescató de
allí. Por eso te ordeno obrar de esta manera.
19 Cuando recojas la cosecha en tu
campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas a buscarla. Será para el
extranjero, el huérfano y la viuda, a fin de que el Señor, tu Dios, te bendiga
en todas tus empresas.
20 Cuando sacudas tus olivos, no
revises después las ramas. El resto será para el extranjero, el huérfano y la
viuda. 21 Cuando recojas los racimos de tu viña, no vuelvas a buscar lo que
haya quedado. Eso será para el extranjero, el huérfano y la viuda. 22 Acuérdate
siempre que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te ordeno obrar de esta manera.
25 1 Si entre dos hombres se produce
un litigio y ellos acuden a la justicia, se los juzgará, y se absolverá al
inocente y se condenará al culpable. 2 Si este último merece ser apaleado, el
juez lo obligará a tenderse en el suelo y lo hará castigar en su presencia, con
un número de golpes proporcionado a su culpa. 3 Podrá infligirle hasta cuarenta
golpes, pero no más, no sea que castigándolo más de la cuenta, el castigo
resulte excesivo y tu hermano quede envilecido a tus ojos.
4 No pondrás bozal al buey que trilla.
Obligaciones matrimoniales de los
cuñados
5 Si varios hermanos viven juntos y uno
de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará con un
extraño. El hermano del difunto se unirá con ella, y cumplirá con sus deberes
de cuñado tomándola por esposa. 6 El primogénito que ella dé a luz llevará el
nombre de su hermano difunto, y así su nombre no se borrará de Israel. 7 Pero
si el cuñado se niega a tomarla por esposa, ella subirá a la puerta de la
ciudad donde están los ancianos, y dirá: "Mi cuñado se niega a perpetuar
en Israel el nombre de su hermano; y no está dispuesto a cumplir en mi favor
sus deberes de cuñado". 8 Entonces los ancianos de su ciudad llamarán a
ese hombre y le pedirán una explicación. Si él persiste en su negativa,
diciendo: "No quiero casarme con ella", 9 su cuñada se acercará a él
en presencia de los ancianos, le quitará la sandalia del pie, lo escupirá en la
cara y le dirá: "Así se debe obrar con el hombre que no edifica la casa de
su hermano". 10 Y en adelante, se lo apodará en Israel: "Casa del
descalzo".
El pudor en las peleas
11 Si unos hombres se pelean, y la
mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende
la mano y lo toma por las partes genitales, 12 deberás cortarle la mano sin
tenerle compasión.
Deberes de justicia
13 No tendrás en tu bolsa dos pesas,
una liviana y otra pesada. 14 No tendrás en tu casa dos medidas, una grande y
otra pequeña. 15 Deberás tener una pesa exacta y justa, y también una medida
exacta y justa, para gozar de una larga vida en el suelo que el Señor, tu Dios,
te da. 16 Porque él considera abominable al que procede de esa manera, a
cualquiera que comete una injusticia.
El castigo de Amalec
17 Recuerda lo que te hizo Amalec
cuando ustedes iban por el camino, después que salieron de Egipto: 18 cómo te
salió al paso y atacó por la espalda a todos los que se habían quedado a la
retaguardia, agotados por el cansancio. Entonces tú estabas fatigado y sin
fuerzas, pero él no tuvo temor de Dios. 19Por eso, cuando el Señor, tu Dios, te
libre definitivamente de todos los enemigos que están a tu alrededor, en la
tierra que él te dará en herencia, borrarás de todas partes el recuerdo de
Amalec. ¡No lo olvides!
La entrega de las primicias
26 1 Cuando entres en la tierra que
el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te
establezcas allí, 2 recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas
de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las
llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su
Nombre. 3 Entonces te presentarás al sacerdote que esté en funciones en
aquellos días, y le dirás:
"Yo declaro hoy ante el Señor, tu
Dios, que he llegado a la tierra que él nos dio, porque así lo había jurado a
nuestros padres".
4 El sacerdote tomará la canasta que tú
le entregues, la depositará ante el altar, 5 y tú pronunciarás estas palabras
en presencia del Señor, tu Dios:
"Mi padre era un arameo errante
que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se
convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. 6 Los egipcios nos
maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. 7 Entonces
pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz.
Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, 8 y nos hizo
salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un
gran terror, de signos y prodigios. 9 Él nos trajo a este lugar y nos dio esta
tierra que mana leche y miel. 10 Por eso ofrezco ahora las primicias de los
frutos del suelo, que tú, Señor, me diste".
Tú depositarás las primicias ante el
Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él. 11 Luego te regocijarás por todos
los bienes que él te concede, a ti y a tu casa, y también se alegrarán el
levita y el extranjero que viven contigo.
Prescripciones sobre el diezmo trienal
12 El tercer año, el año del diezmo,
cuando tomes la décima parte de tus cosechas y se la des al levita, al
extranjero, al huérfano y a la viuda, a fin de que ellos puedan comer en tus
ciudades hasta saciarse, 13 dirás en presencia del Señor, tu Dios:
"Yo saqué de mi casa lo que debía
ser consagrado, y se lo di al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda,
conforme al mandamiento que tú me diste, sin quebrantar ni olvidar ninguno de
tus preceptos. 14 No comí nada de eso estando de duelo, no consumí nada en
estado de impureza, ni lo ofrecí como alimento a un muerto. Obedecí la voz del
Señor, mi Dios, y obré en todo según lo que tú me ordenaste. 15 Inclínate desde
tu santa morada, desde lo alto del cielo, y bendice a tu pueblo Israel y a la
tierra que nos diste –esa tierra que mana leche y miel– como lo habías jurado a
nuestros padres".
Israel, Pueblo de Dios
16 Hoy el Señor, tu Dios, te ordena
practicar estos preceptos y estas leyes. Obsérvalas y practícalas con todo tu
corazón y con toda tu alma.
17 Hoy tú le has hecho declarar al
Señor que él será tu Dios, y que tú, por tu parte, seguirás sus caminos,
observarás sus preceptos, sus mandamientos y sus leyes, y escucharás su voz. 18
Y el Señor hoy te ha hecho declarar que tu serás el pueblo de su propiedad
exclusiva, como él te lo ha prometido, y que tú observarás todos sus
mandamientos; 19 que te hará superior –en estima, en renombre y en gloria– a
todas las naciones que hizo; y que serás un pueblo consagrado al Señor, como él
te lo ha prometido.
CELEBRACIÓN Y SANCIÓN
DE LA ALIANZA
Aquí se interrumpe bruscamente el
discurso de Moisés y se introducen varios fragmentos narrativos, referentes a
los ritos establecidos para la renovación de la Alianza. Esta liturgia,
celebrada periódicamente en Siquém, entre los montes Ebal y Garizím, incluía la
proclamación de la Ley y la recitación por dos coros alternados de las fórmulas
de bendición y maldición. Dichas promesas y amenazas debían alertar a Israel
sobre la gravedad del compromiso asumido ante su Dios.
Promulgación pública de la Ley
27 1 Moisés y los ancianos de Israel
dieron esta orden al pueblo:
Observa íntegramente el mandamiento que
hoy les prescribo. 2 El día en que crucen el Jordán para ir a la tierra que el
Señor, tu Dios, te da, erigirás unas piedras, bien grandes, las blanquearás con
cal, 3 y escribirás en ellas todas las palabras de esta Ley. Harás esto cuando
cruces el Jordán para entrar en el país que te da el Señor, tu Dios –esa tierra
que mana leche y miel– como el Señor, el Dios de tus padres te lo ha prometido.
4 Después de cruzar el Jordán, pondrán
esas piedras en el monte Ebal, según instrucciones que hoy les doy, y las
blanquearán con cal. 5 Allí erigirás también un altar de piedra en honor del
Señor, tu Dios. No usarás ningún instrumento de hierro para trabajar las piedras,
6 porque el altar del Señor deberá estar construido con piedras intactas.
Ofrecerás en él holocaustos al Señor, tu Dios, 7 e inmolarás sacrificios de
comunión. Allí comerás y te alegrarás en la presencia del Señor, tu Dios, 8 y
escribirás en las piedras, con rasgos bien claros, todas las palabras de esta
Ley.
9 Después, Moisés y los sacerdotes
levitas se dirigieron a todo Israel en estos términos: "Calla, Israel, y
escucha. Hoy te has convertido en el pueblo del Señor, tu Dios. 10 Escucha la
voz del Señor, tu Dios, y practica los mandamientos y las leyes que hoy te
prescribo".
11 Aquel día, Moisés dio esta orden al
pueblo:
12 Después de cruzar el Jordán, las
tribus de Simeón, Leví y Judá, Isacar, José y Benjamín, estarán en el monte
Garizím, para proclamar la bendición al pueblo; 13y las tribus de Rubén, Gad y
Aser, Zabulón, Dan y Neftalí estarán en el monte Ebal, para proclamar la
maldición.
Las doce maldiciones
14 Los levitas tomarán la palabra y
dirán en alta voz a todos los hombres de Israel:
15 Maldito sea el hombre que hace un
ídolo tallado o de metal fundido –abominación para el Señor, obra de un
artesano– y lo guarda en un lugar oculto. Y todo el pueblo responderá: Amén.
16 Maldito sea el que menosprecia a su
padre o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
17 Maldito sea el que desplaza los
límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
18 Maldito sea el que aparta a un ciego
del camino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
19 Maldito sea el que conculca el derecho
del extranjero, del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá: Amén.
20 Maldito sea el que se acuesta con la
mujer de su padre, porque de esa manera descubre el borde de la manta de su
padre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
21 Maldito sea el que se acuesta con un
animal. Y todo el pueblo responderá: Amén.
22 Maldito sea el que se acuesta con su
hermana, la hija de su padre o de su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
23 Maldito sea el que se acuesta con su
suegra. Y todo el pueblo responderá: Amén.
24 Maldito sea el que mata ocultamente
a su prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén.
25 Maldito sea el que se deja sobornar
para quitar la vida a un inocente. Y todo el pueblo responderá: Amén.
26 Maldito sea el que no respeta ni
cumple las palabras de esta Ley. Y todo el pueblo responderá: Amén.
Promesas de bendición
28 1 Si escuchas la voz del Señor,
tu Dios, y te empeñas en practicar todos los mandamientos que hoy te prescribo,
él te pondrá muy por encima de todas las naciones de la tierra. 2 Y por haber
escuchado la voz del Señor, tu Dios, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas
estas bendiciones:
3 Bendito serás en la ciudad y bendito
en el campo.
4 Benditos serán el fruto de tus
entrañas y el fruto de tu suelo, los partos de tu ganado y las crías de tus
vacas y tus ovejas.
5 Bendita será tu canasta y bendito el
recipiente donde amasas tu pan.
6 Bendito serás al salir y bendito al
entrar.
7 El Señor hará que caigan derrotados
todos los enemigos que se alcen contra ti: vendrán a atacarte por un camino y
por siete caminos huirán de ti.
8 El Señor ordenará que la bendición
esté contigo en tus graneros y en todas tus empresas, y te bendecirá en la
tierra que él te da.
9 El Señor hará de ti su pueblo santo,
como te lo juró, si cumples sus mandamientos y sigues sus caminos. 10 Entonces
todos los pueblos de la tierra verán que tú eres llamado con el nombre del
Señor, tu Dios, y te temerán.
11 El Señor te dará sobreabundancia de
bienes en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los
productos de tu suelo, de la tierra que él te da, porque así lo juró a tus
padres. 12 Él te abrirá el cielo –su rico tesoro– para proveer de lluvia a tu
tierra en el momento oportuno, y para bendecir todos tus trabajos.
Serás acreedor de muchas naciones y
deudor de ninguna. 13 El Señor te pondrá al frente, no detrás. Siempre estarás
arriba, nunca abajo, con tal que obedezcas los mandamientos del Señor, tu Dios,
que hoy te ordeno practicar cuidadosamente, 14 sin apartarte, ni a la derecha
ni a la izquierda, de las palabras que hoy te prescribo, y sin ir detrás de
otros dioses para servirlos.
Amenazas de maldición
15 Pero si no escuchas la voz del
Señor, tu Dios, y no te empeñas en practicar todos los mandamientos y preceptos
que hoy te prescribo, caerán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:
16 Maldito serás en la ciudad y maldito
en el campo.
17 Maldita será tu canasta y maldito el
recipiente donde amasas tu pan.
18 Malditos serán el fruto de tus
entrañas y el fruto de tu suelo, las crías de tus vacas y los partos de tus
ovejas.
19 Maldito serás al entrar y maldito al
salir.
20 El Señor enviará contra ti la
maldición, el pánico y el fracaso sobre todas tus empresas, hasta que seas
exterminado y desaparezcas rápidamente, a causa de tu mal proceder, por haberme
abandonado. 21 El Señor hará que se te contagie la peste, hasta que seas
eliminado de la tierra que vas a tomar en posesión. 22 El Señor te castigará
con tisis, fiebre, inflamación, ardores, aridez, quemadura y pulgón que te
hostigarán hasta que desaparezcas.
23 El cielo sobre tu cabeza será de
bronce, y la tierra bajo tus pies será de hierro. 24 En lugar de lluvia, el
Señor enviará polvo a tu tierra, y sobre ti caerá arena desde el cielo, hasta
que seas exterminado.
25 El Señor te hará caer derrotado ante
tus enemigos: saldrás a atacarlo por un camino y por siete caminos huirás de
ellos; y todos los reinos de la tierra sentirán horror de ti. 26 Tus cadáveres
serán pasto de todas las aves del cielo y de todos los animales de la tierra, y
no habrá nadie que los espante.
27 El Señor te herirá con forúnculos de
Egipto, con tumores, sarna y tiña, de los que no podrás curarte. 28 El Señor te
castigará con locura, ceguera y delirio, 29 y andarás a tientas en pleno día,
como anda a tientas un ciego, envuelto en la oscuridad. Nunca verás realizados
tus proyectos; serás oprimido y despojado constantemente y nadie saldrá en tu
defensa.
30 Te casarás con una mujer y otro
gozará de ella. Construirás una casa y no la habitarás. Plantarás una viña y no
recogerás sus frutos. 31 Tu buey será degollado delante de tus ojos y no lo
podrás comer. Tu asno será arrebatado de tu misma presencia y no te lo
devolverán. Tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie saldrá en tu
defensa. 32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo; y tu vista se
consumirá de tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada. 33 Un pueblo
que no conoces comerá el fruto de tu suelo y todo el producto de tus fatigas.
Serás oprimido y explotado constantemente, 34 hasta volverte loco a causa de lo
que verán tus ojos. 35 El Señor te herirá con forúnculos malignos e incurables
en las rodillas y en las piernas, desde la planta de los pies hasta la cabeza.
36 El Señor los deportará, a ti y al
rey que hayas puesto para que te gobierne, a una nación que ni tú ni tus padres
conocían, y allí servirás a otros dioses, dioses de madera y de piedra. 37
Entonces serás motivo de consternación y de burla en todos los pueblos adonde
el Señor te conduzca.
38 Sembrarás en tus campos mucha semilla,
pero cosecharás muy poco, porque la devorará la langosta. 39 Plantarás viñas y
las cultivarás, pero no podrás beber ni almacenar el vino, porque se las comerá
el gusano. 40 Tendrás olivares en todo tu territorio, pero no podrás ungirte
con aceite, porque se caerán las aceitunas. 41 Tendrás hijos e hijas, pero no
te pertenecerán, porque serán llevados cautivos. 42 Los insectos arrasarán con
todos tus árboles y con todos los frutos de tu suelo. 43 El extranjero que viva
en tu país subirá cada vez más alto, mientras que tú caerás cada vez más bajo.
44 Él será tu acreedor, y tú, su deudor; él estará al frente, y tú detrás.
45 Todas estas maldiciones caerán sobre
ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta exterminarte, por no haber escuchado
la voz del Señor, tu Dios, observando los mandamientos y los preceptos que él
te prescribió. 46 Ellas estarán siempre sobre ti y sobre tus descendientes,
como una señal y una advertencia.
47 Por no haber servido al Señor, tu
Dios, con alegría y de todo corazón, mientras lo tenías todo en abundancia, 48
servirás a los enemigos que el Señor enviará contra ti, en medio del hambre y
la sed, de la desnudez y de toda clase de privaciones. Y él pondrá en tu cuello
un yugo de hierro, hasta destruirte. 49 El Señor alzará contra ti a una nación
lejana, que avanzará desde los extremos de la tierra con la velocidad del
águila. Será una nación cuya lengua no entiendes, 50 un pueblo de aspecto
feroz, que no sentirá compasión del anciano ni se apiadará del niño. 51 Ella se
comerá los productos de tu ganado y los frutos de tu suelo, hasta que quedes
exterminado, porque te dejará totalmente desprovisto de trigo, de vino y de
aceite, de las crías de tus vacas y tus ovejas, hasta hacerte desaparecer. 52
Sitiará a todas tus ciudades, hasta que se derrumben esas murallas altas e
inaccesibles en que habías depositado tu confianza. Sí, él te sitiará en todas
las ciudades que estén dentro de la tierra que el Señor, tu Dios, te da. 53 Y
durante el asedio, será tal la penuria a que te reducirá tu enemigo, que te
comerás hasta el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y de tus hijas,
los mismos que el Señor, tu Dios, te había dado.
54 El más fino y delicado entre los
hombres de tu pueblo mirará con odio a su hermano, a la esposa que dormía en
sus brazos y a los hijos que todavía le queden, 55 para no compartir con ellos
la carne de sus hijos: se la comerá él solo, porque ya no le quedará más nada,
en medio del asedio y la penuria a que te reducirá tu enemigo en todas tus
ciudades. 56 La más fina y delicada entre las mujeres de tu pueblo –tan fina y
delicada que ni siquiera se hubiera atrevido a pisar el suelo con la planta de
sus pies– mirará con odio al esposo de su corazón, a su hijo y a su hija, 57 y
se ocultará para comer la placenta salida de su seno y a los hijos que dé a
luz, porque estará privada de todo, en medio del asedio y la penuria a que te
reducirá tu enemigo.
58 Si no te empeñas en practicar todas
las palabras de esta Ley, como están escritas en este Libro, temiendo el Nombre
glorioso y terrible del Señor, tu Dios, 59 él te castigará, a ti y a tu
descendencia, con calamidades extraordinarias. Serán calamidades grandes y
persistentes, enfermedades malignas e incurables. 60 Él hará recaer sobre ti
todas las plagas de Egipto, esas que tanto te horrorizaron. 61 Además, el Señor
te enviará todas las enfermedades y todas las desgracias que no están escritas
en el libro de esta Ley, hasta que seas exterminado. 62 Después de haber sido
numeroso, como las estrellas del cielo, quedarás reducido a un pequeño número,
por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios. 63 Y así como antes él se
complacía en hacerlos felices y numerosos, luego se complacerá en destruirlos y
exterminarlos. Y ustedes serán arrancados de la tierra, donde vas a entrar para
tomar posesión de ella.
64 El Señor te dispersará entre todos
los pueblos, de un extremo al otro de la tierra, y allí servirás a otros dioses
que ni tú ni tus padres conocían, dioses de madera y de piedra. 65 No tendrás
paz en medio de aquellas naciones y tu pie no encontrará descanso. El Señor
llenará de angustia tu corazón, nublará tus ojos y abatirá tu ánimo. 66 Tu vida
estará pendiente de un hilo; día y noche sentirás temor y no tendrás ninguna
seguridad de sobrevivir. 67 Por la mañana dirás: "¡Ojalá fuera de
tarde!", y por la tarde: "¡Ojalá fuera de mañana!", a causa del
temor que sentirás y de lo que verán tus ojos. 68 El Señor te hará volver en
barcos a Egipto, por ese camino del que yo te dije: "No lo volverás a
ver". Allí, ustedes se venderán a sus enemigos como esclavos y esclavas,
pero nadie querrá comprarlos.
ÚLTIMO DISCURSO DE
MOISÉS
Este último discurso vuelve sobre el
tema central del Deuteronomio –la Alianza del Señor con su Pueblo– y resume los
aspectos del mismo. Dios no puede pactar en términos de igualdad con el hombre,
porque la Alianza es siempre una iniciativa de su gracia. Pero él no impone su
Alianza, sino que la ofrece como un don y una responsabilidad. Así quedan
abiertos dos caminos: el de la fidelidad y la vida, o el de la rebeldía y la
muerte. A cada uno le toca decidir libremente, comprometiendo en esa decisión
todo su futuro.
Introducción
69 Estas son las palabras de la alianza
que el Señor ordenó a Moisés hacer con los israelitas en territorio de Moab,
además de la alianza que había hecho con ellos en el Horeb.
Evocación de las acciones divinas
29 1 Moisés convocó a todo Israel, y
le dijo:
Ustedes han visto con sus propios ojos
lo que el Señor hizo en Egipto al Faraón, a sus servidores y a todo su país:
2las grandes hazañas que ustedes mismos han presenciado, y aquellos signos y
prodigios admirables. 3 Pero hasta el día de hoy, el Señor no les había dado
inteligencia para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.
4 Yo los hice caminar por el desierto
durante cuarenta años, sin que se les gastara la ropa que llevaban puesta ni
las sandalias que tenían en los pies. 5No fue pan lo que comieron, ni vino u
otro licor lo que bebieron, para que ustedes supieran que yo soy el Señor, su
Dios.
6 Al llegar a este lugar, Sijón, rey de
Jesbón, y Og, rey de Basán, nos salieron al encuentro para combatir, pero
nosotros los derrotamos. 7 Así conquistamos sus territorios y se los dimos en
herencia a las tribus de Rubén y de Gad, y a la mitad de la tribu de Manasés.
8Por eso, observen fielmente las cláusulas de esta alianza y pónganlas en
práctica, para prosperar en todas sus empresas.
La Alianza, sus exigencias y sanciones
9 Hoy todos ustedes han comparecido
ante el Señor, su Dios: los jefes con sus tribus, sus ancianos y sus escribas,
todos los hombres de Israel 10 con sus mujeres y sus hijos, y también los
extranjeros que se han incorporado a sus campamentos, desde el leñador hasta el
aguatero. 11 Todos están aquí para entrar en la alianza del Señor, tu Dios, esa
alianza corroborada con una imprecación, que el Señor, tu Dios, hoy hace
contigo, 12 a fin de convertirte en su pueblo y ser tu Dios, como te lo ha
prometido, y como lo juró a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob. 13 Esta
alianza, corroborada con una imprecación, no la hago sólo con ustedes. 14 La
hago con aquel que hoy está aquí con nosotros delante del Señor, nuestro Dios,
y con aquel que no está.
15 Ustedes saben muy bien que nosotros
estuvimos en Egipto, y que luego pasamos por varias otras naciones. 16Allí
vieron los ídolos abominables y los fetiches que ellas tienen, y que no son más
que madera y piedra, plata y oro. 17 ¡Que no haya entre ustedes ni hombre ni
mujer, ni clan ni tribu, cuyo corazón se aparte hoy del Señor, nuestro Dios,
para ir a servir a los dioses de esas naciones! ¡Que no haya entre ustedes una
raíz que produzca hierbas venenosas o ajenjo! 18 Porque si alguien, al oír los
términos de esta imprecación, se congratula diciendo: "Todo me irá bien
aunque persista en mi obstinación, ya que el terreno regado no tiene más
sed", 19 el Señor no lo perdonará. Al contrario, la ira y los celos del
Señor se encenderán contra ese hombre, hasta que cada una de las sanciones
enumeradas en este Libro caigan sobre él, y el Señor borre su nombre de la
tierra. 20 El Señor lo apartará, para su desgracia, de todas las tribus de
Israel, conforme a las sanciones de la alianza consignadas en el libro de esta
Ley.
21 Y las generaciones futuras –los
niños que nacerán después de ustedes y los extranjeros que vendrán de tierras
lejanas– verán las calamidades y las enfermedades que el Señor habrá infligido
a ese país. 22 Y al ver todo su suelo devastado por el azufre y la sal, donde
no se siembra ni crece nada, ni brota ninguna hierba –como sucedió en la
catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Admá y Seboím, a las que el Señor destruyó
en su ira y su furor– 23 todas las naciones preguntarán: "¿Por qué el
Señor trató así a esta tierra? ¿De dónde procede este enojo tan
tremendo?". 24 Y las mismas naciones responderán: "Porque abandonaron
la alianza que el Señor, el Dios de sus padres, hizo con ellos cuando los hizo
salir de Egipto. 25 Fueron a servir a otros dioses y a postrarse delante de
ellos, a dioses que no conocían y que él no les había dado en suerte. 26 Por
eso el Señor se irritó contra este país y atrajo sobre él todas las maldiciones
consignadas en este Libro. 27 El Señor los arrancó de su suelo, con enojo,
furia y gran indignación, y los deportó a otra tierra, como sucede todavía
hoy".
28 Las cosas ocultas conciernen al
Señor, nuestro Dios; pero las reveladas son para nosotros y para nuestros
hijos, para que practiquemos siempre todas las palabras de esta Ley.
La conversión y el regreso a la patria
30 1 Cuando te sucedan todas estas
cosas –la bendición y la maldición que he puesto delante de ti– si las meditas
en tu corazón en medio de las naciones donde el Señor, tu Dios, te habrá
arrojado, 2 si te conviertes al Señor, tu Dios, y tú y tus hijos le obedecen
con todo su corazón y con toda su alma, exactamente como hoy te lo ordeno,
3entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá misericordia de ti. Él
te volverá a reunir de entre todos los pueblos por donde te había dispersado. 4
Aunque tus desterrados se encuentren en los confines del cielo, de allí el
Señor, tu Dios, te volverá a reunir, de allí te tomará. 5 Él te hará entrar en
la tierra que poseyeron tus padres, y tú también la poseerás; y hará que seas
más feliz y numeroso que tus padres.
6 El Señor, tu Dios, circuncidará tu
corazón y el corazón de tus descendientes, para que lo ames con todo tu corazón
y con toda tu alma, y así tengas vida. 7 Y él hará caer todas estas maldiciones
sobre tus enemigos y sobre los adversarios que te hayan perseguido. 8 Entonces
tú escucharás de nuevo la voz del Señor y pondrás en práctica todos sus
mandamientos, tal como hoy te los prescribo. 9 El Señor, tu Dios, te dará
abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en
las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá
a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la
prosperidad de tus padres. 10 Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la
voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están
escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
11 Este mandamiento que hoy te
prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está
en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo
traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en
práctica?". 13 Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: "¿Quién
cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que
podamos escucharlo y ponerlo en práctica?". 14 No, la palabra está muy
cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.
Israel ante la vida y la muerte
15 Hoy pongo delante de ti la vida y la
felicidad, la muerte y la desdicha. 16 Si escuchas los mandamientos del Señor,
tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus
mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y
el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para
tomar posesión de ella. 17 Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te
dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, 18 yo les
anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho
tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán. 19 Hoy tomo
por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: yo he puesto delante de ti
la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú
y tus descendientes, 20 con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y
le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la
tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.
ÚLTIMAS DISPOSICIONES
Y MUERTE DE MOISÉS
El final del Deuteronomio es también la
conclusión de todo el Pentateuco. Ante la inminencia de su muerte, Moisés da
sus últimas instrucciones. Israel ha vivido una dura experiencia en el
desierto, pero ahora se abre ante él un futuro lleno de esperanza. Josué será
el nuevo jefe, y tanto él como el Pueblo deben saber que el Señor está con
ellos, para no caer en el temor, el desaliento o la cobardía.
Aquí se incluyen, además, dos textos
poéticos. El primero es un hermoso poema lírico-didáctico, que recapitula la
historia de Israel, contraponiendo la bondadosa condescendencia del Señor a la
infidelidad de su Pueblo. El otro es un antiguo poema, que contienen una serie
de bendiciones, introducidas por un canto guerrero. La bendición a las tribus
israelitas sirve de ocasión para trazar un breve retrato de cada una de ellas.
Las alusiones históricas indican que el poema proviene de los tiempos heroicos
de la conquista de Canaán.
Las últimas instrucciones de Moisés
31 1 Moisés fue a decir estas
palabras a todo Israel:
2 "Ya tengo ciento veinte años. En
adelante no podré ejercer ninguna actividad; además, el Señor me dijo: ‘Tú no
pasarás el Jordán’. 3 El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él
eliminará de tu presencia a todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus
dominios. Será Josué el que cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha
ordenado. 4 El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og –los
reyes amorreos– y a sus países, cuando los destruyó por completo. 5 Él las
pondrá en tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas conforme
a la orden que les di. 6 ¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen
ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará
desamparado".
7 Después Moisés llamó a Josué y le
dijo en presencia de todo Israel:
"Sé fuerte y valiente. Tú irás con
este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará, porque así lo juró a sus
padres, y tú los pondrás en posesión de ella. 8 El Señor irá delante de ti; él
estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado. No temas ni te
acobardes".
La lectura ritual de la Ley
9 Moisés escribió esta Ley y la entregó
a los sacerdotes levitas –los encargados de transportar el Arca de la Alianza del
Señor– y a todos los ancianos de Israel. 10 Después les dio las siguientes
instrucciones:
Cada siete años, en el tiempo fijado
para el año de la remisión, durante la fiesta de las Chozas, 11 cuando todo
Israel se presente delante del Señor en el lugar que él haya elegido, leerás en
voz alta esta Ley, en presencia de todo Israel. 12 Reúne al pueblo –hombres,
mujeres y niños, y también a los extranjeros que vivan en tus ciudades– para
que la oigan y así aprendan a temer al Señor, su Dios, y a practicar cuidadosamente
todas las palabras de esta Ley. 13 También deberán oírla sus hijos, los que
todavía no la conocen, para que aprendan a temer al Señor mientras ustedes
vivan en la tierra que van a poseer después de cruzar el Jordán.
Instrucciones del Señor a Moisés y a
Josué
14 Entonces el Señor dijo a Moisés:
"Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué y preséntense en la Carpa
del Encuentro para que les dé mis instrucciones". Moisés y Josué se
presentaron, 15y el Señor se apareció en la Carpa, en una columna de nube, la
cual se detuvo a la entrada de la Carpa.
16 El Señor dijo a Moisés: "Pronto
irás a descansar junto con tus padres, y este pueblo se prostituirá yendo
detrás de dioses extraños, los dioses de la tierra donde está por entrar; me
abandonará y quebrantará la alianza que hice con él. 17 Entonces arderá mi
enojo, y yo los abandonaré y les ocultaré mi rostro. Se convertirán en una
presa pronta para ser devorada, muchos males y desgracias se abatirán sobre
ellos, y dirán: ‘Estas desgracias me suceden porque mi Dios no está conmigo’.
18 Pero aquel día yo mantendré oculto mi rostro, por todo el mal que ellos
hicieron yendo detrás de otros dioses. 19 Por eso, escribe este poema y
enséñalo a los israelitas. Ordénales que lo reciten, para que me sirva de
testigo contra ellos. 20 Porque cuando yo los introduzca en la tierra que
prometí a sus padres con un juramento –esa tierra que mana leche y miel– ellos
comerán hasta saciarse y engordarán. Entonces se volverán hacia otros dioses y
los servirán, despreciándome a mí y quebrantando mi alianza. 21 Pero muchos
males y desgracias se abatirán sobre ellos, y este poema dará testimonio contra
ellos, porque sus descendientes no lo habrán olvidado. Yo conozco los planes
que hoy están tramando, aún antes de introducirlos en la tierra que juré
darles". 22Aquel día, Moisés escribió este poema y se lo hizo aprender a
los israelitas.
23 Luego el Señor dio esta orden a
Josué, hijo de Nun: "Sé fuerte y valiente, porque tú conducirás a los
israelitas hasta la tierra que juré darles, y yo estaré contigo".
La Ley junto al Arca de la Alianza
24 Cuando Moisés terminó de fijar por
escrito las palabras de esta Ley, 25 ordenó a los levitas encargados de
transportar el Arca de la Alianza del Señor: 26"Tomen este Libro y
pónganlo junto al Arca de la Alianza del Señor, su Dios. Que esté presente allí
como un testigo contra ti. 27 Porque yo conozco muy bien tu rebeldía y tu
obstinación. Y si ahora que estoy todavía con ustedes, son tan rebeldes al
Señor, ¡cuánto más lo serán después de mi muerte! 28 Reúneme aquí a todos los
ancianos de sus tribus y a sus escribas, para que pueda transmitirles todas
estas palabras y para poner al cielo y a la tierra como testigos contra ellos.
29 Porque estoy seguro de que cuando yo muera, ustedes se van a pervertir y se
van a desviar del camino que les he trazado. Y en el futuro les van a suceder
muchas desgracias por haber obrado mal a los ojos del Señor, su Dios, y por
haberlo irritado con sus malas obras".
30 Entonces Moisés recitó hasta el
final las palabras de este poema, en presencia de toda la comunidad de Israel:
El canto de Moisés
32 1 "Escucha, cielo, y
hablaré, oiga la tierra las palabras de mi boca.
2 Que mi enseñanza descienda como
lluvia y mi palabra caiga como rocío, como aguacero sobre la hierba, como
chaparrones sobre el pasto.
3 Yo voy a proclamar el nombre del
Señor: ¡den gloria a nuestro Dios!
4 Él es la Roca: su obra es perfecta, todos
sus caminos son justos; es un Dios fiel y sin falsedad,
justiciero y recto.
5 Pero se comportaron mal con él los
que ya no son sus hijos, a causa de su depravación,
esa generación tortuosa y perversa.
6 ¿Así le pagas al Señor, pueblo necio
e insensato? ¿Acaso él no es tu padre y tu creador,
el que te hizo y te afianzó?
7 Acuérdate de los días lejanos, considera
las épocas pasadas; pregúntale a tu padre, y él te informará, a los ancianos, y
ellos te lo dirán:
8 Cuando el Altísimo dio una herencia a
cada nación, cuando distribuyó a los hombres,
él fijó las fronteras de los pueblos según
el número de los hijos de Dios.
9 Pero la parte del Señor es su pueblo,
la porción de su herencia es Jacob.
10 Lo encontró en una tierra desierta, en
la soledad rugiente de la estepa: lo rodeó y lo cuidó,
lo protegió como a la pupila de sus
ojos.
11 Como el águila que impulsa a su
nidada, revoloteando sobre sus pichones, así extendió sus alas, lo tomó y lo
llevó sobre sus plumas.
12 El Señor solo lo condujo, no había a
su lado ningún dios extranjero.
13 Lo puso encima de las alturas del
país, para que comiera los frutos de los campos; lo alimentó con miel de los
peñascos, con aceite de la roca dura;
14 con cuajada de vaca y leche de
oveja, con la gordura de corderos y carneros; con toros de Basán y con
cabritos, y con la mejor harina de trigo; y le dio como bebida, la sangre
espumante de la uva.
15 Así engordó Iesurún y dio patadas ¡sí,
engordaste, te pusiste obeso y corpulento! Él rechazó al Dios que lo creó, despreció
a su Roca salvadora.
16 Provocaron sus celos con dioses
extraños, lo irritaron con abominaciones.
17 Ofrecieron sacrificios a demonios que
no son Dios, a dioses que no conocían,
a dioses nuevos, recién llegados, que sus padres no habían venerado.
18 Así despreciaste a la Roca que te
engendró, olvidaste al Dios que te hizo nacer.
19 Al ver esto, el Señor se indignó y
desechó a sus hijos y a sus hijas.
20 Entonces dijo: Les ocultaré mi
rostro, para ver en qué terminan. Porque son una generación perversa, hijos
faltos de lealtad.
21 Provocaron mis celos con algo que no
es Dios, me irritaron con sus ídolos vanos; yo provocaré sus celos con algo que
no es un pueblo, los irritaré con una nación insensata.
22 Porque se ha encendido el fuego de
mi ira y arderá hasta el fondo del abismo; consumirá la tierra y sus cosechas y
abrasará los cimientos de las montañas.
23 Amontonaré desastres sobre ellos, lanzaré
contra ellos todas mis flechas.
24 Quedarán extenuados por el hambre, consumidos
por la fiebre y la peste maligna; enviaré contra ellos los dientes de las
fieras y el veneno de reptiles que se arrastran sobre el polvo.
25 Afuera los diezmará la espada, y
adentro, el terror, tanto al joven como a la muchacha, al niño de pecho como al
anciano.
26 Yo me propuse reducirlos a polvo y
borrar su recuerdo de entre los hombres,
27 pero temí que sus enemigos se
jactaran, que cayeran en el error y dijeran: ‘Nuestra mano ha prevalecido, no
es el Señor el que hizo todo esto’.
28 Porque esa gente ha perdido el
juicio y carece de inteligencia.
29 Si fueran sensatos entenderían estas
cosas, comprenderían la suerte que les espera.
30 ¿Cómo podría uno solo desbandar a
mil y dos, poner en fuga a diez mil, si su Roca no los hubiera vendido y el
Señor no los hubiera entregado?
31 Porque la roca de ellos no es como
nuestra Roca: nuestros mismos enemigos lo confirman.
32 Su viña es un retoño de la viña de
Sodoma, de las plantaciones de Gomorra. Sus uvas son uvas venenosas, sus
racimos tienen un sabor amargo.
33 Su vino es veneno de serpientes, un
terrible veneno de víboras.
34 ¿Acaso no está esto registrado y
sellado en mis archivos?
35 Mía será la venganza y la
retribución en el momento que vacilen sus pies, porque está cerca el día de su
ruina y ya se precipita el desenlace.
36 Sí, el Señor hará justicia con su
pueblo y tendrá compasión de sus servidores. Cuando vea que sus manos flaquean y
ya no quedan esclavos ni hombres libres,
37 él dirá: ¿Dónde están sus dioses, la
roca donde buscaron un refugio
38 los que comían la grasa de sus
sacrificios y bebían el vino de sus libaciones? Que se levanten y vengan en su
ayuda, que sean para ustedes un refugio.
39 Miren bien que yo, sólo yo soy, y no
hay otro dios junto a mí. Yo doy la muerte y la vida,
yo hiero y doy la salud, y no hay nadie
que libre de mi mano.
40 Yo levanto mi mano hacia el cielo y
juro: Tan cierto como que vivo eternamente,
41 cuando afile mi espada fulgurante y
mi mano empuñe la justicia, me vengaré de mis enemigos
y daré su merecido a mis adversarios.
42 Embriagaré mis flechas con sangre mi
espada devorará carne: sangre de muertos y cautivos,
cabezas de jefes enemigos.
43 Naciones, aclamen a su pueblo, porque
él vengará la sangre de sus servidores, se vengará de sus enemigos y purificará
su tierra y su pueblo".
44 Moisés fue con Josué, hijo de Nun, y
recitó delante del pueblo todas las palabras de este poema.
La Ley, fuente de vida
45 Cuando Moisés terminó de recitar
estas palabras a todo Israel, 46 les dijo: "Presten atención a todas las
palabras de esta Ley, con las que hoy atestiguo contra ustedes. Prescríbanselas
a sus hijos, para que ellos practiquen cuidadosamente todas las palabras de
esta Ley. 47 Porque esta no es una palabra vana, sino que es la vida de
ustedes, y por ella vivirán muchos años en la tierra que van a poseer después
que crucen el Jordán".
El anuncio de la muerte de Moisés
48 Aquel mismo día, el Señor dijo a
Moisés: 49 "Sube a esa montaña de los Abarím, al monte Nebo que está en el
país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy en
propiedad a los israelitas. 50 Tú morirás en la montaña a la que vas a subir e
irás a reunirte con los tuyos, como tu hermano Aarón murió en el monte Hor y
fue a reunirse con los suyos. 51 Porque ustedes fueron infieles a mí junto a
las aguas de Meribá de Cades, en el desierto de Cin, y no manifestaron mi
santidad en medio de los israelitas. 52 Por eso no entrarás en la tierra que yo
daré a los israelitas, sino que solamente la verás de lejos".
Las bendiciones de Moisés
33 1 Esta es la bendición con que
Moisés, el hombre de Dios, bendijo a los israelitas antes de morir.
2 Él dijo: " El Señor vino del
Sinaí, brilló para ellos desde Seír; resplandeció desde el monte Parán
y llegó a Meribá de Cades, desde el sur
hasta las pendientes.
3 Él ama de veras a los pueblos; ¡todos
sus santos están en tus manos! Ellos se postran a tus pies,
cada uno recibe tus palabras.
4 Moisés nos prescribió una Ley, que es
la posesión de la asamblea de Jacob.
5 Y hubo un rey en Iesurún, cuando se
reunieron los jefes del pueblo, junto con las tribus de Israel.
6 Que viva Rubén y no muera, aunque sus
hombres sean pocos".
7 De Judá dijo lo siguiente: "Escucha,
Señor, la voz de Judá, y reintégralo a su pueblo; él se defenderá con su mano y
tú serás una ayuda contra sus adversarios".
8 Dijo acerca de Leví: "Que tu
Tumím y tu Urím estén con tu hombre de confianza: el que pusiste a prueba en
Masá y por quien litigaste junto a las aguas de Meribá;
9 el que dijo de su padre y de su
madre: ‘No los he visto’; el que no reconoció a sus hermanos
e ignoró hasta a sus propios hijos. Porque
ellos observaron tu palabra y mantuvieron tu alianza.
10 Ellos enseñan tus normas a Jacob y
tu Ley a Israel; hacen subir hasta ti el incienso y ofrecen el holocausto en tu
altar.
11 Bendice, Señor, su valor y acepta la
obra de sus manos. Castiga las espaldas de sus agresores
y que sus enemigos no se levanten
más".
12 Dijo acerca de Benjamín: "El
amado del Señor habita seguro junto a aquel que lo protege constantemente; y
habita entre los flancos de sus colinas".
13 Dijo acerca de José: "Que el
Señor bendiga su tierra con el más excelente don del cielo –el rocío– y con el
océano que se extiende por debajo;
14 con los mejores productos del sol y
los brotes más escogidos de cada lunación;
15 con las primicias de las montañas seculares
y la riqueza de las colinas eternas;
16 con la fecundidad de la tierra y con
su plenitud, y con el favor del que mora en la Zarza. Que todo esto descienda sobre
la cabeza de José, sobre la frente del consagrado entre sus hermanos.
17 Él es un toro primogénito: a él, la
gloria; sus cuernos son cuernos de búfalo: con ellos embiste a los pueblos hasta
los confines de la tierra. Así son las decenas de miles de Efraím, así son los
millares de Manasés".
18 Dijo acerca de Zabulón: "Alégrate,
Zabulón, de tus salidas, y tú, Isacar, en tus carpas.
19 Ellos convocan a los pueblos en la
montaña, donde ofrecen sacrificios legítimos, porque disfrutan de la abundancia
de los mares y de los tesoros ocultos en la arena".
20 Dijo acerca de Gad: "¡Bendito
sea el que abre campo libre a Gad! Tendido como una leona,
despedaza el brazo y también la cabeza.
21 Él se atribuyó las primicias, porque
allí estaba reservada la porción de un jefe. Él vino con los jefes del pueblo, ejecutó
la justicia del Señor y sus juicios en favor de Israel".
22 Dijo acerca de Dan: "Dan es un
cachorro de león, que se abalanza desde Basán".
23 Dijo acerca de Neftalí: "Neftalí,
saciado de favor y colmado de la bendición del Señor, toma posesión del oeste y
del sur".
24 Y dijo acerca de Aser: "¡Bendito
sea Aser entre todos los hijos! Que sea el favorito de sus hermanos y que bañe
sus pies en aceite.
25 Que tus cerrojos sean de hierro y de
bronce, y tu poder dure tanto como tus días.
26 Iesurún, no hay nadie como Dios, que
cabalga por los cielos para venir en tu ayuda,
y por las nubes, lleno de majestad.
27 El Dios de los tiempos antiguos es
un refugio, y sus brazos obran desde siempre aquí abajo.
Él expulsó a tus enemigos delante de ti
y ordenó: ¡Extermina!
28 Así Israel habita seguro, la fuente
de Jacob, en un lugar apartado, en una tierra de trigo y de vino,
cuyo cielo destila rocío.
29 ¡Dichoso tú, Israel! ¿Quién es como
tú, pueblo salvado por el Señor? Él es tu escudo protector, tu espada
victoriosa. Tus enemigos te adularán, pero tú pisotearás sus espaldas".
La muerte y la sepultura de Moisés
34 1 Moisés subió de las estepas de
Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró
todo el país: Galaad hasta Dan, 2 todo Neftalí, el territorio de Efraím y
Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, 3 el Négueb, el
Distrito y el valle de Jericó –la Ciudad de las Palmeras– hasta Soar. 4 Y el
Señor le dijo: "Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a
Isaac y a Jacob, cuando les dije: ‘Yo se la daré a tus descendientes’. Te he
dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella".
5 Allí murió Moisés, el servidor del
Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. 6 Él mismo lo
enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el
día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado. 7 Cuando murió, Moisés tenía
ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido
su vigor. 8 Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las
estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte
de Moisés.
Josué, sucesor de Moisés
9 Josué, hijo de Nun, estaba lleno del
espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los
israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había
dado a Moisés.
El elogio de Moisés
10 Nunca más surgió en Israel un
profeta igual a Moisés –con quien el Señor departía cara a cara– 11 ya sea por
todas las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra
el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país, 12 ya sea por la
gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.
1 1-2. Como los nombres
acumulados en el v. 1 no se refieren a un sitio particular sino a toda una
región, es poco probable que señalen el marco geográfico del discurso de
Moisés. Más bien, deben entenderse como un resumen de su actividad hasta la
llegada a Moab.
15-16. Según Éx. 18.
13-26, la iniciativa de organizar al pueblo de esta manera procede de Jetró, el
suegro madianita de Moisés.
22-31. Ver Núm. 13-14.
32-33. Ver nota Éx. 13. 22.
36. Ver Núm. 14. 6-9.
41. Ver Núm. 14. 39-44.
2 4. La "región de
Seír" era el territorio habitado por los edomitas. Ver Gn. 32. 4; Núm. 24.
18.
10-11, 20. Sobre los
"emíes", "anaquitas" y "zamzumíes", ver nota Núm.
13. 33.
26-37. Ver Núm. 21. 21-25.
30-34. "Como lo
está todavía hoy": esta es una frase estereotipada, que suele llamar la
atención sobre el cumplimiento de una promesa o de una amenaza. Sobre la acción
de Dios que "ofusca el espíritu" y "endurece el corazón",
ver nota Éx.4.21.
3 1-7. Ver Núm. 21.
33-35.
4 Aunque este capítulo se presenta
como una continuación del discurso anterior, la mención del exilio (vs. 25-31)
indica que fue redactado posteriormente, entre la destrucción de Jerusalén y el
retorno de los deportados (2 Rey. 25. 8-21; Esd.1.1-6).
3. Ver Núm. 25. 1-18.
11-12. Ver Éx. 19. 16-18;
Heb. 12. 18-19.
19. "Ejército de los
cielos": esta expresión se refiere al culto de los astros. El Deuteronomio
considera legítimo este culto para los pueblos paganos, pero no para Israel,
que recibió la revelación del único Dios.
24. "Dios celoso": ver nota
Éx. 20. 5.
5 Ver nota Éx. 20.
6 4. Este pasaje ocupa
un lugar muy importante en la piedad judía, que lo emplea como profesión de fe
en el único Dios. Ver Mc. 12. 29.
5. Ver Mc. 12. 30
8. Ver nota Éx. 13. 9.
16. Ver Éx. 17. 1-7.
8 3. Ver nota Éx. 16;
Mt. 4. 4.
9 2. Ver Núm. 13. 28,
33.
12. Ver Éx. 32. 1-6.
12-17. Ver Éx. 32. 19.
22. Ver Núm. 11. 1-3; Éx. 17. 1-7;
Núm. 20. 1-13; 11. 4-34.
26-29. Ver Éx. 32.
11-13.
10 6. Ver Núm. 33.
31-38.
9. Ver Núm. 18. 20-24.
11 6. Ver Núm. 16.
10. "Regar con tu pie":
alusión a un sistema especial de irrigación, que practicaban los egipcios para
llevar el agua del Nilo a los campos de cultivos.
29. Este versículo alude
anticipadamente a la ceremonia descrita en 27. 2-26, cuya celebración es
relatada en Jos. 8. 30-35. Los montes "Ebal" y "Garizím"
dominan el valle donde se alzaba Siquém, la antigua ciudad cananea de la Palestina
central, conquistada luego por los israelitas. Sobre el monte Garizím, los
samaritanos erigieron después del exilio un templo cismático, al que se refiere
Jesús en Jn.4.21.
12 2-3. A diferencia del
Código de la Alianza (Éx. 20. 24) que autorizaba la construcción de un santuario
en cualquier lugar donde el Señor manifestara su presencia, el Deuteronomio
considera legítimo un solo Santuario. Cuando se puso en práctica esta
disposición, ese Santuario único era el Templo de Jerusalén. La centralización
del culto es un rasgo esencial de la legislación deuteronómica, y su finalidad
era preservar la fe de Israel de toda contaminación con el paganismo.
14 1. Ver Lev. 19.
26-28.
3. Ver nota Lev. 11. 4.
21. Ver nota Éx. 23. 19.
22-23. Ver Núm. 18.
21-32.
15 Ver Éx. 23. 10-11; Lev. 25. 1-7.
19. Ver Éx. 13. 11-16.
16 Ver nota Éx. 23. 14.
19 1-13. Ver nota Núm.
35. 9-29.
21. Ver Éx. 21. 23-25;
Lev. 24. 19-20; nota Gn.4.23-24.
21 1-9. Este rito
expiatorio -como los de Lev. 14; 16; Núm. 5. 11-31- es una supervivencia de
costumbres arcaicas. Pero la legislación israelita lo purifica de todo carácter
mágico, incluyendo una profesión de inocencia (v. 7) y una súplica al Señor,
para que libre al país de las consecuencias de un crimen no expiado (v. 8).
23 1. "Descubrir el
borde de la manta" significa atentar contra el derecho del marido sobre su
mujer. "Extender el borde de la manta" sobre una mujer, en cambio,
designa el acto de tomarla por esposa (Rt. 3. 9; Ez. 16. 8).
3. El significado de la
palabra hebrea traducida por "bastardo" es oscuro. En los textos
rabínicos designa al hijo nacido de relaciones incestuosas, pero en este
contexto parece referirse a los hijos de israelitas casados con mujeres
extranjeras.
18-19. La
"prostitución sagrada" era una práctica muy difundida en Canaán.
"Perro" es una expresión despectiva que en Fenicia designaba una
categoría de servidores de los templos que ejercían dicha prostitución.
25 5-10. Esta
disposición, llamada "ley del levirato" -del latín, que significa
"cuñado"- debía aplicarse cuando varios hermanos vivían juntos en una
misma propiedad, cuya división era preciso evitar. Si el cuñado se negaba a
cumplirla, "se le quitaba la sandalia del pie", es decir, se lo
obligaba a renunciar a la herencia. El Deuteronomio atenúa así una costumbre, que
antes parece haber sido mucho más exigente. Ver Gn. 38. 8-10; Rt. 4.
17. Ver Éx. 17. 8-16.
26 1-11. La ofrenda de
las primicias va precedida de una declaración, que expresa el significado del
rito. Esta declaración tiene las características de una profesión de fe, y se
la designa habitualmente con el nombre de "Credo" israelita.
14. "Ni lo ofrecí
como alimento a un muerto": esta declaración implica una condena del culto
tributado a los muertos. Algunos consideran que se trata más bien de "el
Muerto", designación despectiva de Baal, el dios cananeo de la vegetación,
que moría durante el tiempo de las cosechas y renacía al comenzar la primavera.
27 12-13. Las fórmulas
de bendición y de maldición son un elemento esencial en el ritual de la
Alianza. Si alguien quebranta el vínculo sagrado establecido por la Alianza,
atrae sobre sí la maldición.
32 4. "ÉI es la
Roca": la roca es símbolo de estabilidad y de firmeza, y pone de relieve
la fidelidad de Dios. Ver nota Sal. 18. 3.
8. Cada pueblo ha sido
puesto bajo la protección de un "hijo de Dios", es decir, de un
ángel, mientras que el Señor se reservó para sí a Israel.
15. "lesurún":
diminutivo cariñoso para designar a Israel, derivado de una raíz hebrea que
significa "justo".
31-37. El autor llama
irónicamente "roca" a los dioses paganos. Ver Is. 31. 9.
33 Este poema consta de dos partes:
un himno que celebra al Dios de Israel (vs. 2-5, 26-29) y una colección de
oráculos que evocan el destino particular de las diversas tribus. Estas
"bendiciones" presentan cierta analogía con el "testamento"
de Jacob (Gn. 49). En la lista de las tribus falta el nombre de Simeón que,
probablemente, ya había dejado de ser una tribu independiente. Ver nota Jos.
15. 32; Jc. 1. 3.
8. "Tumím" y
"Urím": ver nota Éx. 28. 30.
16. El "que mora en
la Zarza": ver Éx. 3. 4
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