¿EN QUÉ JESÚS CREE LA IGLESIA?
Para comenzar, unas citas
-De José
María Castillo (Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, UCA, San Salvador 22001):
«Para
conocer a Dios, no se puede empezar por Dios. Si uno quiere conocer a Jesús,
incluso conocer a Jesús como Hijo de Dios, si empieza por Dios, no va a conocer
a Jesús, ni va a descubrir a Jesús como Hijo de Dios. No decir Jesús es Dios,
sino Dios es Jesús. Al decir que Jesús es Dios lo que en realidad estamos
afirmando es que nosotros ya sabemos quién es Dios y cómo es Dios antes de conocer
a Jesús» (p. 21).
«Jesús
cambió el concepto de Dios y también el modo de encontrar a Dios» (p. 24). La
Iglesia reduce el contenido de la fe a pura doctrina y a verdades abstractas,
por eso la jerarquía habla tanto y nadie se interesa por eso (p. 34).
«¿De qué
nos sirve tener ideas muy claras sobre Dios, si luego lo buscamos donde no
está?» (p. 42).
-De Jon
Sobrino (Cristología desde América latina. Esbozo a partir del seguimiento
del Jesús histórico, CRT, México 1976):
«La
tentación fundamental es abordar directamente el problema de la divinidad de
Cristo, como si ya se conociese directamente en que consiste la divinidad y se
pudiesen aplicar a Jesús los criterios de esa divinidad ya conocida» (p. 64).
Debemos partir del hombre Jesús y desde ahí
reflexionar sobre su divinidad. El punto de partida para una cristología, no es
el concilio de Calcedonia, sino el Jesús histórico».
«Terminar
con la ilusión que la mera repetición del dogma nos da un acceso a la realidad
de Cristo» (p.12).
«Sería un
grave error de funestas consecuencias hermenéuticas usar la actividad de Jesús
para mostrar apologéticamente su divinidad» (p. 55).
«Jesús
predicó el Reino de Dios y no a sí mismo». «Jesús no predicó simplemente a
«Dios» sino «el Reino de Dios» (p. 45).
«El
pecado no es sólo la negación de Dios, sino formalmente la negación del Reino
de Dios» (p. 56).
«El
primer intento de acceso al Jesús histórico tiene que ser hecho desde el reino
de Dios» (p. 64).
«Después
de la resurrección de Jesús hay un movimiento teológico en el que la fe
cristiana afirma fundamentalmente que el hombre Jesús de Nazaret que murió
crucificado, fracasado, abandonado de Dios es realmente el Hijo de Dios» (p.
154).
La
espiritualidad cristiana no es propiamente una espiritualidad del sufrimiento,
sino una espiritualidad del seguimiento. No todo sufrimiento es específicamente
cristiano, sino aquel que surge del seguimiento » (p. 168).
La
esperanza cristiana no es el optimismo que espera más allá de la muerte, más
allá de la injusticia y la opresión, sino que es la esperanza contra la muerte,
contra la injusticia y la opresión» (p. 182).
He tomado
este libro, que creo es uno de sus primeros, porque fue el libro que en los
años 70 me comunicó el espíritu y el carisma de Jon Sobrino. Lo que más me ha
marcado, es su fe y firme convicción en la plena y total humanidad del Jesús
histórico, especialmente la conciencia humana de Jesús y la fe de Jesús.
Igualmente me ha marcado su teología totalmente inspirada en una espiritualidad
liberadora, llena de esperanza y misericordia.
La gran
herejía hoy dominante: no creer en la plena humanidad del Jesús histórico
Desde el
Jesús histórico antes de su muerte (año 30) hasta la definición del dogma
cristológico en los cuatro primeros Concilios Ecuménicos: Nicea (325),
Constantinopla (381), Éfeso (431) y Calcedonia (451), han pasado alrededor de
500 años. La tarea ahora es recuperar la memoria del Jesús histórico en toda
este tiempo. Es una búsqueda contra la corriente, pues la tendencia dominante
en la Iglesia es comenzar con una definición dogmática de Jesús, a partir de
los 4 concilios ya mencionados. La gran Iglesia ha perdido poco a poco la memoria
del Jesús de la Historia, va dejando de ser discípula de Jesús y concentrando
su interés en la defensa de la ortodoxia contra las herejías.
En este
camino de 500 años, tan complejo y contradictorio, surge la duda si finalmente
los 4 primeros Concilios Ecuménicos de los siglos IV y V no han llegado a
sustituir a los 4 Evangelios. Los 4 Evangelios, deben ser interpretados desde
el Jesús histórico y no desde el dogma cristológico. Si somos discípulos de
Jesús, sólo podemos ser discípulos de un Jesús histórico. Creemos y confesamos
el dogma cristológico, pero nadie se define como discípulo de un dogma. De la
fe, según que esté concentrada en el Jesús histórico o en el dogma de la
divinidad de Jesús, se derivan dos tipos de cristianismo. El primero no se
interesa tanto por las «cosas» de la Iglesia, y proyecta su fe más bien hacia
fuera de ella, en los movimientos sociales. El segundo vive una fe abstracta y
se refugia en el mundo cerrado de las Iglesias, con sus discursos, su moral y
sus instituciones.
En qué
Jesús realmente creemos
Hay dos
desafíos teológicos que nos permiten discernir en qué Jesús creemos: la
conciencia humana de Jesús y la fe de Jesús. Sigo muy de cerca el pensamiento
de Jon Sobrino, que me ha dado las herramientas espirituales y teológicas en mi
busca personal de saber yo mismo en qué Jesús yo creo. Mi trabajo ahora es
recordar esas herramientas para seguir haciendo ese discernimiento. Hago esto
en solidaridad agradecida con Jon Sobrino.
Primero:
la «conciencia humana de Jesús»
«La
teología tradicional partía del presupuesto dogmático de la unión personal de
Jesús con el Logos eterno, la cual unión tenía que hacerse objetualmente
consciente en la conciencia humana de Jesús: el hombre Jesús – según esta
teología tradicional - en su vida terrestre se sabía Hijo de Dios en el sentido
estricto y metafísica del término». «El nuevo enfoque de la conciencia de Jesús
consiste no tanto en deducir directamente qué pensase Jesús sobre sí mismo,
sino en deducir indirectamente, a partir de sus actitudes generales, lo
peculiar de su conciencia». «No se alcanza la conciencia absoluta de Jesús,
difícil de comprobar directamente con los datos del NT. Lo que se alcanza es su
conciencia relacional, lo que él pensaba de sí mismo con relación al reino y la
importancia decisiva de su persona con relación al despuntar de ese reino».
La
conciencia de Jesús con relación al Padre
No hay
una conciencia dogmática y directa Padre-Hijo, sino una confianza total de
Jesús en el Padre y la obediencia incondicional a la voluntad del Padre. Esto
no es propio de Jesús. Lo propio de Jesús es la concentración de toda su vida
en esta confianza y obediencia. Jesús ora, porque su vida y su misión dependen
del Padre. Por eso ora en los momentos más difíciles de su vida.
En la
teología dogmática se exponen «las afirmaciones teológicas usuales sobre la
conciencia y la ciencia de Jesús. Se suele admitir tradicionalmente que Jesús
tenía, además de la ciencia divina en cuanto unido a la persona divina del
logos, tres tipos de ciencia humana: (a) la ciencia normal adquirida, (b) la
ciencia infusa, (c) la visión beatífica».
En los
evangelios no hay razón para admitir las dos últimas. En síntesis: no podemos
hablar de una «conciencia divina» de Jesús, considerada en sí misma, sino
afirmar su conciencia por su relación con el Reino de Dios o por su confianza
total en el Padre y su obediencia total a su voluntad.
En mi
opinión la conciencia humana de Jesús es imposible si su conciencia posee
ciencia infusa y visión beatífica. Si Jesús tuviera este tipo de conciencia,
estaríamos negando en forma absoluta su plena humanidad. Si una persona humana
tiene conciencia de ser Dios, ya no sería humana. No podemos leer e interpretar
los cuatro Evangelios con el supuesto que Jesús tiene conciencia divina. Una
lectura desde esta perspectiva hace
imposible encontrar a Jesús en el texto, tanto en su sentido literal, histórico
o espiritual. No podemos proyectar en los Evangelios una declaración dogmática
muy posterior.
Segundo:
la fe de Jesús
Seguimos
recordando el pensamiento de Jon Sobrino, para reafirmar nuestra búsqueda del
Jesús en el cual creemos. Jon nos recuerda que una interpretación de los 4
Evangelios que desconozca la fe de Jesús, no solo niega su plena historicidad,
sino que ignora el misterio más profundo de su persona: su fe. La fe fue el
modo de existir de Jesús. La historia de Jesús es la historia de la fe de
Jesús. Jesús no se relaciona con su Padre en una visión beatífica permanente,
sino en una vida de fe, con toda la oscuridad y riesgo que esto implica. La fe
de Jesús no es solo respecto al Padre, sino al Reino de Dios. Por no leer los
evangelios desde la óptica de la fe de Jesús, no entendemos la exigencia de fe
que hace Jesús a sus discípulos. Fe no significa posesión de Dios y de su
reinado, sino búsqueda constante y creyente del Reino de Dios. Esta búsqueda
tiene que ver con las tentaciones y la ignorancia de Jesús. Jesús fue tentado y
fue su fe lo que le permitió rechazarla. Jesús fue también ignorante de muchas
cosas, como cualquier ser humano. La fe de Jesús se fortalece en las
tentaciones y en la condición humana de no saberlo todo.
¿Por qué
esta vez Jon Sobrino?
¿Cuál es
la razón que nos explique porqué el pensamiento teológico y la espiritualidad
de Jon Sobrino es desfigurada, deslegitimada y condenada en este momento
preciso de la historia de la Iglesia de América Latina y El Caribe? ¿Porque la
Congregación para la Doctrina de la Fe condena una teología que es otra y que
no es la de Jon Sobrino? Algunas respuestas muy personales a estas dos
preguntas:
1. La
acción contra Jon Sobrino demuestra que la Teología de la Liberación existe. Si
estuviera muerta, como dicen, no sería necesario ningún tipo de acción contra
ella. Si lo hacen, es porque saben que realmente existe, y lo más importante:
le tienen miedo.
2. La
prensa internacional ha dado una cobertura impresionante al «caso Sobrino»,
porque saben que para el Vaticano la Teología de la Liberación es importante.
La Prensa no informa de esta manera cuando se trata de algo insignificante. La
magnitud de la contradicción entre Teología de la Liberación y la Congregación
para la doctrina de la fe era un hecho noticioso importante.
3. La
Teología de la Liberación tiene más importancia fuera de la Iglesia que dentro
de ella. La Teología de la Liberación es hoy un símbolo, una referencia, una
identificación, con la cual se identifican aquellos a quienes la Iglesia y sus
discursos no les interesan. Se identifican con ella los cristianos que no
tienen una práctica religiosa en las Iglesias. Hoy la Teología de la Liberación
es escuchada en las Universidades, en el Foro Social Mundial y en los
movimientos sociales.
4. La
Teología de la Liberación inspira a varios presidentes como en Brasil, Ecuador,
Bolivia. Incluso en Venezuela y Cuba la Teología de la Liberación es una
referencia cuando se habla de la Iglesia a contrapunto de la Iglesia oficial.
Lula en Brasil y Correa en Ecuador vienen de las comunidades de Base y de la
Teología de la Liberación. Muchos líderes de los movimientos sociales, definen
su fe «a la manera de la Teología de la Liberación». Todos los «premios» que
han recibido teólogos de la liberación han sido otorgados por organismos
totalmente laicos.
5. La
Iglesia está consciente que el período de las «izquierdas marxistas »
prácticamente ha terminado. La ideología más peligrosa hoy para la fe, no es el
ateísmo, sino la ideología neoliberal que hoy justifica todo el sistema de
libre mercado. La Iglesia que tuvo tanto miedo al marxismo y lo combatió
ferozmente, hoy no ha tomado conciencia de los peligros de la ideología
neoliberal. La crítica al neoliberalismo no viene tanto de la Iglesia
institucional, sino de la Teología de la Liberación y los movimientos que se
inspiran en ella. El mundo hoy no está dividido entre ateos y creyentes, sino
entre neoliberales y movimientos que luchan por la vida de todos y todas. La
Teología se sitúa en estos movimientos y es una fuente inspiración. Los
sectores sociales que afirman hoy que otro mundo es posible, que es posible
construir una sociedad donde quepan todos y todas en armonía con la naturaleza,
todos lo que luchan hoy por la paz, la justicia y por la vida de la tierra,
todos ellos y ellas identifican sus motivaciones espirituales en referencia a
una Teología de la Liberación.
En
síntesis: hoy surge un nuevo mundo que vive su espiritualidad y su ética de la
vida, más fuera de la Iglesia institucional, que dentro de ella. La Teología de
la Liberación vive e inspira ese mundo nuevo.
PABLO
RICHARD
No hay comentarios.:
Publicar un comentario