martes, 24 de febrero de 2015

TALLER DE E.R.E. GRADO 10

TALLER DE RELIGIÓN – GRADO 10º.
Cuando la religión recibe una expresión en la historia humana se muestra en cuatro facetas: el ritual, las emociones, la creencia, la racionalización. Hay un procedimiento organizado y definido, el ritual; hay tipos definidos de expresión emocional; hay una serie determinada de creencias; y hay el ajuste de estas creencias dentro de un sistema, coherente consigo mismo y con el resto de ideas. La influencia de cada factor a lo largo de las eras ha sido desigual. La idea religiosa emergió gradualmente, al principio casi indistinguible del resto de intereses humanos. Los factores aparecieron en sentido contrario a su importancia: primero el ritual, luego la emoción, luego la creencia y por último la racionalización. El surgimiento de cada etapa fue gradual; consistió en un aumento del énfasis. Quizá sea erróneo sostener que los últimos dos factores estuvieron alguna vez ausentes; mas, si retrocedemos lo suficiente, descubrimos que son intrascendentes, y que la emoción es tan sólo un efecto secundario del ritual. Más tarde, la emoción toma la posta; y el ritual se usa para generarla. Entonces aparece la creencia, en un intento de explicar el conjunto ritual-emoción; y en ella podemos entrever la semilla de la racionalización. Sólo cuando creencia y racionalización se han establecido, puede descubrirse el valor de la soledad en el corazón mismo de la religión. Las grandes concepciones religiosas que obsesionan a la humanidad son escenas solitarias: Prometeo encadenado a las rocas, la preparación de Mahoma en el desierto, las meditaciones del Buda, el apartado Hombre en la Cruz. En lo más profundo del espíritu religioso está el sentimiento de desamparo, de haber sido abandonado por el propio Dios.

El ritual antecede a la humanidad. Puede definirse como la ejecución habitual de acciones definidas que carecen de relación directa con la preservación orgánica de su actor. El ritual es el resultado más primitivo del exceso de energía y del ocio. Ejemplifica la tendencia de los seres vivos a repetir sus propios actos. Así, las acciones necesarias para la caza de alimento, u otros propósitos provechosos, se repiten sin mayores justificaciones, y con ellas se repite también el placer del ejercicio y la emoción del éxito. De esta manera, la emoción depende del ritual; y el ritual se repite y perfecciona en pos de la emoción que lo acompaña. Los seres humanos se volvieron artistas del ritual. Fue un descubrimiento tremendo: aprendieron a excitar las emociones, no debido a la imperiosa necesidad biológica, sino por el mero hecho de sentirlas. Más la emoción sensibiliza al organismo; en consecuencia, involuntariamente, el organismo humano se sensibilizó a armonías que las meras actividades de supervivencia jamás habrían acentuado. Allí comenzó la humanidad su aventura de curiosidad y sentimiento. Según Ateneo de Naucratis, era un deber sagrado del rey persa, en el festival anual del dios Mithra, hacer acto de presencia en el templo en estado de intoxicación. Un resto del sentimiento religioso ante la intoxicación es el uso del vino en la misa, testimonio de la tendencia del ritual de convertir una tosca y primitiva asociación de ideas en un simbolismo sublime. En esta fase primitiva de la religión, dominada por el ritual y la emoción, topamos con fenómenos esencialmente sociales. El ritual es más impactante, y la emoción más intensa, cuando lo practica la sociedad entera. Concomitantemente, los rituales y las emociones colectivas son las fuerzas que unen a las tribus salvajes.

El ritual y la emoción no pueden mantenerse apartados del intelecto. Puede que la idea de repetir el ritual en pos de la emoción explique la psicología inconsciente de las tribus primitivas; pero es demasiado abstracta para que se percaten de ella. El mito satisface la incipiente necesidad de racionalidad. Los seres humanos descubrieron que practicaban rituales, y que éstos generaban emociones; el mito explica el propósito de ambas. Nace de la vívida fantasía del primitivo en un mundo incomprensible. Para el primitivo, el universo no es tanto incomprensible como incomprendido; es decir, indiscriminado, no sometido a análisis. No es un conjunto de sucesos definidos y faltos de explicación, sino un vago trasfondo salpicado de objetos y emociones. Las mínimas condiciones de racionalidad, las interrelaciones que la sustentan, están ausentes. Pero el estadio inicial consiste en un trasfondo indefinido moteado de vívidos actos, discretos pero aislados entre sí. Las rutinas de satisfacción de las necesidades tribales son la excepción a esta regla. Pero lo que yace más allá de estas rutinas es indeterminado e incierto; y cuando es vívido, es también aislado. El mito que complementa al ritual es una fantasía especialmente vívida, o el recuerdo distorsionado de tal fantasía, que no solamente explica tanto el ritual como la emoción sino que genera la emoción cuando se asocia con el ritual. Así, el mito no solamente permite entender el ritual: además, refuerza su propósito oculto, la obtención de la emoción. De este modo, ritual, emoción y mito actúan recíprocamente; y los mitos tienen diversos grados de paralelismo con los hechos reales y con las verdades simbólicas, verdades de tal magnitud que únicamente pueden aprehenderse a través de las parábolas. Por consiguiente, en cierto modo, el ritual, sumado a la explicación mitológica, es la adoración primitiva de la cosa o la persona heroicas. Sin embargo, la adoración entre los primitivos casi nunca es desinteresada; conque de la creencia en el mito se sigue la creencia de que algo debe, o bien conseguirse con él, o bien evitarse de él. Así emergen los conjuros, la oración, la alabanza y la absorción ritual del héroe. Cuando el héroe es una persona, llamamos religión al mito y a su concomitante ritual; cuando es una cosa, los llamamos magia. En la religión se ruega, en la magia se manda. Una importante diferencia es que la religión es progresiva y la magia no.

Con el surgimiento del racionalismo entran en escena los mártires. La religión que olvida este hecho involuciona hacia un barbarismo atávico: apela a la psicología del rebaño y no a las intuiciones de unos pocos. Ésta es una fase muy moderna de la religión: más o menos los últimos seis mil años. Evidentemente, no tiene sentido fijar una duración exacta: podemos ampliarla para incluir algún movimiento precoz o reducirla para excluir los restos de las fases previas. La Biblia es sin duda el documento más completo de la racionalización de la religión; aunque sólo es relevante como tal para la región comprendida entre el Tigris y el Nilo. Despliega la progresiva soledad de la religión: al principio, formas de pensar predominantes; luego, la protesta de los profetas, figuras aisladas que denuncian y agitan la nación hebrea; luego, la aparición de un hombre, con doce discípulos, que sufrió el rechazo casi total de su sociedad; por último, otro hombre que adaptó su doctrina para el público común, un hombre que no accedió a ella de primera mano. En sus manos, la doctrina ganó algunas cosas y perdió otras; afortunadamente también conservamos los Evangelios. Salta a la vista que el período de seis mil años que he adelantado, aparte de concordar con la evidencia disponible, corresponde a la cronología bíblica. Nosotros, los europeos y los americanos, somos herederos de los movimientos religiosos allí condensados. Para ser relevante, la discusión de los métodos religiosos y sus justificaciones debe tomar la Biblia como ejemplo. Empero, las afirmaciones generales también deben contrastarse con el budismo y el islamismo, aunque no sean analizados explícitamente. En la religión racional, creencias y rituales se han reorganizado para convertirlas en el centro de una forma de vida coherente y ordenada. Esta coherencia se aplica tanto a la elucidación del pensamiento cuanto a la necesidad de que la acción se dirija hacia un propósito común que la ética haya aprobado. La religión ocupa una posición peculiar entre la metafísica más abstracta y los principios particulares que rigen los ámbitos más concretos de la experiencia. La relevancia de sus conceptos sólo puede discernirse en escasos momentos de lucidez; y, al menos para la mayoría de nosotros, sólo a instancias de un señalamiento externo. Así pues, la religión se funda en una estrecha gama de la totalidad de experiencias de un pueblo. Por una parte, la religión es uno más de los intereses específicos de la humanidad cuyas verdades son de validez limitada. Por otra, la religión afirma que sus conceptos, aunque derivados de experiencias particulares, tienen validez universal, debiendo utilizarse para el ordenamiento de la totalidad de la experiencia en virtud de la fe. La religión racional apela a la intuición directa de las ocasiones excepcionales y al poder aclarador de sus conceptos para el resto de ocasiones. Nace de lo que es excepcional, pero se extiende a lo general. La doctrina de la religión racional pretende ser una metafísica derivada de la experiencia fuera de lo corriente del espíritu humano en sus momentos más penetrantes. En teoría, la religión racional hubiera podido surgir sin necesidad de las religiones sociales del ritual y la creencia mítica. Era así como los teólogos hacían apología de sus religiones antes de la aparición del sentido histórico. Empero, la historia de la religión en general, y la de la Biblia en particular, desmiente esa suposición. La religión racional brotó de las transformaciones de las formas religiosas previas. Llegó un momento en el que las viejas formas no podían abarcar las ideas nuevas; las religiones modernas provienen de tales crisis de desarrollo. Y el desarrollo no se detuvo: únicamente adquirió formas mejores de expresión.

La aparición de la religión racional estuvo determinada por el progreso general de las razas que la dieron a luz. Hacían falta, para ello, intuiciones éticas e ideas generales; ideas que, salidas de las brillantes mentes individuales, se plasmaron en formas estables de expresión que hicieron posible recordarlas y comunicarlas. Uno sólo puede hablar de “misericordia” con gente que ya es misericordiosa en algún ámbito de su vida. Un lenguaje no permite la expresión de todas las ideas posibles. Es un medio limitado que expresa las ideas más corrientes y necesarias del grupo que lo desarrolló. Hace muy poco tiempo, comparativamente hablando, que el lenguaje dispone de términos generales. Y estos términos necesitan de una literatura que, manteniéndolos en circulación, los defina permanentemente por medio del uso. Por tanto, la manipulación de ideas generales es una adquisición reciente. El lenguaje y la sociedad han crecido al unísono. Grande ha sido la influencia de las formas religiosas anteriores basadas en el ceremonial, el mito y la socialidad; y desigual el valor que se les ha atribuido. El racionalismo luchó por transformar los modos más primitivos durante los mil años anteriores a la era cristiana. El resultado fue la síntesis que hemos heredado en la forma de las grandes religiones contemporáneas. Las ideas religiosas devinieron más racionales y generales; y los mitos se convirtieron en descripciones de eventos históricos que ejemplificaban las ideas generales a la perfección. Así se acogió la crítica racional; se pasó de la costumbre tribal a la intuición individual directa, fuese ética, metafísica o lógica: Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, que no holocaustos, exclama, por boca de Oseas (6, 6), Yahvé, cuando apela a la crítica individual (fundada en la intuición ética directa) de la costumbre tribal. De este modo, la religión abdicó de sus aspectos comunales para aproximarse a formas individualistas. La unidad religiosa era el individuo, no la comunidad; la danza tribal se volvió menos importante que la oración en privado; y ésta se convirtió (al menos, para una minoría) en el intento de justificarse por vía del auto-descubrimiento. Es así que, hoy por hoy, son los franceses quienes van al cielo, y no Francia; los chinos quienes logran el nirvana, y no la China. En este período de lucha, los innovadores juzgaron a las religiones tradicionales con suma severidad. La Biblia está llena de condenas a la idolatría; y contiene indicios de un rechazo aún mayor: Odio, aborrezco vuestras fiestas, y no me complazco en vuestras solemnidades, dice Yahvé por medio de Amós (5, 21) Hoy nos hace falta este espíritu crítico. La historia es un registro de horrores cometidos en nombre de la religión. Sacrificios humanos (sobre todo de niños), canibalismo, orgías, supersticiones, odio a las demás razas, hábitos degradantes, histeria, fanatismo: todo esto y más se le puede achacar. La religión es el último refugio de la barbarie. Los hechos desmienten la asociación entre religión y bondad. La religión puede ser (y ha sido) el principal instrumento del progreso. Pero ésta ha sido la excepción más que la regla: Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. (Mt 22, 14). (TOMADO DEL LIBRO: LA RELIGIÓN EN LA HISTORIA, ALFRED NORTH WHITEHEAD KING'S CHAPEL, FEBRERO DE 1926).

Responde los siguientes cuestionamientos:
·         ¿En qué momento surge la idea religiosa?
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·         La idea religiosa en la historia humana se muestra en cuatro facetas: el ritual, las emociones, la creencia, la racionalización. Preséntalas con un ejemplo de un movimiento religioso o religión:
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·         Según el documento, ¿en  qué momento aparece la creencia?
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·         ¿Qué diferencia existe entre el ritual y la emoción?
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·         Cuando el hombre primitivo no era totalmente racional, ¿en qué consistían sus ritos?
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·         ¿Cómo surgen loa conjuros en las experiencias religiosas?
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·         De acuerdo con la lectura, ¿Qué cosas ganó y qué cosas perdió la religión con la doctrina?
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·         En teoría, la religión racional hubiera podido surgir sin necesidad de las religiones sociales del ritual y la creencia mítica. Según la lectura esto significa:
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·         La religión es uno más de los intereses específicos de la humanidad cuyas verdades son de validez limitada. ¿en qué consiste lo anterior?
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·         El racionalismo luchó por transformar los modos más primitivos durante los mil años anteriores a la era cristiana. El resultado fue la síntesis que hemos heredado en la forma de las grandes religiones contemporáneas. De acuerdo a la lectura, las religiones contemporáneas son:

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