jueves, 25 de enero de 2018

ÉTICA GRADO 9 - PRINCIPIOS ÉTICOS

PRINCIPIOS ÉTICOS

Los valores éticos son virtudes que debemos practicar en nuestra vida cotidiana, pues se refieren a las buenas costumbres, así como a nuestras obligaciones y deberes frente a los demás y ante nosotros mismos. Sin ellos, nos volveremos individuos perjudiciales y desagradables y, por ende, seremos elementos incapaces de vivir en forma armoniosa dentro de la comunidad. Entre los valores, llamados también cualidades morales, se encuentran los siguientes: Honestidad, responsabilidad, prudencia, justicia, respeto, solidaridad, bondad, fraternidad, pudor y gratitud. También podemos mencionar la cortesía, la disciplina personal, la humildad, la perseverancia, la paciencia, la fortaleza de ánimo, el espíritu de trabajo, la lealtad, la tolerancia y el patriotismo. Procuremos obrar siempre dentro de los principios éticos para que nuestros actos no afecten los intereses familiares y sociales y, antes bien, los favorezcan. Además, ellos representan, como ya se dijo, expresiones de respeto a sí mismos, como seres humanos cuya racionalidad debe conducirnos a vivir con dignidad y con decencia. La virtud de la honradez Principios Éticos para Adolescentes. “No robar” es un precepto religioso que debe acatarse plenamente, porque se orienta a prohibir un acto deshonesto que implica despojar a nuestros semejantes de sus pertenencias legítimas. Si respetamos los bienes ajenos, no solo estaremos obedeciendo el mandato ya citado, sino también las leyes humanas que así lo determinan, como una forma de proteger la propiedad privada y el patrimonio del Estado. Las normas jurídicas son bastante severas con quienes se atreven a disponer de lo que no les pertenece, pues se trata de individuos perjudiciales dentro del contexto social que, como es obvio, demuestran una lamentable carencia de ética en su comportamiento personal. El trabajo y el ahorro El trabajo honesto y el ahorro, son los instrumentos adecuados para conseguir la subsistencia diaria y la formación de un patrimonio que nos permita vivir con decoro y, por lo mismo, sin tener que recurrir a las modalidades delictivas que atentan contra los haberes de los demás. Respecto al ahorro, conviene agregar que constituye un hábito demostrativo de la sensatez y la previsión de las necesidades futuras, pero debe practicarse dentro de límites razonables para no llegar a inconvenientes extremos de avaricia. Es bueno hacer hincapié en la necesidad del trabajo como factor generador de ingresos para la manutención cotidiana y la conquista de un nivel de vida acorde con la dignidad humana. Además, debe resaltarse su conveniencia como medio de ocupación y distracción, siendo además la única forma de progreso a nivel comunitario. La fea costumbre de mentir Digamos siempre la verdad como expresión de probidad y de respeto a los demás, lo cual, ciertamente, nos granjeará buena imagen y aprecio general en nuestra vida social. La mentira es, en cambio, un burdo engaño que se hace en busca de un beneficio personal, perjudicando, en la mayor parte de los casos, los intereses de nuestros semejantes. El mentiroso pierde la credibilidad y la confianza de los demás, hasta el punto de que, muy posiblemente, en el futuro serán desatendidas sus afirmaciones, incluyendo las serias y bien fundamentadas, bajo la creencia de que se trata de un nuevo embuste nacido de su morbosa tendencia a la fantasía y la distorsión de la verdad. “En boca del mentiroso, hasta lo cierto se hace dudoso”, decía Gracián con gran sentido práctico y con plausible propósito de orientación ética para la sociedad en general. No recurrir a la violencia Procuren desarrollar una buena capacidad de autocontrol para no incurrir en actos de violencia que, como se sabe, son gravemente perjudiciales, tanto en el ámbito familiar, como en la vida social. Como quiera que el error es humano, debemos observar mucha paciencia ante las fallas y los defectos ajenos, incluyendo, claro está, las actitudes ofensivas de personas incultas y vulgares. Es preferible conservar la calma en estos casos y promover diálogos pacíficos con miras a concretar acuerdos orientados a la solución de los problemas que se presenten en el curso de nuestra vida. No nos igualemos, pues, con personas iracundas y amigas de la confrontación física y armada. La racionalidad y las conversaciones mesuradas y respetuosas entre las partes en conflicto, son los mejores instrumentos para dirimir las discrepancias sin recurrir a la violencia, pues esta solo produce manifestaciones de odio y destrucción y, en muchos casos, la muerte de quienes están involucrados en tales episodios. La violencia puede producir también la muerte de personas inocentes, lo cual reviste especial gravedad a la luz de la justicia y del respeto que merece la vida humana, como bien fundamental que se ubica en el nivel de lo inviolable y lo sagrado.  Sensibilidad social Los niños y los ancianos merecen cariño, comprensión y apoyo, por ser las personas más vulnerables de la sociedad. También los indigentes necesitan nuestra cooperación con el fin de subsanar sus problemas vitales, dando prelación a la nutrición, la salud y la vivienda. Con todo, es importante capacitarlos y darles la oportunidad de ejercer un oficio honesto que les permita vivir con dignidad, procurándose por sí mismos, los ingresos necesarios para una subsistencia decorosa. En este aspecto, conviene destacar la conveniencia de apoyar las fuentes de empleo lícito y cooperar con la búsqueda de trabajo para quienes carecen de él y se encuentran en dolorosas situaciones de miseria. No solo debemos colaborar en casos individuales de pobreza extrema, sino también en campañas orientadas a mejorar el nivel de vida de los grupos más débiles de la comunidad. Obremos siempre con propósitos de servicio social, buscando constituirnos en elementos útiles y generosos ante las angustias humanas. “Servir”, debe ser nuestro lema permanente, y la envidia, definida como “tristeza o pesar del bien ajeno”, jamás debe hacer nido en nuestros corazones, porque constituye un sentimiento contrario a la caridad y al amor que debemos profesarle a nuestros semejantes. Tolerancia Actuemos con tolerancia, si queremos tranquilidad personal y una atmósfera de armonía dentro de la comunidad a la cual pertenecemos. Se trata de practicar una virtud que implica respeto a los demás en su manera de ser, y en sus creencias. Igualmente debemos obrar en sociedad sin ninguna discriminación, pues todos los seres humanos tenemos los mismos derechos y deberes. De conformidad con lo expuesto inicialmente, respetemos las creencias religiosas y las tendencias políticas de los demás, como expresión de tolerancia en materia ideológica. Se trata de convicciones que las personas y los grupos humanos manejan con gran celo, presentándose, muchas veces, fuertes rivalidades cuando se controvierten en forma enfática y descomedida. Por ello, debemos ser muy prudentes al tratar estos temas tan sensibles, para no entrar en pugnas, susceptibles de generar enemistades.

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