jueves, 29 de junio de 2017

¿EN QUÉ JESÚS CREE LA IGLESIA?

¿EN QUÉ JESÚS CREE LA IGLESIA?
Para comenzar, unas citas
-De José María Castillo (Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, UCA, San Salvador 22001):
«Para conocer a Dios, no se puede empezar por Dios. Si uno quiere conocer a Jesús, incluso conocer a Jesús como Hijo de Dios, si empieza por Dios, no va a conocer a Jesús, ni va a descubrir a Jesús como Hijo de Dios. No decir Jesús es Dios, sino Dios es Jesús. Al decir que Jesús es Dios lo que en realidad estamos afirmando es que nosotros ya sabemos quién es Dios y cómo es Dios antes de conocer a Jesús» (p. 21).

«Jesús cambió el concepto de Dios y también el modo de encontrar a Dios» (p. 24). La Iglesia reduce el contenido de la fe a pura doctrina y a verdades abstractas, por eso la jerarquía habla tanto y nadie se interesa por eso (p. 34).

«¿De qué nos sirve tener ideas muy claras sobre Dios, si luego lo buscamos donde no está?» (p. 42).

-De Jon Sobrino (Cristología desde América latina. Esbozo a partir del seguimiento del Jesús histórico, CRT, México 1976):
«La tentación fundamental es abordar directamente el problema de la divinidad de Cristo, como si ya se conociese directamente en que consiste la divinidad y se pudiesen aplicar a Jesús los criterios de esa divinidad ya conocida» (p. 64).
 Debemos partir del hombre Jesús y desde ahí reflexionar sobre su divinidad. El punto de partida para una cristología, no es el concilio de Calcedonia, sino el Jesús histórico».

«Terminar con la ilusión que la mera repetición del dogma nos da un acceso a la realidad de Cristo» (p.12).

«Sería un grave error de funestas consecuencias hermenéuticas usar la actividad de Jesús para mostrar apologéticamente su divinidad» (p. 55).

«Jesús predicó el Reino de Dios y no a sí mismo». «Jesús no predicó simplemente a «Dios» sino «el Reino de Dios» (p. 45).

«El pecado no es sólo la negación de Dios, sino formalmente la negación del Reino de Dios» (p. 56).

«El primer intento de acceso al Jesús histórico tiene que ser hecho desde el reino de Dios» (p. 64).

«Después de la resurrección de Jesús hay un movimiento teológico en el que la fe cristiana afirma fundamentalmente que el hombre Jesús de Nazaret que murió crucificado, fracasado, abandonado de Dios es realmente el Hijo de Dios» (p. 154).

La espiritualidad cristiana no es propiamente una espiritualidad del sufrimiento, sino una espiritualidad del seguimiento. No todo sufrimiento es específicamente cristiano, sino aquel que surge del seguimiento » (p. 168).

La esperanza cristiana no es el optimismo que espera más allá de la muerte, más allá de la injusticia y la opresión, sino que es la esperanza contra la muerte, contra la injusticia y la opresión» (p. 182).
He tomado este libro, que creo es uno de sus primeros, porque fue el libro que en los años 70 me comunicó el espíritu y el carisma de Jon Sobrino. Lo que más me ha marcado, es su fe y firme convicción en la plena y total humanidad del Jesús histórico, especialmente la conciencia humana de Jesús y la fe de Jesús. Igualmente me ha marcado su teología totalmente inspirada en una espiritualidad liberadora, llena de esperanza y misericordia.

La gran herejía hoy dominante: no creer en la plena humanidad del Jesús histórico

Desde el Jesús histórico antes de su muerte (año 30) hasta la definición del dogma cristológico en los cuatro primeros Concilios Ecuménicos: Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (431) y Calcedonia (451), han pasado alrededor de 500 años. La tarea ahora es recuperar la memoria del Jesús histórico en toda este tiempo. Es una búsqueda contra la corriente, pues la tendencia dominante en la Iglesia es comenzar con una definición dogmática de Jesús, a partir de los 4 concilios ya mencionados. La gran Iglesia ha perdido poco a poco la memoria del Jesús de la Historia, va dejando de ser discípula de Jesús y concentrando su interés en la defensa de la ortodoxia contra las herejías.

En este camino de 500 años, tan complejo y contradictorio, surge la duda si finalmente los 4 primeros Concilios Ecuménicos de los siglos IV y V no han llegado a sustituir a los 4 Evangelios. Los 4 Evangelios, deben ser interpretados desde el Jesús histórico y no desde el dogma cristológico. Si somos discípulos de Jesús, sólo podemos ser discípulos de un Jesús histórico. Creemos y confesamos el dogma cristológico, pero nadie se define como discípulo de un dogma. De la fe, según que esté concentrada en el Jesús histórico o en el dogma de la divinidad de Jesús, se derivan dos tipos de cristianismo. El primero no se interesa tanto por las «cosas» de la Iglesia, y proyecta su fe más bien hacia fuera de ella, en los movimientos sociales. El segundo vive una fe abstracta y se refugia en el mundo cerrado de las Iglesias, con sus discursos, su moral y sus instituciones.

En qué Jesús realmente creemos
Hay dos desafíos teológicos que nos permiten discernir en qué Jesús creemos: la conciencia humana de Jesús y la fe de Jesús. Sigo muy de cerca el pensamiento de Jon Sobrino, que me ha dado las herramientas espirituales y teológicas en mi busca personal de saber yo mismo en qué Jesús yo creo. Mi trabajo ahora es recordar esas herramientas para seguir haciendo ese discernimiento. Hago esto en solidaridad agradecida con Jon Sobrino.

Primero: la «conciencia humana de Jesús»
«La teología tradicional partía del presupuesto dogmático de la unión personal de Jesús con el Logos eterno, la cual unión tenía que hacerse objetualmente consciente en la conciencia humana de Jesús: el hombre Jesús – según esta teología tradicional - en su vida terrestre se sabía Hijo de Dios en el sentido estricto y metafísica del término». «El nuevo enfoque de la conciencia de Jesús consiste no tanto en deducir directamente qué pensase Jesús sobre sí mismo, sino en deducir indirectamente, a partir de sus actitudes generales, lo peculiar de su conciencia». «No se alcanza la conciencia absoluta de Jesús, difícil de comprobar directamente con los datos del NT. Lo que se alcanza es su conciencia relacional, lo que él pensaba de sí mismo con relación al reino y la importancia decisiva de su persona con relación al despuntar de ese reino».


La conciencia de Jesús con relación al Padre
No hay una conciencia dogmática y directa Padre-Hijo, sino una confianza total de Jesús en el Padre y la obediencia incondicional a la voluntad del Padre. Esto no es propio de Jesús. Lo propio de Jesús es la concentración de toda su vida en esta confianza y obediencia. Jesús ora, porque su vida y su misión dependen del Padre. Por eso ora en los momentos más difíciles de su vida.

En la teología dogmática se exponen «las afirmaciones teológicas usuales sobre la conciencia y la ciencia de Jesús. Se suele admitir tradicionalmente que Jesús tenía, además de la ciencia divina en cuanto unido a la persona divina del logos, tres tipos de ciencia humana: (a) la ciencia normal adquirida, (b) la ciencia infusa, (c) la visión beatífica».

En los evangelios no hay razón para admitir las dos últimas. En síntesis: no podemos hablar de una «conciencia divina» de Jesús, considerada en sí misma, sino afirmar su conciencia por su relación con el Reino de Dios o por su confianza total en el Padre y su obediencia total a su voluntad.

En mi opinión la conciencia humana de Jesús es imposible si su conciencia posee ciencia infusa y visión beatífica. Si Jesús tuviera este tipo de conciencia, estaríamos negando en forma absoluta su plena humanidad. Si una persona humana tiene conciencia de ser Dios, ya no sería humana. No podemos leer e interpretar los cuatro Evangelios con el supuesto que Jesús tiene conciencia divina. Una lectura desde   esta perspectiva hace imposible encontrar a Jesús en el texto, tanto en su sentido literal, histórico o espiritual. No podemos proyectar en los Evangelios una declaración dogmática muy posterior.

Segundo: la fe de Jesús
Seguimos recordando el pensamiento de Jon Sobrino, para reafirmar nuestra búsqueda del Jesús en el cual creemos. Jon nos recuerda que una interpretación de los 4 Evangelios que desconozca la fe de Jesús, no solo niega su plena historicidad, sino que ignora el misterio más profundo de su persona: su fe. La fe fue el modo de existir de Jesús. La historia de Jesús es la historia de la fe de Jesús. Jesús no se relaciona con su Padre en una visión beatífica permanente, sino en una vida de fe, con toda la oscuridad y riesgo que esto implica. La fe de Jesús no es solo respecto al Padre, sino al Reino de Dios. Por no leer los evangelios desde la óptica de la fe de Jesús, no entendemos la exigencia de fe que hace Jesús a sus discípulos. Fe no significa posesión de Dios y de su reinado, sino búsqueda constante y creyente del Reino de Dios. Esta búsqueda tiene que ver con las tentaciones y la ignorancia de Jesús. Jesús fue tentado y fue su fe lo que le permitió rechazarla. Jesús fue también ignorante de muchas cosas, como cualquier ser humano. La fe de Jesús se fortalece en las tentaciones y en la condición humana de no saberlo todo.

¿Por qué esta vez Jon Sobrino?
¿Cuál es la razón que nos explique porqué el pensamiento teológico y la espiritualidad de Jon Sobrino es desfigurada, deslegitimada y condenada en este momento preciso de la historia de la Iglesia de América Latina y El Caribe? ¿Porque la Congregación para la Doctrina de la Fe condena una teología que es otra y que no es la de Jon Sobrino? Algunas respuestas muy personales a estas dos preguntas:
1. La acción contra Jon Sobrino demuestra que la Teología de la Liberación existe. Si estuviera muerta, como dicen, no sería necesario ningún tipo de acción contra ella. Si lo hacen, es porque saben que realmente existe, y lo más importante: le tienen miedo.
2. La prensa internacional ha dado una cobertura impresionante al «caso Sobrino», porque saben que para el Vaticano la Teología de la Liberación es importante. La Prensa no informa de esta manera cuando se trata de algo insignificante. La magnitud de la contradicción entre Teología de la Liberación y la Congregación para la doctrina de la fe era un hecho noticioso importante.

3. La Teología de la Liberación tiene más importancia fuera de la Iglesia que dentro de ella. La Teología de la Liberación es hoy un símbolo, una referencia, una identificación, con la cual se identifican aquellos a quienes la Iglesia y sus discursos no les interesan. Se identifican con ella los cristianos que no tienen una práctica religiosa en las Iglesias. Hoy la Teología de la Liberación es escuchada en las Universidades, en el Foro Social Mundial y en los movimientos sociales.

4. La Teología de la Liberación inspira a varios presidentes como en Brasil, Ecuador, Bolivia. Incluso en Venezuela y Cuba la Teología de la Liberación es una referencia cuando se habla de la Iglesia a contrapunto de la Iglesia oficial. Lula en Brasil y Correa en Ecuador vienen de las comunidades de Base y de la Teología de la Liberación. Muchos líderes de los movimientos sociales, definen su fe «a la manera de la Teología de la Liberación». Todos los «premios» que han recibido teólogos de la liberación han sido otorgados por organismos totalmente laicos.

5. La Iglesia está consciente que el período de las «izquierdas marxistas » prácticamente ha terminado. La ideología más peligrosa hoy para la fe, no es el ateísmo, sino la ideología neoliberal que hoy justifica todo el sistema de libre mercado. La Iglesia que tuvo tanto miedo al marxismo y lo combatió ferozmente, hoy no ha tomado conciencia de los peligros de la ideología neoliberal. La crítica al neoliberalismo no viene tanto de la Iglesia institucional, sino de la Teología de la Liberación y los movimientos que se inspiran en ella. El mundo hoy no está dividido entre ateos y creyentes, sino entre neoliberales y movimientos que luchan por la vida de todos y todas. La Teología se sitúa en estos movimientos y es una fuente inspiración. Los sectores sociales que afirman hoy que otro mundo es posible, que es posible construir una sociedad donde quepan todos y todas en armonía con la naturaleza, todos lo que luchan hoy por la paz, la justicia y por la vida de la tierra, todos ellos y ellas identifican sus motivaciones espirituales en referencia a una Teología de la Liberación.

En síntesis: hoy surge un nuevo mundo que vive su espiritualidad y su ética de la vida, más fuera de la Iglesia institucional, que dentro de ella. La Teología de la Liberación vive e inspira ese mundo nuevo.

PABLO RICHARD

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